Emilio Ruiz
@opinionalmeria
⏩ Andrés Samper forma parte de ese
voluminoso grupo de cargos institucionales de Ciudadanos que han dado el salto
directo de la ‘sociedad civil’ a la actividad política sin antes pasar por la
siempre valiosa experiencia de una alcaldía o de una concejalía. Por su
juventud se puede decir que Ciudadanos sigue siendo aún un partido en
construcción. Casi de la noche a la mañana se ha encontrado con la necesidad de
cubrir miles de puestos en Ayuntamientos y parlamentos y gobiernos autonómicos
con una estructura de partido muy pobre y con una afiliación tan escasa que es
casi testimonial. Esta decisión de echar mano de candidatos ajenos a la
política ha sido vendida por Albert Rivera como una forma de abrir la actividad
pública a la sociedad. La realidad es bien distinta: Ciudadanos da entrada a
tantos independientes porque su nómina de afiliados cualificados es muy escasa
y está agotada desde hace mucho tiempo. Éste no es el caso, por ejemplo, del
PSOE o del Partido Popular, que tienen miles de candidatos con experiencia en
los distintos niveles institucionales. Hoy, para hacer carrera política, el
camino más corto es apuntarse a cualquiera de los partidos emergentes
(Ciudadanos, Vox y Podemos), que disponen de una precaria plantilla de personal.
Como apuntaba al principio, Andrés Samper
pertenece a este grupo de neonatos políticos. De su consulta de médico de
familia y dietista ha dado el salto al Parlamento de Andalucía sin antes
haberse baqueteado en una alcaldía o alguna concejalía. Y, por lo que se ve,
nadie de Ciudadanos le ha advertido de que la política se rige por unos cánones
que son distintos de los que rigen en cualquier otra función profesional. En la
vida privada ser honrado es un mérito. En la vida política no es suficiente
mérito ser honrado, sino que también hay que parecerlo. Diría, incluso, que
principalmente hay que parecerlo.
Lo ocurrido a Andrés Samper con lo de BlablaCar no deja de ser una anécdota, una tontería
Lo ocurrido a Andrés Samper con lo de
BlablaCar no deja de ser una anécdota, una tontería. Por si aún hay algún
lector que no se ha enterado del caso, se lo recuerdo: Samper tiene que viajar
todas las semanas a Sevilla para cumplir con sus obligaciones parlamentarias
como diputado por Almería que es. El viaje lo hace en coche, y viaja él solo,
porque su compañera Marta Bosquet, al ser presidenta del Parlamento, tiene agenda
propia y, además, disfruta de coche oficial. BlaBlaCar es una plataforma de
internet que pone en contacto a personas que viajan a una misma ciudad para
compartir vehículo. Samper no ha tenido mejor idea que apuntarse a esa
plataforma para buscarse compañeros de viaje a Sevilla. Ya ha llevado a varios.
Por cada uno de ellos ha percibido 24,50 euros, de los que 4,50 se lleva de
comisión la plataforma. Como se sabe, el Parlamento de Andalucía cubre mediante
dietas y kilometraje los gastos de desplazamiento de los diputados desde su
ciudad de origen hasta Sevilla.
La decisión de Andrés Samper de
suscribirse a BlaBlaCar ha sido más un acto de bisoñez política que un acto con
fines crematísticos, creo yo. Dice él mismo que lo ha hecho porque necesitaba
compañeros de viaje, porque el viaje frecuente de Almería a Sevilla se hace muy
pesado si no tienes al lado con quien charlar. Le creo. No obstante, habría que
haberle recordado que hay otras fórmulas para encontrar compañeros de viaje sin
necesidad de percibir retribución económica alguna.
Hoy, domingo, Andrés Samper ya no es diputado, está dado de baja en la plataforma BlaBlaCar y su cuenta de Twitter ha desaparecido. Le ha faltado un detalle: comparecer ante sus electores y explicarles lo sucedido
Andrés Samper no debía dimitir, y de hecho
no ha dimitido, por haber cometido el desliz de haberse apuntado a BlaBlaCar y
percibir por ello una gratificación económica que ni siquiera alcanza los 100
euros. Este error se hubiera subsanado con una rectificación en forma de baja
en la plataforma y la devolución de las cantidades cobradas a sus acompañantes.
La dimisión se produce de forma obligada por la reacción que tuvo al conocer la
difusión de la noticia y ver publicado su ofrecimiento en BlaBlaCar. De forma
acelerada y sin encomendarse a reflexión alguna, el día 23 de octubre, a las
18,35 horas, no tuvo mejor ocurrencia que publicar este bochornoso tuit:
“Desmiento rotundamente esa noticia. Alguien ha tomado una foto mía para publicar
eso”. O sea, que Samper no dimite por la bisoñez de apuntarse a la plataforma
de viajes, sino por su reacción de negar unos hechos cuya veracidad era
fácilmente comprobable.
Hoy, domingo, Andrés Samper ya no es
diputado, está dado de baja en la plataforma BlaBlaCar y su cuenta de Twitter
ha desaparecido. Le ha faltado un detalle: comparecer ante sus electores y
explicarles lo sucedido. No es tan grave el asunto como para huir avergonzado.
Si lo hubiera hecho y hubiera explicado las cosas tal como han sido nos
hubiéramos ahorrado relatos tan fantasiosos como ese de Juan Marín de que esto
ha pasado porque un día Andrés Samper mató con su coche un perro.
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