Antonio
Felipe Rubio
Periodista
➤ Varios
condicionantes determinan la singularidad del ser humano en las diversas
regiones del planeta. Las características antropomórficas se modifican desde el
clima, orografía, alimentación, religión, costumbres… Todos estos factores hacen
fácilmente diferenciable -a la vista- a un nativo esquimal de un centroafricano,
o a un lama de un imam. Al margen de las variaciones fisionómicas y las
identificativas vestimentas, hay un argumento universal que no se advierte por
el color de la piel o la uniformidad. El tonto es universal. No conoce
fronteras, y se halla en las frías cumbres tibetanas como en la tórrida sabana.
"Almería también ha conseguido dejar desprovisto de contenido histórico el homenaje a Los Coloraos, dando paso a una nueva versión ideológica de la que se apoderó la izquierda" (Foto: Archivo Loa) |
El
tonto sin fronteras puede hablar cualquier idioma; puede expresarse en la
segunda lengua más prolífica del planeta, y seguirá siendo tonto. Pero el
problema del tonto no es ya que lo sea, sino el irresistible efecto mimético
que produce en los más proclives a la tontería, y esa es una constante
universal: Por cada tonto con iniciativa y con acceso a una amplia difusión,
habrá una progresión geométrica de tontos que le secunden con inusitado ardor.
No
pretendo prospectar la tontuna en otras latitudes, basta con lamentar el efecto
que producen algunas provocaciones externas en los tontos que eclosionan en
nuestro entorno. Los hay de todos los colores y condición. Unos asimilan la
afrenta como una emocionada efervescencia espiritual que les impele hacia la
adarga y la celada. Otros, pertenecientes al Club de la Avería, están locos por
hacer realidad el aforismo del bar de carretera: “Hoy hace un día estupendo. Ya
verás cómo viene un tonto y lo jode”.
España
es un territorio con una fertilidad extraordinaria para aflorar este tipo de
capullos. No hace falta apoyarse en evacuaciones intelectuales de indigenistas
“aztecas” pasiegos o maduros-tarugos latinoamericanos, aquí tenemos todo lo que
necesitamos para mantener un buen tono de disquisiciones estériles y
confrontaciones fratricidas.
El
próximo día 1 de abril hará 80 años que terminó la Guerra Civil, y no hay mejor
argumento para persistir y percutir en la reparación, confrontación y revancha.
Lo más edificante para “actualizar” el octogésimo aniversario del “fracaso de
la inteligencia”, demostrando un reiterado desprecio por superar este bache
histórico con el permanente reproche y la reedición de los hechos con marcado
sesgo sectario.
No
hay signo alguno de identidad cultural que no esté cuestionado o pervertido. Ya
sean creencias, tradiciones o la mismísima historia indeleble, todo se acomoda
para conseguir enojar y empobrecer a la población sembrando ignorancia, dudas y
sentimiento de culpabilidad. Lo peor de estas inclinaciones revisionistas es
que no hay límite en referentes históricos dentro del inmenso horizonte de la
estulticia. La izquierda persigue como “hito histórico” de toda una legislatura
el traslado de Franco. Pero esto no termina aquí, quedan “logros” como Colón, los
Reyes Católicos, Don Pelayo, Viriato… Es interminable la lista de depuraciones
históricas realizada, y no hay límites temporales para sacar de contexto lo que
fue una hazaña ayer y execrable crimen hoy. Mucho están tardando estos lunáticos
en condenar a Neil Armstrong por “invadir” la Luna desde la preeminencia del
imperio capitalista y bla, bla, bla.
Almería
ha sido adelantada en esto de las perversiones históricas. El Día del Pendón
mutó cediendo a las presiones de una mínima minoría de ignaros. Almería también
ha conseguido dejar desprovisto de contenido histórico el homenaje a Los
Coloraos, dando paso a una nueva versión ideológica de la que se apoderó la
izquierda. Y así se pueden contar “iniciativas progresistas” como la
notabilísima del alcalde Martínez para cambiar el nombre de la Feria de la
Virgen del Mar por “Feria del Mediterráneo” y, ahora, en la “Puerta del
Mediterráneo” vemos la silueta del Indalo inserta en la trama urbana: un
paréntesis de lírica lisérgica entre tanta prosa de campaña.
Nuestra
vulnerabilidad es el resultado de una persistente ideologización sectaria.
Persistir en la confrontación es una oportunidad para los que encuentran la
brecha perfecta para descargar el odio, la insidia y el revanchismo vengativo.
Si nosotros mismos no logramos mantener el respeto desde la necesaria
discrepancia, es muy fácil que venga cualquiera con cualquier memez y nos ponga
de los nervios. Es necesario preservarse de los locos enardecidos y huir de los
tontos de babero. Hay algunos que han llegado a presidir su país… y hay una lista
muy larga de aspirantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario