Antonio Felipe Rubio
Periodista
➤ En la presentación de su último libro, Arturo Pérez-Reverte me
recordó a Otto von Bismark (“Envidio a España, lleva varios siglos intentando
destruirse a sí misma y no lo ha conseguido”) cuando matizaba sobre el estado
de “liquidación” de un país que ya está más que segmentado y confrontado por el
tremendo sectarismo y la escasa/nula capacidad de los gobernantes para defender
nuestros intereses con un mínimo de sentido común.
Ya van dos intervenciones en sede parlamentaria de la representante de Vox por la provincia de Almería, Luz Belinda, y a cual más desafortunada en la forma |
Uno de los argumentos que se están gestionando con enorme
desafuero es el de la inmigración ilegal y la panoplia de populismo que de este
asunto se desprende. Las distintas versiones, interpretaciones, ocurrencias y
oportunismo que afloran sitúan a un sector ideológico como generoso benefactor,
frente a otro tildado de racista y xenófobo; la milonga de siempre. Y, mientras
estas posiciones se radicalizan como seña de identidad sectaria, el problema
crece. Consecuentemente, los “observadores” de nuestra debilidad y
vulnerabilidad no dudarán en sacar provecho en sus actividades claramente
delictivas, incrementando la intensidad y crudeza en su modelo de “negocio”,
independientemente de los controles, limitaciones y legalidad establecida por
un país con un gobierno que, ayer monta una fiesta mediática de recepción, y
hoy prohíbe la información sobre la constante afluencia de pateras para evitar
la sensación de “invasión (sic)”.
Salvamento Marítimo y Guardia Civil del Mar lo son todo en cuanto a control, seguridad, auxilio y rescate en nuestras costas. Todo, menos un servicio de “autobús”
Ya van dos intervenciones en sede parlamentaria de la
representante de Vox por la provincia de Almería, Luz Belinda, y a cual más
desafortunada en la forma. Insisto, en la forma. Decir que Salvamento Marítimo
“no rescata”, sino que es un “autobús al servicio de ciertas llamadas”, es un
gran error. En España tenemos grandes servicios de ayuda y auxilio en los
Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, así como un altísimo nivel en
Bomberos, servicios sanitarios y rescate en situaciones límite, y si hay que
destacar un notable crecimiento e intensidad en su trabajo es Salvamento
Marítimo.
Por experiencia propia, les aseguro que no hay nada más angustioso
que quedar a meced de una situación extrema en altamar. Así, cuando escucho esta
ligereza en un asunto tan delicado, no puedo más que estremecerme con conmiseración
ante la ignorancia con la que se prodigan ciertas expresiones.
Salvamento Marítimo y Guardia Civil del Mar lo son todo en cuanto
a control, seguridad, auxilio y rescate en nuestras costas. Todo, menos un
servicio de “autobús”. La desafortunada afirmación, no obstante y con grandes
matizaciones, esconde una verdad mal expresada. Todo cambiaría si se hubiese
dicho que “las mafias creen que han tomado a nuestros servicios de salvamento
por un autobús, y esto no es así”.
Resulta altamente sospechoso que cada patera fletada por las
mafias negreras que zarpa de las costas de Marruecos sea precedida o secundada
de una llamada telefónica informando de las penosas condiciones de la
embarcación, así como la posición aproximada para “facilitar” el trabajo de
localización a las embarcaciones o helicóptero de rescate españoles -casi nunca
de Marruecos-. Igualmente, las inversiones de las mafias en material de
trasporte se han abaratado (menos combustible; motores de menor potencia;
ausencia de GPS plotter, radar, radio), así la rentabilidad del negrero es más
que aceptable aunque se pierda la embarcación cuando sean rescatados los
ocupantes.
52 ilegales rescatados tuvieron que pagar 216 000 euros para media
travesía hasta Isla de Alborán, donde fueron rescatados gracias a un “aviso
telefónico programado”. Salen a algo más de cuatro mil euros por persona. Según
las mafias, esta “tarifa” incluye el rescate por Salvamento Marítimo y la
logística para alcanzar suelo francés.
Mientras las mafias afinan sus ofertas y rentabilidad en estos
paquetes cerrados, los españoles nos afanamos en la confrontación que surge de
una frase desafortunada, y somos lo suficientemente insensatos como para hacer
de esto forma y fondo de un problema que, hemos de reconocer, estamos
demostrando no poder controlar. Y, si éramos pocos, ahora se lía con Pablo Casado
y sus medidas para las madres inmigrantes ilegales que den sus hijos en
adopción (fake news). Interesante episodio que evidencia la imposibilidad de
alcanzar siquiera la mediocridad en la errática política de comunicación del
Partido Popular. Es tradición secular.
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