Antonio Felipe Rubio
Periodista
➤➤➤Rafael Doctor fue contratado por la Junta del PSOE hace unos dos
años al “ganar” un concurso público convocado por la Consejería de Cultura.
Según publicaba la revista “Ars Magazine”, Rafael Doctor (Calzada de Calatrava,
1967) ha sido “elegido” nuevo director del Centro Andaluz de Fotografía (CAF)
por la comisión de expertos nombrada por la Consejería de Cultura de la Junta
de Andalucía integrada por profesionales como José Guirao, Dionisio González y
Juan Carlos Robles”; todos de reconocida vinculación “progresista”.
Rafael Doctor (Loa) |
La “noticia” del cambio en un puesto de clara decisión política ha
sido unos de los más clamorosos y dramáticos pasajes de la reciente historia de
España. Recuerden la cantidad de denuncias ante los tribunales de justicia, la
airada protesta sectaria y el respaldo de colectivos profesionales afectos
cuando, en minutos cinco, Zapatero despidió a todo vestigio del gobierno del
PP, incluyendo proyectos como el Plan Hidrológico Nacional, sin importar el
alcance de las decisiones o la cualificación y trayectoria en la gestión. Había
que meter a los socialistas y echar a los del PP, y punto; y cuanto antes,
mejor.
Lo hacen tarde; el cesado va a seguir cobrando; el PP y la Junta se han metido en un indeseable jardín; el nuevo director llegará con el estigma y en el punto de mira… en fin. Éxito total
Ahora bien, léanse las diferencias: el PSOE removía los cargos y
ejecutaba ceses como si no hubiese un mañana. Los cesados del PP lo entendían;
incluso, algunos se apresuraron a preparar el hatillo con antelación para
evitar el roce con los que han demostrado no saber perder y, consecuentemente,
tienen también un agresivo, zafio y vengativo ganar. Por el contrario, los
maricomplejines del PP y sus socios de legislatura esperan, maduran, miran,
consultan, calculan, miden… y pasan los meses (seis) y se “atreven” a publicar
un cese que, a la vista de este proceder tardío y dubitativo, el perjudicado
encuentra ocasión para aducir motivos muy exóticos. O sea, lo hacen tarde; el
cesado va a seguir cobrando; el PP y la Junta se han metido en un indeseable
jardín; el nuevo/a director llegará con el estigma y en el punto de mira… en
fin. Éxito total.
Pasan los días, y el Gobierno andaluz se toma su tiempo para
evacuar decisiones; tanto tiempo como una octava parte de la Legislatura. En
ese tiempo no han podido encontrar alternativas a puestos relevantes,
estratégicos y determinantes para destinos que aún siguen en incierta interinidad
o en incomprensible reafirmación. Por el contrario, el formato PSOE “¡todos a
la calle!” se lleva por delante a los altos, medios e intermedios cargos en
cuestión de minutos. Así, el cargo intermedio no respira cuando el alto cargo
se retira silente y sin estruendo, y todos circulan con dignidad y asumiendo la
derrota. Lo que tradicional y normalmente se ha venido saldando con un ¡qué le
vamos a hacer, ajo y agua! Ahora, la situación ha devenido en una “purga” del
fascismo criminal de la florifauna. Si el cese del tal Doctor hubiese formado
parte de la abundante “legión” que se despide del cargo cuando llega el partido
rival al poder aquí nadie se hubiese enterado de nada, ni nadie hubiese
protestado por el natural devenir de las circunstancias.
Si el que se va es de la derecha porque ha llegado la
izquierda, es lo más natural. Pero si el que se va es de la izquierda porque ha
ganado la derecha, es una purga de los fascistas mataperros.
Dice Doctor que “entramos en una era donde los que estamos
significados por nuestras luchas estamos marcados y es necesario purgar (…) la
auténtica causa del cese es mi activismo antifascista y animalista”. Ergo, el
nuevo director del CAF habrá de ser, según la estimación de perfiles propios y
ajenos de Doctor, un fascista y un pateador de gatos.
Una reminiscencia del “Sindicato de la Ceja”, la Mesa Sectorial
del Arte Contemporáneo, va más allá al asegurar que una medida de este calado
“pone en serio peligro la imagen de España”. Para qué vamos a ir con medias
tintas.
El cese del director del CAF se ha convertido en un caso de
consecuencias lesivas para España en el entorno planetario.
Si no fuese por el lamentable dramatismo interpretado por el lobby
más sectario y subvencionado, habría que criticar sólo la pésima gestión del PP
para un cese. Sin embargo, cuando se subliman los argumentos como efecto de una
purga, añadiendo la defensa antifascista y animalista, se pierde la perspectiva
de un relato puramente laboral para entrar en el sectarismo reaccionario. Al
final el PP lleva razón, un cargo de responsabilidad que reacciona de esta
manera por su cese de actividad no puede ser ni presidente de su bloque de
vecinos.
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