Eduardo de Vicente
Periodista
➤➤➤ La casa de la esquina redonda de la calle Gravina será remodelada y
ampliada tras verificarse la compra de todo el edificio por parte de una
promotora. Se trata de dos viviendas históricas que formaban parte de un mismo
bloque. La más antigua, la que tiene
toda la fachada hacia la calle Real, es de la segunda mitad del
siglo diecinueve, mientras que la más moderna está fechada en 1910.
Una deplorable imagen que pasará al olvido (La Voz) |
La rehabilitación llenará de apartamentos modernos sus
dependencias y servirá para poner en valor una zona del casco
histórico muy desgastada por el abandono en los últimos años, como se puede
comprobar en la acera sur de la Plaza
de Santo Domingo y en el primer tramo de la calle de Braulio Moreno, donde destacan varias
viviendas vacías con fachadas ruinosas.
La recuperación del edificio pasará por respetar la fachada y por la transformación completa del interior para convertirlo en zona de apartamentos
La recuperación
del edificio pasará por respetar la fachada y por la transformación
completa del interior para convertirlo en zona de apartamentos, así como la extensa
ala trasera de la manzana donde todavía se pueden apreciar los restos del gran
jardín que tuvo. Es muy posible que en el piso bajo se respete el alma del
comercio que durante más de setenta años le dio carácter a ese rincón del casco
histórico. Allí estuvo la tienda
de ultramarinos ‘La Bilbaína’, de la familia Ruiz, famosa en Almería
porque en los años dorados del comercio marítimo era la encargada de
abastecer de víveres a los buques que llegaban al puerto.
El edificio albergó otros dos negocios
importantes en su tiempo: el
estanco de la calle Gravina y el salón de peluquería de señoras de Rafael
Muñoz, que desde 1967 estuvo instalado en el primer piso. Las dos
casas que han sido vendidas recientemente se habían quedado sin vida desde que
cerraron la tienda de comestibles hace más de dos décadas.
‘La Bilbaína’
fue uno de los grandes comercios de su tiempo, desde que hacia el
año 1915 el joven empresario de Canjáyar, Manuel Ruiz Sánchez, lo fundara en una de las esquinas principales
de la ciudad. Era uno de esos locales que parecían un museo por el sabor a
comercio antiguo que siempre tuvo el establecimiento. Tenía un mostrador de madera y mármol que
recorría toda la tienda; encima, presidiendo la esquina principal, destacaba
una espléndida caja registradora que fue de las primeras que vinieron a
Almería. En el mostrador nunca faltó un molino de ruedas negras que estaba
moliendo café desde que amanecía y que perfumaba toda la calle.
Al fundador del negocio lo sucedió su
hijo, Manuel Ruiz Abad, que
fiel a la tradición se mantuvo firme detrás del mostrador hasta que le llegó la
hora de jubilarse. Con su guardapolvo gris, como los tenderos antiguos,
esperando la llegada de los clientes, permaneció firme en los días del
declive imparable, cuando la tienda se había quedado antigua y apenas entraba
un alma a comprar.
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