Miguel Ángel Vázquez
Senador del PSOE
➤➤➤El servicio público obliga a
tener agendas muy extensas y con mucha actividad durante todo el día. Es normal
que un alto cargo comience muy temprano y culmine bien entrada la noche. Los
que sufren estas maratonianas jornadas son los empleados públicos que acompañan
al político en su quehacer: personal de gabinete, escoltas y conductores,
fundamentalmente. Estos trabajadores conocen el sacrificio horario que acarrea
su puesto y lo suelen llevar con mucho estoicismo. Lo que ya no es tan normal
es que un alto cargo aproveche su agenda pública para extenderla con una
parranda privada y 'castigue' a su equipo con una noche en vela o de imaginaria
esperando a que el susodicho decida regresar a casa cuando el cuerpo ya no
aguanta.
Una peripecia de este tipo vivió
hace un par de meses un conductor que presta sus servicios en el Palacio de San
Telmo, sede de la Presidencia. Un preboste del gobierno de las derechas
adscrito a este departamento decidió ir a El Rocío por supuesta razón de su
puesto y concluyó la jornada a las seis de la mañana después de unas cuantas
horas de palmas y olés en distintas casas de la aldea. Cuando terminó su tarea,
si es que tuvo alguna, se pegó una juerga rociera de categoría y el empleado
público esperando que el gerifalte decidiera picar billete de vuelta al hogar.
Este alto cargo (cuyo nombre
conozco y me reservo) es muy amigo de otro que manda mucho más en San Telmo.
Posiblemente por eso, muchos días lo recogen de su casa en una ciudad a unas
decenas de kilómetros de Sevilla aunque por su posición en el organigrama no le
corresponde ese servicio y tendría que acudir al antiguo palacio de los
Montpensier en vehículo propio. No sólo hacen uso de privilegios que no les
corresponden, sino que además tratan con desdén y miran por encima del hombro a
los empleados públicos a su servicio. Estilo cortijero.
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