Antonio Felipe Rubio
Periodista
➤ La
Ley de Memoria, logro de las izquierdas para pervertir la historia de España y
relanzar fantasmas ya olvidados, está permitiendo visualizar como máximos
infractores a sus propios creadores. Me explicaré. Si
se condena la difusión, enaltecimiento, culto, fomento y proselitismo del
franquismo, lo cierto a la vista de los resultados obtenidos, es que no hay
mayor fomento a nivel general del franquismo que el protagonizado por las
izquierdas que están irresponsablemente consiguiendo una exitosa promoción y
excitación en su afán de “community manager” del denostado franquismo.
Arranz, en La Voz de Almería |
Han
logrado que la generación de los 50´s
vuelva a refrescar el ya olvidado y difuso recuerdo de unas vivencias
entretejidas de temores y silencios que aprendimos a resultas de experiencias,
algunas, fruto de experiencias vividas por nuestros antecesores en la crueldad
fratricida y, otras, sufridas durante nuestra temprana educación plagada de
estigmas ideológicos y religiosos. Ahora, los nuevos estigmas de las izquierdas
han logrado rescatar y -lo que parecía inaudito-, poner de “rabiosa” actualidad
el franquismo y lo peor del periclitado guerracivilismo con una activa legión
de prescriptores de la oprobiosa.
Resulta
extremadamente difícil cambiar el pasado por decreto o con alambicadas leyes
promulgadas por la pulsión revanchista. Ni siquiera la legendaria “máquina del
tiempo”, protagonista de tantas ficciones, podría cambiar los acontecimientos
acecidos al producirse la teoría de la paradoja. Ya saben: no se puede viajar
en el tiempo, matar a tu abuelo y seguir vivo para contarlo. De la misma manera
no se pueden establecer ucronías (qué habría pasado si en lugar de esto hubiese
sucedido lo otro) en sucesos que propiciarían inciertas y numerosas posibilidades.
Se
pueden poner muchos ejemplos. Uno de ellos podría conducir al escenario de 1939
en el que el Frente Popular hubiese ganado la Guerra Civil… Con la II Guerra
Mundial en ciernes, España habría salido victoriosa con la inestimable ayuda de
Stalin y, consecuentemente, ante las miserias dimanantes de la contienda,
España necesitaba la ayuda proveniente de la Unión Soviética (la inversa al
Plan Marshall), argumento que se traduciría en una más que probable invasión por
parte del Tercer Reich, al entender Hitler que no podía permitir un país
satélite comunista en el flanco más occidental. O sea, que no salimos de una
cuando nos metemos de lleno en otra guerra de proporciones descomunales. No
habría ganado Franco, pero es posible que ahora más de uno no lo estaríamos
contando porque nuestro padre habría muerto en el frente o nuestra madre, de
hambre.
La
Guerra Civil, como todas las guerras, se salda con un ganador y un perdedor.
Además, son los ganadores los que aplastan, arrestan, depuran, exilian… y en el
mejor de los casos, arrinconan y estigmatizan al resto de los vencidos que han
de vivir relegados de las mieles del triunfo. Esto ocurre gane quien gane; sea
uno u otro el bando ganador, y siempre existirá el sentimiento del resarcimiento.
No hace falta que les cuente como se trató a los vencidos en las victoriosas
revoluciones comunistas o golpes de Estado populistas.
Cuando
un empresario se arruina (pierde la batalla del éxito) no tiene más remedio que
aprender de sus errores y, con su propio esfuerzo, tratar de levantar cabeza y
reemprender una nueva senda para no caer la indigencia. Aquí, sin embargo, es
la indigencia intelectual la que pretende ganar la batalla librada en
generaciones anteriores. Es como pretender recuperar la fortuna del adinerado
bisabuelo que perdió sus propiedades en el juego y vida disoluta. Si en la vida
“normal” se aprende de los errores, se concilian rencores familiares y se
reconduce el fracaso empresarial, no es lógico que todo un país se afane en la
reconciliación por la vía del refuerzo de las diferencias y el sectarismo.
Estamos
-ahora sí- en una performance que ha logrado retrotraer al Vaticano a periodos
de cismas y rupturas como las de Enrique VIII (octavo, para las izquierdas que
no dan con la tecla de la numeración romana) y han conseguido que la Iglesia,
extremadamente cuidadosa y sibilina con la diplomacia, irrumpa con un
inequívoco comunicado oficial en el que contradice al Gobierno de España. Ha
tenido que ser Carmen Calvo la que dixit cosas que no dixit el Vaticano. Y aquí
estamos en la performance de si lo sacamos de aquí para llevarlo allí; siendo
allí peor que aquí; pero lo de allí no puede ser, ni tampoco es posible que sea
lo de aquí. ¡Ay, Carmela! Esto si es una verdadera performance. El mejor regalo
para una semana de Noche en Negro de Halloween: No es preciso disfrazarse de
fantasma, cuando el fantasma se lleva de serie.
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