Antonio Felipe Rubio
Periodista
➤ Uno de los indicadores que
evidencian la merma de calidad democrática en las instituciones es la pérdida
de los más elementales indicios de compostura (cortesía, educación, respeto…).
Evidentemente, resulta ocioso esperar gestos de cierta altura que acompañen al
cargo en algunos representantes públicos que, nada más verlos u oírlos, ofenden
la dignidad que ostentan en concejos y parlamentos. Baste escuchar algunas
atrabiliarias fórmulas en el acto de juramento para avizorar un futuro tan poco
esperanzador a efectos útiles, como muy prometedor para el esperpento y el
histrión.
Otro de los aspectos que
suelen delatar comportamientos muy poco atenidos a los valores democráticos es
el de la radicalidad despechada que se traduce en escraches o plantones, como
los que nos tienen acostumbrados los independentistas catalanes y la izquierda
radical que actúa como zombi evitando la foto en una salutación, escamoteándose
como almas en pena y deambulando a resguardo y soslayo como si fuesen
delincuentes que acaban de perpetrar un delito, y en eso, sí tendrían
justificación.
Viene a cuento lo anterior por
la intencionada ausencia de algunos miembros de la Corporación municipal ante
la visita institucional del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno,
al Ayuntamiento de Almería. Y resulta ocioso incidir en que la Corporación
representa al municipio de Almería, independientemente del sesgo ideológico. Es
predicar en el desierto insistir que, sea quien sea, con la legítima cobertura
democrática, el presidente de la Institución autónoma es el presidente de
todos, incluidos los sedicentes rivales. Y no hay manera de hacerles entender
que, así, es imposible encontrar beneficio para la colectividad cuando estos
individuos están lastrados por su propia estulticia; limitación insuperable
para alcanzar acuerdos y gestiones que redunden en beneficio de la ciudadanía.
Antes era el PSOE de Andalucía quien despreciaba al Ayuntamiento; ahora, si Adriana Valverde fuese la alcaldesa, sería el Ayuntamiento quien despreciara a la Junta. O sea, continuarían los enconados problemas para todos los almerienses
La expresidente de Andalucía,
Susana Díaz (PSOE), demoró año y medio en contactar con el alcalde de Almería,
Ramón Fernández-Pacheco (PP). La dirigente socialista visitó la capital y
provincia en varias ocasiones (asuntos despachados con correligionarios), pero
eludió con airado desparpajo el encuentro con el alcalde que, por cierto, la
primera acción oficial que realizó no fue la de cambiar almohadas o edredones,
sino enviarle una carta para mostrar los asuntos pendientes y vitales que
dependían de la Junta y que urgía reactivar o ultimar en el municipio
almeriense. Claro, cuando estos desplantes y desprecios los hace la “jefa”, qué
se puede esperar de conmilitones de inferior rango. Antes era el PSOE de
Andalucía quien despreciaba al Ayuntamiento; ahora, si Adriana Valverde fuese
la alcaldesa, sería el Ayuntamiento quien despreciara a la Junta. O sea, continuarían
los enconados problemas para todos los almerienses.
A pesar de la impresentable
actitud de los representantes de las izquierdas (PSOE/IU), la aptitud para el
desempeño del cargo queda en entredicho cuando se aducen los motivos. Ya es
lamentable lo que aflora; pero es peor cuando lo tratan de explicar.
El interviniente socialista, Indalecio Gutiérrez, justificó la inasistencia a la visita del presidente de la Junta de Andalucía por “agotamiento” de la limitada capacidad de contacto con los del PP
En el reciente e inolvidable
pleno municipal, el PSOE justificó el plante a la visita de Moreno aduciendo
que la bancada socialista tiene sus compromisos y agenda, pero que “ya
asistimos al acto con Marta Bosquet, Carmen Crespo y Maribel Sánchez Torregrosa”
y, además, “estuvimos hasta el final del acto”. O sea, no sólo no se dejaron
contaminar en contacto con esos seres, sino que aguantaron hasta el final,
lindando con la extenuación. El interviniente socialista, Indalecio Gutiérrez,
justificó la inasistencia a la visita del presidente de la Junta de Andalucía
por “agotamiento” de la limitada capacidad de contacto con los del PP. En
resumen: No fui a tu boda porque ya
estuve en el bautizo de tu primo.
En cuanto a los argumentos de
Izquierda Unida, habría que detenerse en el lenguaje criptográfico del
¿portavoz? Rafael Esteban, quien arguyó que “los otros días, cuando vino el
ministro de Fomento (¿?), nos quedamos con el ¨claqué¨ y como pasmarotes”. Y
hasta aquí llega mi capacidad. Me declaro incapaz para entrar en tamaña
exegesis e interpretar y conectar argumentos inherentes a la maestría de Fred
Astaire, un ministro de Fomento y el no querer ir a ver al presidente de la
Junta de Andalucía. Esto ya es metafísica del Ente Abstracto.
Es mucho más fácil deducir que
la izquierda, tan “tolerante y respetuosa” con las instituciones, tiene muy mal
perder, y es más fácil entender que todo fue porque se hincharon “Los huevos de
Manolo”.
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