Manuel León
Periodista
➤➤➤ A la Placeta del Sol de Vera deberían de ponerle hoy un crespón
porque se ha ido para siempre uno de sus vecinos más sobresalientes. Hoy
entierran en su pueblo, en Vera, a José Ramón Sogorb Salas, El Alicantino, quien, sin
haber ganado en vida ningún galardón especial, tenía el reconocimiento expreso,
humilde, callado, de todos sus paisanos por su laboriosidad al frente de esa
botillería legendaria en el corazón de la vieja Vera.
Hoy entierran a José
Ramón y parece que su pueblo se queda un poco más huérfano, a pesar de que
llevaba años retirado del mundanal ruido. Por la barra del Alicantino pasaron,
a lo largo de décadas que parecían siglos, habitantes de toda la comarca: gente de
Mójacar, de Garrucha, de Turre, de Los Gallardos, que iban al mercado veratense
de los sábados a comprar un vestido para un casamiento o a por un estuche de
lápices de colores, cuando en los pueblos apenas había unas pocas tiendas y
Vera era el abrevadero comercial de la comarca.
José Ramón, con su hijo Antonio |
Cientos de estudiantes
levantinos que íbamos a Vera a estudiar el bachillerato nunca podremos olvidar
a José Ramón, con sus gafas ahumadas, con sus buenos modales, cuando nos hacía
aquellos enormes bocadillos de atún o de magra o cuando nunca nos negaba vasos
y más vasos de agua mientras esperábamos el Caito al sol y sin un duro en el
bolsillo.
Hasta hace poco podíamos ver a José Ramón, con 94 años, con el pelo
blanco y sus pies castigados, sentado en la butaca en la puerta del estanco.
Descanse en paz el bueno de José Ramón, quien tanta sed estudiantil quitó, a cambio
de nada.
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