Manuel León
Periodista
➤➤➤ La botica de Durbán, de Puerta Purchena, la más antigua de la
ciudad desde que fue abierta en
1862, cerrará sus puertas después del verano. La licencia del
establecimiento ha sido traspasada a un nuevo farmacéutico que abrirá local en
la zona de la Vega. El local actual, enfrente del kiosco Amalia, propiedad de las familias Durbán y
Monterreal, estará dedicado a otro tipo de comercio o negocio aún por
determinar.
El establecimiento anuncia la liquidación de existencias. El fundador José Quesada y su bisnieto Juan José Durbán (La Voz) |
Esta vetusta botica, uno de los símbolos
del comercio centenario de la ciudad, está situada en el bajo de uno de los
edificios modernistas más agraciados de Puerta Purchena, diseñado por Guillermo Langle en 1925,
el mismo año que fue nombrado arquitecto municipal. A su lado, como un hermano
gemelo, está el edificio con el bajo comercial de Pronovias, que fue diseñado por Enrique López Rull en 1910. La
farmacia que está a punto de extinguirse fue inaugurada hace 157 años por José Quesada Gómez, un pechinero que
tuvo también el honor de ser el albacea de Francisca Giménez Delgado, una de
las mecenas del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Almería. Quesada instaló
primero la botica en donde estuvo luego la Tijera de Oro y en 1880 se trasladó
a su emplazamiento actual esquina con la calle Regocijos.
Al morir el fundador, se hizo cargo
del negocio su viuda, Carmen
Algarra Muñoz, quien era descendiente de Ramón Algarra Alpuente, primer propietario del viejo
edificio, quien en 1829 edificó la casona sobre esa finca tan principal
extramuros de la ciudad de entonces. Algarra fue diputado liberal y colaboró
con su pecunio en construir el
Cenotafio original de Los Coloraos.
El establecimiento pasó a llamarse
entonces como Farmacia de la Viuda de Quesada y era atendida por un regente
llamado José Gallego. Hasta que en 1923 saltó de generación y pasó a sus nietos José y Francisco Durbán Quesada,
hijos del abogado Ramón Durbán y de Rosa Quesada Algarra. Fue cuando hicieron
el actual edificio señorial que luce con sus arcos, columnas, volutas y
cerámica vidriada en los balcones.
Los hermanos, farmacéutico y químico,
dieron en la tecla de la rebotica con la tecla de un antidiarreico, el Tanagel, que adquirió gran notoriedad desde
entonces hasta la actualidad, llegando a vender en los años 60 más de un millón
de cajas por todo el país. Tras la Guerra, los hermanos separaron los
negocios, y José se quedó con la farmacia y Francisco con el laboratorio.
Para muchos, la farmacia Durbán lleva
tanto tiempo en el corazón de la capital como el mismísimo Cañillo. Así lo
atestigua un despacho amueblado con berroqueños y unos mancebos que conocen el color de la pastilla que se
toma cada abuela del barrio. Fue el caso del popular Felipe, santo y seña durante años del establecimiento, de Ramón Granados o de Paco Álvarez Perucho, un antiguo
futbolista de La Cañada.
Tras el fallecimiento de su padre, José
Durbán Quesada, en 1982, Juan José Durbán Pérez tomó el revelo hasta hace unos
meses como propietario de la farmacia más antigua de Almería.
El último boticario ha sido Juan José Durbán Pérez, que falleció con 92 años el
pasado mes de febrero, y cuya actividad ha continuado durante los últimos meses
uno de sus hijos, también farmacéutico. Juan José Durbán, bisnieto del fundador, que nació en la Plaza de
San Sebastián, pasó su infancia entre fórmulas magistrales y jarabes para la
tos, pero su verdadera vocación fue siempre la de perfumista, llegando a montar una fábrica de colonias en Los
Molinos llamada Productos Paola.
Mientras que tuvo fuerzas acudió al despacho de esa histórica botica, que ahora
cierra sus puertas.
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