Antonio
Felipe Rubio
Periodista
➤ Dicen
que no se puede extrapolar el resultado de unas elecciones generales al
previsible en una municipales. Sin embargo, cada día estoy más convencido de
que todas los procesos electorales se dopan con argumentos que nada tienen que
ver con el momento y el escenario. En unas elecciones municipales ya
intervienen posiciones ideológicas que nada tienen que ver con la esencia del
gobierno de un pueblo o una ciudad, y así vemos que algunos candidatos a la
alcaldía de su pueblo o ciudad parece que se presentaran a la presidencia de todo
un continente.
Los
mismos que se quejan de la duplicidad de administraciones son los que quieren
para su pueblo las concejalías de la Mujer, del Niño, del Abuelo, del
Trabajador, del Parado... Ellos saben que ya hay un ministerio, una consejería
y un área en la diputación que son una réplica de la misma materia en las
distintas administraciones, pero también hay que hacer una concejalía en el
ayuntamiento y contribuir a la dispersión. En el fondo, se trata de
aspiraciones de pretenciosos
“estadistas” que centran sus ambiciones en la senda melancólica del estorbo y
la ocurrencia inútil.
Gobernar una comunidad de vecinos siempre es complejo (Parques Alegres) |
Gobernar
una comunidad de vecinos siempre es complejo, y se complica más en función del
número de viviendas y los servicios que hay que mantener. El
problema se acrecienta cuando queremos introducir criterios que sobrepasan las posibilidades
de los propietarios e inquilinos. No tienen ya bastante los vecinos con
mantener en buen estado de las zonas comunes con la limpieza del recinto, factura de la luz, reparaciones
del ascensor… y ahora viene un candidato a la presidencia de la comunidad de
vecinos con la idea de adquirir los terrenos colindantes para hacer una piscina
olímpica, una biblioteca, un cine de verano… y que la vivienda que tiene Mari Loli,
la del 5º H, y que sólo utiliza cuando viene de vacaciones, sea utilizada para
albergar a unas familias simpatizantes de la presidencia y que precisan de una
“solución habitacional”. Evidentemente, todas estas medidas se adoptan con
cargo a la comunidad que habrá de pagar equitativamente; salvo los vecinos de
los áticos que, además, tienen coches con más de 200 CV en las plazas de
garaje. A estos vecinos, considerados de ideología contraria a la de la
presidencia de la Comunidad, se les aplicará un suplemento especial en concepto
de “tasa solidaria”.
Evidentemente,
esta comunidad de vecinos en unos pocos meses estará comía de mugre, no
funcionará el ascensor, la piscina (la que sirvió para que el presidente ganara
las elecciones) estará criando ranas y verdín… y Mari Loli vendrá de vacaciones
desde Alemania para emprender acciones judiciales y recuperar su vivienda a la
que, por cierto, ya le cortaron la electricidad y mantiene un enganche ilegal
con la luz de la escalera que, a duras penas, paga la comunidad.
Está
de moda la impregnación de ideología en cualquier acción política. Ya sea para
las generales o para las municipales, en un pueblo de 500 habitantes la
ideología aderezada de pretensiones inasumibles es una constante. Ahora, con la
dispersión de las derechas y las izquierdas, entra en funcionamiento el miedo
infundido en la población por los posibles pactos; pactos que tanto sirven para
la derecha como para la izquierda, pero siempre es la izquierda quien infunde
el miedo, a pesar de que hay pactos de izquierda que han resultado enormemente
destructivos, vergonzantes y calamitosos.
Los
pactos son deseables para poder construir con buen criterio, pero se convierten
en un tormento cuando entran en juego los egos personales, las venganzas y la
ideología sectaria y excluyente. Sin duda, encontrar un consenso que redunde en
el beneficio de la colectividad sería la mejor opción, pero estas soluciones
normalmente se condicionan o abortan por el sectarismo de los dirigentes que anteponen
sus intereses partidistas al beneficio de la comunidad.
Ahora
tenemos el reto de elegir al presidente de esta comunidad de vecinos que es
nuestro pueblo o ciudad. La elección tendrá repercusiones en el día a día de
nuestra vida cotidiana. La elección se puede fiar a ciegas a unas siglas de
partido o ideología, sin antes conocer bien y haber comprobado la capacidad del
candidato y el equipo que encabeza para desarrollar una buena gestión o, por el
contrario, un desastre. Y de ambas alternativas ya tenemos conocimiento y
experiencia.
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