Antonio Felipe Rubio
Periodista
➤ Una
de las funciones principales que tiene asignada un ayuntamiento es la de
presupuestar, administrar y ejecutar los recursos económicos dimanantes de la
sociedad que representa. Bien sea en concepto de impuestos, tasas, precios
públicos… estos recursos han de ofrecer una reversión para satisfacción general
de los ciudadanos contribuyentes que tributamos en menor o mayor cuantía.
Pleno del Ayuntamiento de Almería |
Uno
de los argumentos que antecedieron el debate en el plenario fue el que
protagonizó el alcalde, y que fue malinterpretado por la oposición. El
presidente del Concejo anunciaba un presupuesto “libre de política”, y entiendo
que dejó entrever que las cuentas no han de tener un sesgo ideológico que, como
ocurre en gobiernos de fuerte implantación sectaria, no se decante por customizar las cuentas con los tópicos
calificativos de “sociales, para la gente, para los más desfavorecidos,
progresistas, expansivos…”. En fin. Una verborrea inconsistente que sólo sirve
para algo imposible: adjudicar personalidad ideológica al dinero.
Aunque
el debate de presupuestos es de gran trascendencia para el decurso del ejercicio
anual, los diferentes miembros de la oposición rara vez presentan una sólida alternativa.
Atrás quedan aquellos tiempos en los que, sin tantas facilidades (ordenadores,
asesores, apoyo técnico, dedicación exclusiva…), algunos grupos de la oposición
no sólo presentaban enmiendas puntuales (recuérdese a Salvador Fuentes o
Antonio Sáez Lozano). En varias ocasiones se presentó todo un presupuesto
alternativo en el que, partida a partida, se iban detallando y refutando las principales
opciones paralelas a las que presentaba el equipo de gobierno municipal. Este
modelo de oposición se entiende más constructivo al no detenerse en una crítica
más o menos vitriólica que suele saldarse con acusaciones personales sin
beneficio alguno para el contribuyente, y nulo efecto en el objetivo
fundamental: hacer el mejor presupuesto para la ciudad. Al
margen de la exhibición, postureo, sorpresa y algún escarceo estratégico, el
debate no aclara nada sobre las alternativas que no aparecen o quedan solapadas
por el ruido de pueriles confrontaciones.
Una
vez más, el debate de los presupuestos ha delatado las posiciones que los
distintos partidos políticos muestran como ruedas de transmisión de sus
respectivos dirigentes supraprovinciales. El propio alcalde aludió a esta
escasa capacidad de maniobra autónoma cuando se dirigió a Miguel Cazorla
recordándole que “otra vez le habían enmendado la plana”.
Sin embargo, lo más indignante fue ver el
silencio cómplice y vergonzante del grupo socialista al tratar el punto de los
reconocimientos extrajudiciales de crédito (operaciones que no han seguido el
procedimiento reglado por diversos motivos, pero que hay que pagar) y que se
refiere al pago de 42 000 euros a la Junta del PSOE en concepto de realojo a
los vecinos de Pescadería afectados por los desperfectos y riesgos diversos en
el edificio de El Patio y desprendimientos en cerro Las Pedrizas.
El
Ayuntamiento de Almería fue la primera institución que se interesó por la
situación de los vecinos afectados y se hizo cargo del realojo en hoteles y
hostales, así como facilitar el material necesario para paliar las
consecuencias de un desalojo realizado con la premura que urgía el estado del
edificio. El equipo de gobierno municipal realizó los trámites pertinentes y
satisfizo los pagos (incluidos los realizados a Cruz Roja -que también cobran,
y bien-), quedando pendiente una partida de cuarenta y dos mil euros que exige
la Junta, y que pagaremos todos los almerienses con el aplauso y la silente
vileza política del PSOE de Almería.
42.000 “malditos” euros; así calificaba el
concejal de Urbanismo y Vivienda, Miguel Ángel Castellón, la deuda reclamada
por la Junta de Andalucía; y se dirigía hacia la bancada socialista que,
callada como puertas, no demudaba la color ante esta indigna dependencia de las
directrices del PSOE de Sevilla. Eso sí, no faltaron las “solidarias” apelaciones
a las inversiones en barrios periféricos, personas más desfavorecidas… y tal y
tal y tal.
Además
de aflorar su verdadera faz, la Junta no puede ofender a los almerienses con
estos desprecios. Esos malditos 42.000 euros ya se los cobró el PSOE con creces
en la maniobra propagandística que escenificó en el teatro de operaciones. Eso
sí; esperando la electoralista reversión de los vecinos, deslumbrados por tan
desprendida y “altruista” generosidad. Sin olvidar la complicidad de los
concejales socialistas y su portavoza
que, cuando hablen de desvelos por el bienestar ciudadano, más vale que
esperemos a ver quién paga la factura.
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