Instituto
de Estudios Almerienses (IEA)
➤Te nos ha ido, querida Pilar Quirosa, cuando más te
necesitábamos. De tu coraje habíamos aprendido a afrontar los desafíos de la
vida con esperanza y entereza. Nos hemos quedado huérfanos de tu sonrisa, de
tus palabras, de la gravedad y la ligereza que ponías en el tono de tus
lecturas poéticas, donde asomaba el ángel que velaba por ti, el guardián que
perfilaba la siempre sorprendida mirada con que nos regalabas. De tu entusiasmo sabíamos, de tu laboriosa entrega a las
causas más nobles y solidarias de la literatura, de tu fraterna generosidad
para con todos, de tu bonhomía…
Pîlar Quirosa (Foto: Rodrigo Valero, en La Voz) |
Te has ido, querida Pilar Quirosa, con los
pájaros que emigran en los cielos de enero para posarte en las ramas más altas
del cedro que te acerca a las nubes, allá en el alto cielo. Nos dejas aquí el
desconsuelo de saberte en el aire y saberte tan nuestra, hermana del mar de
Almería y del sonido de sus olas batientes: tus pies descalzos que han sembrado
las huellas de tus pies difuntos sobre las arenas mediterráneas de estas playas
en las que tanto navegaron tus ojos, dulce niña, Pilar amada.
Tras de tus anteojos nos sigues mirando con amor, sabedora de que la vida es un tránsito, un pasar apenas sin tiempo siquiera a detenerse para tomar aliento y seguir la marcha hacia ninguna parte
Ve que arrojamos
pétalos de rosa sobre las aguas dormidas de tus ojos, flores perfumadas para
tus manos de seda, bermejos claveles que ondulan en tus pupilas que duermen en
paz ahora. Ajena a los dolores, liberada de ellos, tu larga caballera de níveos
copos ondea al viento de Almería, dando vuelcos y vuelos sin medida. Tras de
tus anteojos nos sigues mirando con amor, sabedora de que la vida es un
tránsito, un pasar apenas sin tiempo siquiera a detenerse para tomar aliento y
seguir la marcha hacia ninguna parte.
Nos reconforta saber que ya no sufres,
que no tienes miedo al dolor ni a la muerte misma, que recitas poemas junto al
coro de ángeles que te aúpan y te llevan en andas hacia la puerta grande, como
tú merecías, niña que no has dejado de crecerte y crecernos, leve y libre,
libre y ligera en un soplo del alma. Hace frío en las tardes de este enero sin
lluvias y son largas las noches cuando nos falta alguien que como tú tenía
querencias de albahaca, siempre florida y musical en tus vestidos de sirena
varada.
Querida Pilar,
te llevas contigo la luz y el calor que recogiste en cuantas iniciativas
culturales emprendías porque amabas esta tierra que nos acoge con la alegría y
la esperanza de la madre que lleva el fruto cierto en sus entrañas. Eras como
las uvas de Almería, doradas al sol que nos da calor y nos alumbra.
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