Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería
➤ Después de veinticinco años y un día de irrelevancia y
de diez años y solo tres consejeros almerienses –Martín Soler, Mari Carmen
Ortiz y Rodrigo Sánchez- con capacidad decisoria en áreas importantes para
Almería en el consejo de Gobierno, la provincia puede, por primera vez en los
casi cuarenta años de gobiernos autonómicos, tener un peso político real en la política
andaluza.
Presidentes del Parlamento y Gobierno andaluces (Foto. Loa) |
Desde 1982 hasta 2008, solo la breve presencia de
Antonio García Tripiana en el entorno político del presidente Borbolla fue la
excepción de una regla marcada por el olvido cuando no el desprecio. Mientras
Cádiz, con Luis Pizarro, y Jaén, con Gaspar Zarrías, tenían una proyección de
amplio espectro en la política andaluza, al socialismo capitalino (en realidad
siempre mandaron ellos; la provincia solo era tropa) nunca le interesó Sevilla.
Tan poco les interesó Sevilla y tan nula fue su influencia allí durante
veinticinco años, veinticinco, nada menos, que los 210 kilómetros de carretera
tercermundista que separaban Adra del campo de Lorca se convirtieron antes en
autovía que los 110 que separan Almería de Guadix. Almería siempre ha estado muy lejos de Sevilla para los sevillanos y (qué
inmenso error) también para los almerienses. Pero esa ignorancia
compartida es ya historia y nada hay más inútil que azotar un caballo muerto.
Con el cambio político provocado por la aritmética parlamentaria en las elecciones de diciembre se puede, se debe y se tiene que abrir una nueva etapa
Con el cambio político provocado por la aritmética
parlamentaria en las elecciones de diciembre se puede, se debe y se tiene que abrir una nueva etapa. Ningún
dirigente socialista- ni Martín Soler cuando formaba parte del tridente con
Chaves y Pizarro- gozó nunca de la capacidad de influencia privilegiada que
ahora tienen Gabriel Amat, Javier Aureliano, Carmen Crespo y Marta Bosquet.
Recorramos los porqués.
Gabriel Amat porque el resultado de
diciembre no solo reiteró la hegemonía electoral del PP en Almería, sino que
situó a esta provincia como la única en la que los populares fueron
mayoritarios. La política es matemática y emoción. Los cuatro parlamentarios y
los mas de 70.000 votos avalan la primera; la vinculación del presidente
almeriense del PP con Arenas y, a través del incombustible político andaluz,
con Juanma Moreno (al que, salvo en las primarias y por razones que algún día
desvelará, siempre apoyó más que ningún otro presidente provincial) le
garantiza el rincón de los afectos, tan importantes en política.
Javier Aureliano porque su presidencia de
la Diputación y su presencia en el comité ejecutivo nacional por decisión de
Pablo Casado le sitúa en una posición privilegiada. Juanma Moreno no fue de
Casado, pero Casado sí es, desde la noche del 2 de diciembre, de Moreno. Javier
Aureliano está llamado a ser un puente transitable por las dos orillas de un
río que ahora baja en calma pero en el que cada uno de los que en el navegan
tienen memoria. Un resultado electoral favorable- e inesperado- tapa más los
desencuentros que el frío una manta zamorana.
Carmen Crespo porque las lealtades
arriesgadas en política se deben acabar pagando. La portavoz andaluza del
partido permaneció junto a Moreno en medio de las turbulencias desatadas en las
primarias. Apostó por Soraya cuando, de forma tácita, el PP almeriense apoyó a
Cospedal. Una política experta- y Crespo lo es, vaya si lo es- sabía lo que se
jugaba en la partida. En medio de la encrucijada eligió el camino de la lealtad
a quien le había llevado a la portavocía regional y, antes, a la delegación del
Gobierno en Andalucía. Su opción perdió las primarias pero ha ganado las
elecciones y esa circunstancia le sitúa en una posición y en un puesto, en San
Telmo o en el parlamento, de privilegio.
La presidenta del Parlamento, Marta Bosquet, se ha convertido, decididamente, en la número 2 de Ciudadanos en Andalucía
Y por último (pero no por eso con menos influencia,
todo lo contrario) Marta Bosquet.
La presidenta del Parlamento se ha convertido, decididamente, en la número 2 de
Ciudadanos en Andalucía, una posición en la escala de mando que aleja la
posibilidad de acabar convertida en presa en la jaula de oro que, para algunos
y algunas de sus antecesoras, acabó siendo la presidencia del parlamento. La
posición de Marta Bosquet está en las antípodas de la que ocupó Fuensanta Coves
cuando fue elegida presidenta de la Cámara. Su influencia en los consejeros de
Ciudadanos será todo lo determinante que ella quiera y seguro que querrá y la
ejercerá, pero siempre con la sutileza elegante con que lo ha hecho hasta
ahora. Pudo elegir y no lo hizo. El partido lo hizo por ella y ese camino tiene
un largo recorrido. Los escolásticos diferenciaban entre el poder y la
influencia. Bosquet pudo optar; no lo hizo y esa decisión le hace acumular las
dos fortalezas.
Dos fortalezas que unidas a las que reúnen los otros
dirigentes del PP hacen inevitable la pregunta de si a Almería le ha llegado la
hora de tener peso, de verdad, en la política andaluza. Ojalá que el caudal que
ahora acumulan no se pierda en el
exceso de prudencia, la sumisión partidista o el complejo de lejanía que
tanto ha perjudicado a esta provincia. Si no cumplen con su deber no les valdrá
ninguna excusa.
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