Antonio Felipe Rubio
Periodista
➤ El arquitecto Jerónimo Junquera desarrolló la exposición en
representación de la UTE Junquera Arquitectos-MC Valnera. Previamente, aclaró
que se trataba de reflexiones y no soluciones concretas ni proyecto definitivo
alguno. Se trata de ideas expuestas a modo de conclusión de esta primera fase
de elaboración del Máster Plan, que concluirá con el proyecto definitivo en una
primera fase de actuación. No obstante, el arquitecto destacó la oportunidad
que el proyecto Puerto-Ciudad representa para “una ciudad que quiere tocar el
agua”, así como el potencial que dispone la ciudad para alcanzar el objetivo de
una transformación estratégica, insistiendo en la necesidad de aprovechar las
pocas oportunidades que se dan para acometer dichas transformaciones.
Puerto de Almería (Foto: Junquera Arquitectos) |
Bien. Una vez conocidos los edulcorados mensajes que suelen adornar
esta lírica arquitectónica, la cuestión es la siguiente: ¿Qué pasa en Almería
para que eche a andar definitivamente este proyecto? Sería interesante que
alguno de los concernidos reflexivos explicase el proceso por el que
iniciativas similares en Cartagena, Alicante, Málaga… han seguido el
procedimiento más racional y eficaz: analizar la potencialidad; establecer la
viabilidad; desarrollar un proyecto; poder sufragarlo y materializarlo.
Siempre mantuve que nunca se podría hablar de la conexión efectiva del puerto con la ciudad sin superar la barrera existente en el entorno de la Estación Marítima
Es la enésima vez que me pronuncio sobre el pretendido
Puerto-Ciudad, no sin la caución inducida por las imprecisiones y dubitaciones
del ámbito político, social, institucional y técnico que orbitan en una interminable espiral de
sugerencias, esperas, colaboraciones… En cualquier caso, siempre mantuve que
nunca se podría hablar de la conexión efectiva del puerto con la ciudad sin superar
la barrera existente en el entorno de la Estación Marítima. Esta estación de
pasajeros se contempla como una frontera internacional que ha de estar
custodiada, protegida y limitada por elementos físicos, tal que la actual valla
que se extiende por toda la Vía Parque, haciendo imposible la conectividad.
Sólo se puede hablar de solución si se traslada la Estación Marítima con sus
fingers de embarque, aduana y demás servicios a la zona de poniente (Puerto de
Pechina). Este emplazamiento es el que actualmente está ocupado por el granel a
la intemperie y otros materiales que descansan sobre un puerto que cuenta con una
defensa de poniente que habrá de completarse algún día como dársena portuaria.
El acceso a esta instalación está operativo desde la rotonda de Pescadería y,
por su configuración “fondo de saco”, sólo tendría un acceso de entrada y
salida por la citada glorieta para el pasaje que conecta con el norte de
África, y que ha de ser necesariamente controlado por la frontera
internacional. Así, el resto -prácticamente todo el puerto- quedaría abierto,
sin necesidad de valla y con la posibilidad de recuperar el Parque Nicolás
Salmerón y San Luis, así como todo el frontal de la Vía Parque que quedaría
como el enlace natural de Puerto-Ciudad.
El problema radica en que si desplazamos la zona comercial de almacenamiento y estiba hacia San Telmo, el tren tendría que cruzar absolutamente todo el puerto
No obstante lo anterior, aún no aparece el argumento determinante
y condicionante del proyecto: la conexión ferroviaria. Como no estuve presente
he de remitirme a la información publicada, y en ella se expresa un matiz sutil
y extraño enunciado por el arquitecto y expuesto como una “posible zona para
aparcar el ferrocarril”. O sea, que habla del ferrocarril como si de estacionar
un Smart se tratase. Para nada se habla de conexión ferroviaria, trazado en
superficie, trinchera, soterrado… Nada. Se deja caer el argumento, pero no hay
más explicación o compromiso sobre lo que hace unos días era condición
inexcusable e irrenunciable. El problema radica en que si desplazamos la zona
comercial de almacenamiento y estiba hacia San Telmo, el tren tendría que
cruzar absolutamente todo el puerto. Además, hacerlo íntegramente soterrado se
nos va de los anunciados 250 millones de euros, y hacerlo en superficie no es
muy recomendable si queremos resarcirnos de los factores limitantes de antaño
(tren del mineral en superficie). En cualquier caso, aún espero una razón
convincente que justifique la necesidad de llevar el tren al puerto, y que digan
con claridad para qué tipo de mercancías, beneficios logísticos, soluciones de
movilidad…
Ahora tampoco toca decidir. Hay que esperar –como siempre- a que
se celebren las elecciones. Primero, las generales, que determinan el apoyo del
Gobierno central. Luego, las municipales, que harán de ese apoyo lealtad
institucional o casus belli, según
afinidades o desapegos. Y sin olvidar las instituciones, asociaciones vecinales
y otros movimientos e inspiraciones sociales que ejercerán su presión sobre la
florifauna, el mineral, la pesca de la castañuela, la púa desde el Morro,
amaños de pimpes… En fin, nunca faltará la plañida añoranza y la oportuna
plataforma discrepante: más “ayuda” para avanzar desde la reflexión a la
realización.
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