Antonio Felipe Rubio
Periodista
⏩ El primer mitin de Pedro Sánchez, utilizando el palacio de la
Moncloa y el Telediario de TVE, no ha podido salirle más barato. El gratis
total de los recursos públicos a beneficio sectario del ya candidato socialista
contó con escenario, recursos y oportunidad para generar un buen impacto de
audiencia; nada mejor para pedir el voto en la pre-precampaña.
10-N, elecciones generales |
Decir que espera que “los españoles hablen esta vez (10-N) con
mayor claridad” responde implícitamente a los deseos de algunos gobernantes que
históricamente se han significado por perseguir a toda costa el aumento
progresivo del respaldo popular sin importarles los medios, y así, hasta
alcanzar el momento propicio para conseguir el poder absoluto ostentado por una
personalidad que, con alarde de exhibida “resistencia” y enfermiza obsesión,
llegan a donde les conduce la desmedida ambición para gobernar/mandar sin
necesidad de otros compañeros de viaje que le puedan desenfocar sus
pretensiones, fobias, cambios revolucionarios… y otras ensoñaciones que,
lamentablemente, han supuesto tétricos episodios de la historia.
La ausencia de sacrificio en aras del beneficio para los
ciudadanos ha sido una constante que extiende el concepto “casta” hasta los que
se las daban de regeneradores, progresistas y apóstoles del maná extensivo y
expansivo. La mentira ya se ha abierto paso en un escenario en el que nadie se
ruboriza: podemitas que viven como marqueses, progresistas que les traiciona el
subconsciente en las pánfilas sobreactuaciones o los visionarios que venían a
poner orden y quedan a la orden de la aritmética que les brinda oportunidades
de mera existencia parlamentaria.
A partir de ahora, es posible que ese espacio letárgico en el que
han sesteado diputados y senadores se vea agitado. Ha sonado la campana, y esos
representantes de su provincia, que usted no tiene ni puñetera idea de quienes
son, entrarán en un estado de sobrexcitación para hacerse visibles ante el
electorado y, sobre todo, para granjearse el favor de la repetición en las
listas.
Si usted no es de los más cafeteros, haga el ejercicio de recordar
a quien votó. Seguramente, recordará a qué partido entregó su confianza, pero
no sabe ni qué o quiénes son los/las senadores y diputados que representan a
Almería. El motivo no es otro que no han aparecido y no se han concernido,
siquiera en los momentos más difíciles del catastrófico temporal; bueno,
algunos han surgido para sacar rédito de una desgracia personal.
Si usted votó a Podemos o Izquierda Unida (sin representación),
diga si ha visto u oído a alguien haciendo algo por esta provincia desde el 28
de abril. Si usted votó a Vox, diga si ha visto u oído a alguien haciendo algo
por esta provincia desde el 28 de abril. Si usted votó a PSOE, diga si ha visto
u oído a alguien haciendo algo por esta provincia desde el 28 de abril, salvo
cuando han actuado como como figurantes en la visita del ministro a la Geoda de
Pulpí o con Sánchez, intentando que le subiera al helicóptero. Si usted ha
votado a Ciudadanos, diga si ha visto u oído a alguien haciendo algo por esta
provincia desde el 28 de abril, salvo un muy ocupado dirigente nacional y
diputado por Almería que preguntó al “descubrir” que hay retraso en las obras
del AVE. Si usted ha votado al Partido Popular, diga si ha visto u oído a
alguien haciendo algo por esta provincia desde el 28 de abril, salvo por las
-esta vez sí- continuadas visitas semanales de Matarí que, por otro lado, quizá
no quiere perder el contacto con la provincia ante un posible posicionamiento
para la futura presidencia provincial del partido.
Del experimento anterior, se puede deducir la capacidad de acción
y compromiso de nuestros representantes políticos. Ya no es cuestión de ir a
ciegas o abrir un incierto melón el 10-N; ya conocemos el casting, su eficacia
y sus desvelos por los “problemas de la gente” y el “progreso progresista” de
la sociedad. Así, esta nueva oportunidad pondrá a prueba a los partidos
políticos que decidan repetir las listas de los candidatos surgidos hace más de
cuatro meses y que, por cierto, cobran desde el primer día, y no se sabe qué hacen
y dónde se solazan.
Algunos líderes de los partidos que pordioseaban algún arreglo con
Sánchez para tocar pelo de poder ahora lamentan el gasto de casi 200 millones
para las nuevas elecciones. Pero el ejercicio de la democracia no debe salir caro.
Lo caro de verdad es pergeñar un mal gobierno que nos arrastre a la ruina
económica y la ruptura de la unidad nacional. Y ese altísimo precio podríamos
pagarlo todos los españoles por mucho, demasiado tiempo.
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