Lealtad en tiempos de campaña


Antonio Felipe Rubio
Periodista

⏩ Es en los momentos difíciles cuando se conoce el verdadero talante de las personas. Las desgracias ajenas hacen brotar la solidaridad y la comprensión que todo buen nacido ha de sentir y brindar hacia las víctimas. Sin embargo, existe una coyuntura, una condición y una pulsión que hace desaparecer esa bonhomía para instalarse en el más abyecto e inmundo rédito que siempre se suele extraer de las desgracias ajenas, sea para beneficio propio o del colectivo interesado.

Inundaciones en Cabo de Gata (Loa)

Las últimas lluvias han provocado serios daños materiales, aunque nada es tan valioso como la vida perdida en la tromba que cayó en la capital. Ya sea la pérdida de una vida humana, como los daños materiales padecidos, todo es pieza apreciable cuando un político sale de “caza”.

Sin caer una gota de lluvia, las corrientes condujeron desde las vertientes superiores ingentes cantidades de agua que, junto a la bardomera arrastrada, causaron daños importantes en zonas como San Miguel de Cabo de Gata. Un amasijo de vehículos arrastrados, así como la destrucción del camping, la anegación de amplias depresiones y las inundaciones de zonas acotadas siguen produciendo grandes trastornos a la población afectada. Achicar el agua embalsada se complica con la proximidad del mar al no tragar la tierra el agua que encuentra un pronto nivel freático. No bombear con presteza esas aguas embalsadas produce, enseguida, los consabidos problemas de pestilencia y proliferación de mosquitos; sin olvidad que la saturación de la tierra anegada impide que filtre la que aún ocupa sótanos garajes y viviendas de planta baja.

¿Y de todo esto qué trasciende? Pues una sobreactuación estéril a efectos de utilidad que, por el afán de exagerar, se entrega al histrión sin encomienda alguna.

Lejos de unir energías en la solución a los problemas, nuestros políticos discuten, critican y se enzarzan en una contienda que encuentra el fértil limo del barrizal cuando de precampaña se trata. Nada de precaver soluciones para la próxima, que llegará con mayor virulencia. No se ha expuesto solución alguna para que un campo de futbol se vuelva a anegar si no se le aplica una amplia red de desagüe; no se aporta un desvío para modular las futuras avenidas; no se señalan las depresiones inundables para allanarlas… todo se centra en amplificar el enojo de los vecinos y explicarles que “con ellos esto no hubiese pasado”; pero de aportar soluciones, nada. Este escenario de venirse arriba con las desgracias o situaciones indeseadas que los actuales gobernantes no solucionan con celeridad es ya inveterada costumbre del PSOE. Recuerden aquel candidato socialista a la alcaldía que aseguraba tener la solución al botellón en el Parque, pero no la desvelaba hasta conocer el resultado de las elecciones y, siempre que fuese elegido alcalde, revelaría el arcano: todo un ejemplo de ciudadano colaborador y concernido.

Ahora, lejos de colaborar, en el afán de magnificar y criminalizar, se cae en el ridículo. El concejal socialista Antonio Ruano acaba de asegurar por “los datos que han constatado” que la laguna de Cabo de Gata alcanza los “dos hectómetros cúbicos”; es decir, dos mil millones de litros (un hectómetro cúbico es un cubo de 100 metros ancho x 100 metros de largo x 100 metros de alto -o profundidad, según se mire-). Pero se le puede excusar al jurista (rama de letras) esta excentricidad exaédrica, aunque lo arregla apelando a la aportación del “científico” colega de bancada socialista asegurando que “podrían ser cuatro hectómetros cúbicos”… y así hasta dejar el lago Baikal como una somera charca.

Los vecinos son agitados y utilizados como arma arrojadiza. Incluso, se utilizan sublimes conceptos como la “democracia progresista” para justificar acciones “históricas que cierran el círculo de la democracia”. O sea, una enfermiza revancha que se recrea con el visible enojo de cuatro frikis es poner la guinda que la faltaba a la democracia. Así, con dirigentes que entienden la democracia desde la perspectiva de una estéril venganza, no cabe esperanza para la solución de los problemas de gente. Ellos están y se consolidan siempre y cuando haya confrontación y fantasmagóricas deudas que saldar; y así no se arregla el país, y lo peor, se acrecienta la miseria intelectual; justo como ocurrió en la desgraciada II República española.

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