Juan Folío
@opinionalmeria
➤ Una persona buena y entregada a los demás nos ha dejado para siempre, María Luisa Castillo. Su fallecimiento se ha producido en Granada, Nicaragua, donde llevaba varios años. La misionera almeriense comenzó su entrega a los demás colaborando en la parroquia de San Pedro. "Un día, el obispo Rosendo
Álvarez Gastón me nombró directora de Cáritas y eso me hizo acercarme al mundo
de la marginación, la pobreza y el sufrimiento", decía en una entrevista
con Eduardo D. Vicente en La Voz de Almería, en 2007.
María Luisa Castillo (Foto Loa) |
Castillo cursó sus estudios en el colegio Stella Maris, donde trabajó como profesora al finalizar la carrera de Física y
Química. Reproducimos a continuación una de sus reflexiones sobre su experiencia misionera en Nicaragua
Siendo pobres, amando a los pobres
Almeriense que peregrina en Granada (Nicaragua)
Cumplo,
si Dios lo permite, 20 años de haber llegado en mi primer viaje a Nicaragua. Y
sigo sin ser pobre y sin amar a los pobres. Aunque dejé Almería y en ella mi
historia, mi familia, mis raíces, mi futuro, aunque salté a esta orilla, sigo
sin servir a los pobres.
Recuerdo las calles de Almería y casi paseo al son de sus procesiones, oigo las bandas, los redobles, huelo su fragancia, veo a los cofrades, a los niños, a los mayores sentados en las sillas de las terrazas y pido a cada paso, ante cada imagen, ser pobre y amar a los pobres
Y la aclaración me la da el Papa Francisco con su mensaje para este
tiempo, es que servir no es solo dar, sino empobrecerse, hacerse pobre, vivir
como el Hijo y vivir como hermanos.
Por esto creo que el Papa reitera que la Iglesia no es una ONG. No son
grandes estructuras para el servicio de los pobres lo que el mundo necesita
sino estructuras fraternas de hermanos. Pobres entre los pobres.
Ya pudiera dar todos mis bienes a los pobres y ya pudiera yo saltar el
charco entre mi tierra y esta tierra sino me hago niña, e hija, si no me hago
hermana de mis hermanos los humildes y sencillos, nada he hecho.
Buen mensaje del Papa que nos llama a conversión a los que pensamos
que estamos dentro, a los que estamos en las orillas al borde del camino, al
otro lado del mar.
Y es que renunciar y dejar es solo un primer paso, como el de Abraham, pero
proseguir el camino del abajamiento y la pequeñez el camino de los hijos, eso
es pura Gracia y Gracia que se obtiene del Espíritu Santo.
Recuerdo las calles de Almería y casi paseo al son de sus procesiones,
oigo las bandas, los redobles, huelo su fragancia, veo a los cofrades, a los niños, a los mayores sentados en las sillas de las terrazas
y pido a cada paso, ante cada imagen, ser pobre y amar a los pobres .
Puede que este ser pobre y amar a los pobres sea el camino de la Cruz,
¡puede! pero es también el camino de la misericordia.
Quisiera en cada paso de Semana Santa y en cada estación pararme y entonar
una saeta, entonar desgarradoramente un canto de encuentro misericordioso con
el Cristo sufriente y en El con los Cristos sufrientes de esta tierra en
Nicaragua.
Encontrarme en cada paso en el nombre propio y a la vez en el nombre de la
Iglesia que me envió, la Iglesia de Almería, encontrarme como María, como
el Cirineo, como Veronica. Convertir cada procesión en un encuentro de
misericordia con El Cristo vivo en el hermano pobre y desamparado.
Quisiera con todos los almerienses entonar una nueva plegaria para
todos: Que cada paso de esta nuestra Semana Santa sea un paso de encuentro con los
que más lo necesitan, pero un paso tierno, una paso plagado no de cosas sino de
nosotros mismos, un paso pobre que ame a los pobres , no solo a los nuestros
sino a todos los pobres de la tierra.
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