Antonio Felipe Rubio
Periodista
➤Uno
de los diferenciados avances que hacen del género humano “inteligente” es el
innecesario esfuerzo por mantener la lucha cuerpo a cuerpo con el contrincante.
Ya no hay que golpearse hasta la extenuación, batirse en duelo, resarcir
mancilla con el florete o arremeter con la bayoneta calada. La batalla de las
ideas suele librarse en foros parlamentarios, y el derecho te lo restituye y
preserva un tribunal de justicia. Son comportamientos racionales que nos diferencian
de otras primarias y violentas reacciones animales.
Momento en el que el diputado Jordi Salvador pasa ante Borrell |
Afortunadamente
hemos evolucionado en las técnicas defensivas que, en seres “inferiores”, se
prodigan como argumento de defensa, aviso de ataque o técnica de evasión.
Cuando un varano se ve perseguido por un depredador se sube a un árbol, y si el
perseguidor escala, el gran lagarto le vomita encima la última digestión, insoportable
pestilencia que hace que el depredador salga huyendo buscando dónde revolcarse
para eludir el tremendo pestazo. También hay un lagarto cornudo que se defiende
de los ataques lanzando con gran fuerza un chorro de sangre que sale por sus
ojos, circunstancia tan llamativa que desconcierta a su atacante y le permite
evadirse. Otra técnica muy conocida por los visitantes al zoo es la tremenda
puntería de las llamas cuando lanzan un certero escupitajo al pelma que le hace
carantoñas intentando acariciarla para discernir entre la textura de la llama y
la vicuña.
El
escupitajo (en almeriense se adopta la acepción más eufónica “escupinajo”) es
una acción de amplio uso en antiguas culturas. El “escupinajo” es concluyente
para el complejo rito del “agarejo”, castigo que se inflige al tontolahaba,
acapullao, cipotealavela… con el ánimo de que espabile y esté a la altura de
las circunstancias. También se relaciona en múltiples ocasiones en las Sagradas
Escrituras: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras
frío o caliente! Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te
vomitaré de mi boca”. El vomitar/escupir a que se refiere el bíblico texto
relaciona la tibieza con la melifluidad y la cobardía. Es ese “igual da” cuando
los escrúpulos se sacrifican para un fin oscuro y execrable.
Que
un profesor de EGB, devenido en diputado del grupo golpista de ERC (Esquerra
Republicana de Cataluña), escupa a un ministro del Gobierno de España con la
suficiente sutileza para evadir el VAR televisivo, y que lo haga en el Congreso
de los Diputados durante la accidentada sesión parlamentaria, es la evidencia
de que hemos vuelto a los tiempos preguerracivilistas de los “jabalises” que
rivalizaban en amenazas y exabruptos que casi siempre provenían de la izquierda
radical.
Cuando
la presidente del Senado expulsó al disparatado orate y rufián, le secundaron
el resto de semovientes, dejando un espacio de dignidad que sólo su ausencia nos
puede obsequiar. El votante; el pueblo sabio, es el que ha puesto ahí a estos
peligrosos insensatos. El pueblo, cuando se equivoca votando a los radicales de
ambos extremos, no puede esperar un rápido restablecimiento de la normalidad
democrática. La perversión del poder hace que se necesiten y se apoyen las
peores compañías. Estos golpistas de la ERC son los culpables del gobierno Frankenstein,
con Pedro Sánchez al frente. Y da igual que escupan y excreten sus peores
inmundicias; Pedro los quiere, los cuida y los necesita para mantenerse en el
poder.
Borrell
se limpiará los escupitajos de la
americana sin que nadie le ayude en esta afrenta que, dicho sea de paso, no es
a la persona en sí sino al sistema democrático y a todos los españoles que
creemos en la alta dignidad de la representación del Estado. Sin embargo, para
Pedro Sánchez esto va en el sueldo y en las innumerables inmundicias que
guarecen la coprófaga necesidad de apoyar a estas excrecencias de la
democracia.
El
PSOE es experimentado anfitrión de los más lisérgicos acompañantes de cama para
alcanzar el poder al precio que sea. Pedro Sánchez necesita al escupidor y
resto de orates golpistas para alargar lo posible el disfrute de palacio,
aviones… frente a sus particulares fantasmas que no son precisamente Franco y
el Valle de los Caídos. El fantasma de Sánchez es su propia sombra que le sigue
por la senda del reconocimiento histórico como uno de los presidentes que más
dignidad ha sustraído a la Presidencia de Gobierno.
El
PSOE es responsable de otorgar generoso espacio de sobreactuación a la
irrelevancia. Contrasistema, comunistas y otras faunas de incierta
clasificación se arremolinan en torno a un poder que se nutre de fobias y odios
escupidos o rumiados. Y no crean que esto es cosa de Pedro Sánchez. Estamos a
un paso -si así lo deseamos los andaluces- de conseguir un gobierno que aún
profundice más en la administración de la miseria que sólo el PSOE en compañía
de lo peor de las izquierdas extremas puede alumbrar. Populismo, comunismo y
socialismo rancio no es precisamente lo que Andalucía necesita para salir del
bucle.
No
olviden que los individuos que vociferan, escupen, ofenden y amenazan están ahí
porque alguien los ha votado. Por tanto, ahora, cuando tanto proliferan estos indeseables,
es muy importante hacerse responsable solidario de los aciertos y errores a la
hora de votar.
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