Juan
Torrijos
Periodista
➤ Entiende
la Junta Electoral de zona, entienden los partidos políticos de Albox, que la
comida ofrecida por el Ayuntamiento del señor Torrecillas a un numeroso grupo
de mujeres durante la pasada campaña a las andaluzas se puede ver como un delito electoral. A uno lo que le gustaría es que estos alcaldes y sus equipos de Gobierno, cuando deciden dar de comer gratis a unos vecinos, que son libres y
están en su derecho de hacerlo, lo hicieran con el dinero de sus bolsillos, no
con el de todos los vecinos.
Francisco Torrecillas, alcalde de Albox |
Se quejan en Albox de la comida a las mujeres del
señor Torrecillas por hacerla durante una campaña electoral, con el tufillo de
chanchullo que ello tiene, pero no ponen el acento en que no hay derecho a que
el dinero de los vecinos, el que está para arreglar calles, aceras, colegios y
otros servicio públicos de los que son responsables los Ayuntamientos, se los
gasten en darle de comer a un determinado grupo de personas del municipio.
A los demás alcaldes de la provincia, empezando por el joven Ramón en la capital, les encanta una comida con cientos de mujeres a las que halagar, con la intención final en el fondo de pedirles el voto en las siguientes elecciones
No
es sólo el señor Torrecillas el que a ello se dedica. A los demás alcaldes de
la provincia, empezando por el joven Ramón en la capital, les encanta una
comida con cientos de mujeres a las que halagar, con la intención final en el
fondo de pedirles el voto en las siguientes elecciones. Eso sí, con el dinero
de los demás. Lo de dar de comer al necesitado me parece justo y de obligado
cumplimiento en cualquier sociedad, lo de usar esas comidas para la petición
del voto femenino, sean dentro o fuera de una campaña electoral, es de una
desvergüenza política de altos vuelos. Y como lo hacen todos los Ayuntamientos,
y como les interesa a todos los partidos políticos, guardan un prudente
silencio cuando están en la oposición a la espera de estar en el poder y ser
ellos los protagonistas en los multitudinarios ágapes.
La queja viene cuando
ese encuentro vecinal para el yantar, así se le llama eufemísticamente, se hace
dentro de una campaña o lo suficiente cerca como para que se vea un interés
político mucho más cercano al voto que se va a depositar en días. El dinero que
se gastan de todos los vecinos no es lo preocupante para los partidos
denunciantes, se nota que para ellos no tiene dueño y que pueden usarlo con
total displicencia, con la alegría de que no sale de sus bolsillos. Y los
vecinos aguantando a que semejantes caballeros se gasten su dinero en fiestas.
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