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Ciudadanos tiene que elegir entre el PSOE o Vox


Emilio Ruiz
@opinionalmeria

➤ Todos los dirigentes de Ciudadanos, tanto los estatales como Juan Marín, han repetido hasta la saciedad que el tiempo de Susana Díaz se ha acabado, que ha llegado el momento de poner fin a 38 años de Gobierno socialista. Dicen, también, que el pueblo andaluz se ha manifestado de forma rotunda sobre el deseo de ver a los socialistas fuera de la presidencia de la Junta. Esta interpretación de la voluntad de los electores es un poco sui generis, pues, que uno recuerde, cuando los andaluces acudimos a votar lo único que se nos pidió es que echáramos una papeleta en la urna. Nada más. La interpretación que se hace del sentido de esa papeleta corresponde al interés de cada uno.

Francisco Serrano, líder de Vox en Andalucía

Desmontada la reiterada teoría de Ciudadanos y del Partido Popular de que lo legítimo es que gobierne la lista más votada –a Pedro Sánchez lo consideraban un okupa-, es aceptable que el partido de Albert Rivera estime que la Junta de Andalucía debe ser dirigida por otro candidato y otra mayoría. El candidato lo tienen, y es Juanma Moreno, que no ha cedido a las pretensiones de Juan Marín de arrebatarle el galardón. La mayoría, también, pero para ello es necesario el concurso de Vox, un partido de ultraderecha que predica, entre otras extrañezas, la extinción de todas las medidas para evitar la violencia de género.
Al dar al salto a la política nacional, Ciudadanos viró un poco a la derecha para considerarse un partido liberal, europeísta, de centro
Ciudadanos nació en Cataluña como un partido socialdemócrata que se alimentó principalmente de los desencantados del PSC, un partido que, en opinión de Albert Rivera e Inés Arrimadas, había abandonado a sus tradicionales electores, que eran principalmente no nacionalistas. Al dar al salto a la política nacional, Ciudadanos viró un poco a la derecha para considerarse un partido liberal, europeísta, de centro, con un granero de votos que iba a proceder en una pequeña parte del Partido Socialista y en una gran parte del Partido Popular. Y así ha sido.

En la campaña de las elecciones andaluzas Ciudadanos no ha escondido su deseo de desplazar a los socialistas de sus posibles alianzas postelectorales para comprometerse con el Partido Popular. “Usted y yo siempre nos vamos a entender”, decía una vez y otra Juan Marín a Juanma Moreno. Pero las urnas le han jugado a Ciudadanos una mala pasada: la suma de las formaciones de ambos suman 47 escaños, lejos de los 55 que son necesarios para conformar una mayoría. Los escaños que les faltan son precisamente los que tiene en su poder el ultraderechista Santiago Abascal, con quien Ciudadanos rehúye sentarse en una mesa a tomar café.
Albert Rivera tiene dos opciones: o facilita que Susana Díaz siga gobernando, algo que le horroriza, o requiere los servicios de Santiago Abascal, algo que desprecia
Albert Rivera no quiere pactar con Vox porque siempre ha sentido horror por una pérdida de la virginidad política de esa forma tan traumática, que deshace su discurso moderado y modernista. Pero tiene dos opciones: o facilita que Susana Díaz siga gobernando, algo que le horroriza, o requiere los servicios de Santiago Abascal, algo que desprecia. Hay una tercera opción, marear la perdiz hasta llegar a la repetición de las elecciones, pero posiblemente sus electores nunca le perdonarían que, pudiendo hacerlo, no pusiera fin a 38 años de lo que ellos llaman ‘régimen socialista’. En 2015 las combinaciones no daban, pero ahora sí. Con Vox. Rivera empieza a darse cuenta de que en política algunas decisiones por tomar no son tan simples como él las veía.

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