Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería
➤ Apenas
unas horas después de que se conociera el resultado de las elecciones
andaluzas, el lunes 3 de diciembre, la dirección de El mon a RAC 1, el programa
con más audiencia de Cataluña, tuvo la amabilidad de invitarme a participar en
la tertulia de esa mañana. Fueron más de veinte minutos de entrevista por parte
de Jordi Basté desde el estudio, acompañado por Marius Carol, director de La
Vanguardia; Pilar Rahola, comentarista, y Antoni Baños, ex diputado de Ezquerra
Unida. Querían conocer la opinión de un periodista andaluz sobre los resultados
electorales y sus consecuencias.
Beli Rodríguez, diputada de Vox |
Hablamos de todo y de todos y, como era
previsible, la irrupción de Vox en El Ejido en particular y en Almería en
general, ocuparon bastantes minutos. La llegada de la extrema derecha al
Parlamento inquietaba a mis circunstanciales compañeros de análisis (a mí,
también; no me gustan los extremismos de ningún lado), pero ninguno cayó -al
menos durante mi participación en el programa- en el recurso de la
descalificación hacia el municipio andaluz donde más apoyo había cosechado esa
opción política.
Solo desde el desconocimiento más conmovedor (y también más inútil) puede aspirarse a que en un escenario social sometido a un cambio tan formidable como acelerado no aparezcan perfiles que, a veces, perturben la convivencia
Dije, porque así lo pienso, que Almería es un territorio de
integración en el que, pese a la extremada complejidad que supone la convivencia
de personas llegadas de más de cien nacionalidades distintas, no existe más
conflictividad que en otras zonas del país donde este escenario multicultural
es mucho mas reducido. Y defendí, también, que en la prestación de los
servicios públicos que son la base de la cohesión social, como la salud o la
educación, la convivencia está normalizada y sin discriminación. Los niños,
todos, están escolarizados; a quien va a un centro médico o a un hospital, lo
que se le pregunta es qué dolencia le aqueja, no de qué país llegó; y, en las
calles, no hay más conflictividad que en otra ciudad cualquiera. ¿Que hay
problemas?, por supuesto; pero es que solo desde el desconocimiento más
conmovedor (y también más inútil) puede aspirarse a que en un escenario social
sometido a un cambio tan formidable como acelerado no aparezcan perfiles que, a
veces, perturben la convivencia.
Acomodar la llegada de miles y miles de
emigrantes -y en tan pocos años- a una provincia en la que los servicios
públicos no eran suficientes ni para quienes ya vivían aquí, no es objetivo
fácilmente alcanzable. En los últimos años en Almeria se han construido
colegios, viviendas, centros de salud, hospitales, pero, siempre, la demanda ha
sido mayor por la intensidad de los flujos migratorios y, hay que insistir,
porque el déficit ya existía antes. Vox ha obtenido unos resultados excelentes
en el Poniente, pero encontrar en el rechazo al inmigrante la única causa que
los ha propiciado es caer en un reduccionismo de escaso nivel intelectual o de
abundante sectarismo malintencionado.
La inmigración y su complejidad es un factor, pero también lo han sido el hartazgo hacia una clase política burocratizada, la torpeza de creer a los populistas propagadores de soluciones simples a problemas complejos, o la indignación por el bucle interminable del desafío independentista
La inmigración y su complejidad es un
factor, pero también lo han sido el hartazgo hacia una clase política
burocratizada, la torpeza de creer a los populistas propagadores de soluciones
simples a problemas complejos, o la indignación por el bucle interminable del
desafío independentista. No hay una sola causa, hay una acumulación de causas
que han acabado diseñando una aritmética electoral que nadie preveía. El
fenómeno migratorio ha sido importante (hay quienes, en el poniente y en otras
muchas zonas de España, quieren a los inmigrantes a las seis de la mañana en
las rotondas, pero no a las seis de la tarde en las calles), pero no explica
por sí solo el resultado electoral.
Lo que sí intuí, no desde esa mañana, sino
desde el momento en que se conoció el espectacular resultado de Vox en el
Poniente almeriense, es que El Ejido volvería a ser el oscuro objeto de deseo
para periodistas y tertulianos militantes del trazo grueso, la descalificación
genérica y la generalización interesada. No estaba equivocado. Los últimos días
han sido muchos los medios nacionales que han viajado al Poniente para
encontrar razones a esa aritmética tan inesperada y, como era de esperar, casi
todos han buscado, sólo, los argumentos en los que sustentar el titular que ya
traían escrito desde Madrid.
Si una realidad poliédrica la miras solo desde una perspectiva, la visión que de ella tengas será siempre parcial, injusta y errónea. Reflejará una parte de la realidad, pero no la realidad
Si una realidad poliédrica la miras solo desde una
perspectiva, la visión que de ella tengas será siempre parcial, injusta y
errónea. Reflejará una parte de la realidad, pero no la realidad. Y esa visión
parcial padecerá el pecado periodístico de la parcialidad. Una parcialidad de
la que nadie está, estamos, a salvo. De lo que sí hay que ponerse a salvo es de
los profesionales del patriotismo que, con sinceridad o intencionadamente, se
apresuran a declarar la guerra ante cualquier información parcial, errónea,
torpe o interesada sobre Almeria y sus entornos.
A la parcialidad no se combate
con otra parcialidad desde la trinchera de enfrente porque, al utilizar sus
mismas armas, las dos quedan descalificadas; a la generalización se le derrota
con el análisis pormenorizado; al insulto se de descalifica con el argumento
sosegado. Desde los sucesos del 2000 el Poniente almeriense se ha convertido en
una meca periodística a la que muchos llegan con intención de avivar el fuego.
No caigamos en hacerle mas fácil el trabajo alimentando con torpeza las llamas
desde aquí. La mesura, el sosiego y el desprecio son las mejores armas para
luchar contra ese incendio que algunos intentan mantener siempre activo. Que
nadie caiga en el error de echar más gasolina al fuego.
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