Antonio
Felipe Rubio
Periodista
➤Una
de las cualidades que han venido tradicionalmente adornando a la izquierda más
radical, y por ende más inculta, es la fascinación por adecuar la historia a su
conveniencia insertándola en su fecundo reducto de falsedades y manipulaciones.
Ahora, tras las “revelaciones” de Teresa Rodríguez (Podemos), queda zanjado el
debate sobre el nacimiento del flamenco como género musical, datándose con
inequívoca exactitud en el reinado de Isabel y Fernando. Sí, una vez más, los
Reyes Católicos son los responsables de esta inédita tropelía que viene a
sumarse a las ya conocidas del “genocidio” del Descubrimiento.
Afortunadamente,
Fernando Martínez (Memoria Histórica) ya tiene argumento para incrementar la
subvención a su Festival de Música Renacentista y Barroca en Vélez Blanco:
madrigales, cantigas, motetes… y ¡flamenco! Tremendo coupage. Lo nunca visto y
oído. La sucesión de citas, frases hechas, fantasmas del pasado y escenarios
comunes son el rancio combustible que pretende encender a las masas radicales
de la izquierda reaccionaria: “grandes corbatas y corazones pequeños”; “no nos
tiendan la mano y quítennos las manos de encima”… Oh, qué belleza argumental.
A la izquierda radical les quitas los Reyes Católicos, Colón, Franco, los ricos, los banqueros… y el flamenco y no saben armar un discurso mínimamente coherente
Conmovidos y transidos por la emoción, ahora decimos que los Reyes Católicos
intentaron eliminar el flamenco y encontramos un nuevo estigma que asocie a la
derecha -la actual- con la persecución de los gitanos y la consecuente
destrucción del flamenco. A la izquierda radical les quitas los Reyes
Católicos, Colón, Franco, los ricos, los banqueros… y el flamenco y no saben
armar un discurso mínimamente coherente.
Hablando de coherencia, es muy
lamentable que Susana Díaz haya desaprovechado una oportunidad histórica para
dignificar la actual lamentable imagen de un partido que, en mayo, cumplirá 140
años. Decía la presidente saliente que fue la Transición y Suárez los que
pasaron página a Franco y al franquismo. Pero Susana olvidó que fue Zapatero
quien recuperó el fantasma; y es Sánchez quien ahora lo procesiona con
enfermiza vocación revanchista.
Susana se va, pero avisando a Pedro Sánchez de que va a seguir como superstar andaluza
No ha existido jamás tanta obsesión
paleofranquista ni tanta rivalidad entre PSOE y la extrema izquierda para
insertar a Franco en el discurso “progresista”. Susana se va, pero avisando a
Pedro Sánchez de que va a seguir como superstar andaluza. Y lo hizo con la
miserable manipulación de la mujer, convirtiéndola en munición o empalizada
para amenazar y emponzoñar la “toma” de la Junta por las “derechas
involucionistas” que, como se ha demostrado -no hay nada más elocuente que la
realidad indeleble-, han sido esas denostadas derechas las que han
protagonizado una jornada histórica serena, elegante, respetuosa y digna.
Al
contrario, las izquierdas de mal perder, reaccionarias y escracheadoras han
alentado, organizado y sufragado cencerradas que se han extendido por la
geografía nacional (magnífico alarde exportador andaluz) para avisar a Pedro
Sánchez de que en Andalucía queda mucha Susana por batallar. Cuestión aparte es
el caso del SOC/SAT de Gordillo, Cañamero y “El Pancetas” que pretendieron
rodear el Parlamento de Andalucía… pero llegaron tarde. Es tan arraigado e
inherente a su condición que, teniendo en todo el día sólo una cosa que hacer,
llegan tarde. Jamás la metáfora de dar un palo al agua encontró mejores
registros que el relato de los sindicalistas llamados “trabajadores” que,
impuntuales y fatigados, se esforzaron enlazando sus curtidas manos para
sostener sus cuerpos enjutos por el obligado estajanovismo de la clase
opresora. Es pa mearse.
La batalla del lenguaje y el discurso políticamente
correcto no era una anécdota. Tanto arrogarse el patrimonio exclusivo para la
izquierda de conceptos como democracia, progresismo, libertad, igualdad… que,
llegado el momento de demostrar esos valores tan cacareados, son los primeros
en dar el espectáculo cuando se les acaba el ciclo de sus “apropiaciones”
institucionales. Tanto señalar a la derecha como golpista, antidemocrática,
involucionista… que estos progresistas salvapatrias llegan a creérselo, y se
sienten en la necesidad de evitar el sufrimiento que pueden infligir otros
gobernantes estigmatizados con el marchamo de fascistas, herederos de Franco y
primos de Isabel y Fernando.
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