Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería
➤ Carmen Crespo puso el otro día el dedo en
una herida abierta desde hace mil años y. como era previsible, la llaga
comenzó a supurar incomprensión y alarma innecesaria. Defendió la consejera de
Agricultura y Medio Ambiente cumpliendo el compromiso del presidente de la
Junta la necesidad de abordar un gran Pacto por el Agua y ya, de forma más
puntual, aludió a la posibilidad de que los excedentes de la presa de Rules
pudiesen acabar regando los invernaderos almerienses y no diluyéndose en el
mar. Como es habitual en el tradicionalismo localista, dirigentes de su mismo
partido y de otros en Granada reaccionaron de forma airada a un
planteamiento marcado por la lógica que impone el sentido común. Si hay
excedentes en una cuenca no los desaprovechemos, que sean otros los que se
beneficien de ellos. Nada más alejado del sentido común pero, a la vez, nada
más incendiario de pasiones ancestrales que ya deberían estar olvidadas.
Tiene el presidente y la consejera un
difícil camino por recorrer en esta aspiración tan lógica, tan necesaria y tan
eficaz para todos. Sostenía Einstein que si siempre haces lo mismo no
esperes resultados diferentes. Hasta ahora la historia del agua ha estado
dominada por una concepción bíblica. Caía del Cielo y, por tanto, aquellas
geografías beneficiadas por la lluvia eran poseedoras de un beneficio divino
que les pertenecía de forma intransferible y excluyente. Pero lo que ayer se
antojaba una quimera es hoy una exigencia y el tiempo que tardemos en darnos
cuenta de esa exigencia será tiempo perdido.
Granada y Almería no deben enfrentarse por el agua. Lo que deben asumir es una estrategia de colaboración que les permita ir más allá y formar, junto a Murcia, un espacio agroalimentario común
La globalización es una realidad que ha
llegado para quedarse a pesar de que la enfermedad infantil del localismo
todavía continua vigente en la estructura mental de muchos ciudadanos. La
tierra ha dejado de ser redonda para ser plana y la geografía, tan decisiva
durante miles de años por la imposibilidad de modificar las condiciones que
imponía, está perdiendo hegemonía por el impacto de las nuevas
tecnologías. Trasvasar agua a miles de kilómetros, desalarla, utilizar con
la máxima optimización su escasez o depurarla para volverla a utilizar
demuestra que desde Noé hasta hoy ha llovido mucho pero, sobre todo, que en la
optimización de un recurso tan escaso como geográfico se ha avanzado mucho más.
La batalla por la permanencia de fronteras en la utilización de los recursos
hídricos acabará en derrota para los que se atrincheran en su defensa. Lo malo
es que, cuando más tarden en darse cuenta, más grande será el perjuicio
que provoquen; no a quienes se verían- y se verán, al tiempo- beneficiados con
la construcción de esas grandes autopistas del agua, sino,, también, para los
que se consideran herederos de una divinidad climática inexistente.
A lo que deberían aprestarse quienes se
sitúan a uno u otro lado de esas trincheras es a pensar en el agua. No como un
elemento de enfrentamiento, sino como un espacio de colaboración que debe ir
mucho más allá.
Granada y Almería no deben
enfrentarse por el agua. Lo que deben asumir es una estrategia de colaboración
que les permita ir más allá y formar, junto a Murcia, un espacio
agroalimentario común. Es verdad que a veces, solo a veces, ir solo te permite
ir más rápido; pero no lo es menos que ir juntos te permite llegar más
lejos.
Los agricultores murcianos, almerienses y
granadinos son fuertes en los mercados europeos. Pero más, mucho más lo serían
si desarrollaran una estrategia compartida para aumentar su capacidad
negociadora. El mundo- y los mercados- están cambiando muy deprisa y quedarse
ensimismado mirando la belleza melancólica del campanario es una actitud
condenada al fracaso.
El sector agroalimentario de Almería, Granda y Murcia tienen muchas cosas en común
Que la unión hace la fuerza es algo que
nadie discute. En lo que cuesta más trabajo ponerse de acuerdo es en la
eliminación de los atavismos que la impiden. El sector agroalimentario de
Almería, Granda y Murcia tienen muchas cosas en común. Profundizar en lo que
nos hace coincidir y eliminar los obstáculos que lo perturban es un ejercicio
de inteligencia práctica, una virtud de la que murcianos, granadinos y
almerienses no andan escasos.
Seamos prácticos y que el agua que nos ha
separado se convierta un rio por el que nuestros agricultores transiten para
desembocar en ser mas fuertes ante los retos que no están por llegar porque ya
han llegado .
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