Manuel León
Periodista
⏩Fue la ilusión de su abuelo, su única nieta, la nietecica: Isabel
Martínez Redondo, la hija de su único hijo Pedro, la que le alegró su madurez y
sus últimos años, cuando ya vivía atormentado por un cáncer de vejiga y por la
sensación íntima de no haber sido correspondido por sus paisanos.
Isabel, en la casa museo con el legado de su abuelo (Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora) |
El domingo
falleció en su casa de Azuaga, en Badajoz, la que fue heredera del rapsoda
cuevano José María Martínez Álvarez de Sotomayor, una de las cumbres -junto a
Villaespesa y Julio Alfredo Egea- de la lírica almeriense. Se ha ido Isabel con
92 años, en el duermevela, en su casa pacense de Azuaga, donde se retiró con
su marido, Ricardo Llera, hace ya muchos años.
Un día la llamamos por teléfono
desde Radio Sol para un programa, cuando acababa de enterrar a su padre y recuerdo
aún cómo sonaba su voz melancólica, acordándose de su pueblo, de sus gentes, de
su abuelo. Isabel daba la sensación, siempre que coincidías con ella, de que
era una de esas mujeres con el destino escrito: honrar la memoria de su abuelo.
Vino muchas veces a la patria chica de sus antepasados, con ese rostro que
tanto recordaba al poeta, con esa voz que se emocionaba cuando le preguntaban
algún detalle de él: de cómo explicaba que Sotomayor pasaba las madrugadas
escribiendo, como el imaginario Don Quijote leyendo, de cómo recitaba de bien
versos propios y ajenos, de cómo gustaba de bromear y de jugar partidas de
ajedrez en el Casino.
Cuando ella nació, don Pepe Soto tenía 47 años, estaba en
lo más fecundo de su carrera literaria, como poeta y dramaturgo, aunque le
costara un potosí transcender a veces de sus límites provinciales, más allá de
sus éxitos con algunas obras de teatro estrenadas en Madrid. Recuerdo que vino
en 1998 con motivo de la reedición del Romancero del Almanzora y para un homenaje que
le hicieron a su abuelo en Diputación, siendo alcalde de Cuevas Antonio Llaguno
y concejal de Cultura Juan Parra.
Isabel, con el alcalde de Cuevas. Antonio Fernández Liria (Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora) |
Y hablaba y hablaba de su niñez y de su
juventud cuevana, de los carnavales, de la casa de su tío don Carlos García
Alix, de los juegos en la fábrica de la luz, de la vivienda de doña Eugenia en
el Castillo, de cómo residió un tiempo con su abuelo en la calle La Rambla. A
partir de 1997 empezaron las conversaciones con ella para que parte del legado
de su abuelo volviera a Cuevas.
Y pasaron los años e Isabel hizo lo que debía,
aunque no estaba obligado a ello: legar todo el archivo, enseres y mobiliario
de su antepasado al pueblo al que tanto quiso y por el que tanto sufrió. Y así
fue como poco a poco, siendo ya concejal Juan Leal y alcalde Jesús Caicedo, fue
llegando todo ese emporio de libros, de cuadernos manuscritos, su mesa de
despacho, su guitarra y todo lo que conforma hoy ese glorioso museo cuevano a
Sotomayor, en lo que fue la casa palaciega de Los Figueras, que fue construida
por un tío del poeta, Pedro Martínez Soler.
Ese día de diciembre de 2007,
cuando se inauguró esa estancia tan entrañable, tan sentimental e íntima,
dedicada a su abuelo querido, Isabel resplandecía de emoción, alegre como unas
castañuelas, con su abrigo de piel por los hombros, saludando a sus amigas de
la infancia, firmando el acta de donación de libros, muebles, cuadros,
grabados, fotografías, manuscritos de todas las obras y hasta la bandera que él
diseño para el Kalifato de Calguerín en esa época de hechizo islámico tan en boga.
Isabel pudo venderlo todo en cualquier rastro o subasta de antigüedades, pero
no lo hizo y ahora están ahí para disfrute de las nuevas generaciones de
cuevanos y de almerienses en general. El último gesto de generosidad con Cuevas
y con su amigo Pedro Perales -el más profundo conocedor de la obra de
Sotomayor, el profesor que más ha divulgado esos ripios que nos saben a gloria
a todos los que somos de esa tierra porque nos habla de nuestros adentros- fue
la autorización para la edición de las Memorias del poeta, que fueron
presentadas en marzo en el Teatro Echegaray, ese que él tanto frecuentó y donde
representó muchas de sus obras dramáticas.
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