Antonio Felipe Rubio
Periodista
Para el PSOE, Almería es un campo de experimentación calculando el
grado de falsedades que puede soportar la población y, aun, continuar contando
con el apoyo de la gente a la que engaña y humilla. La penúltima ha venido de la mano del socialista Fernando
Martínez, candidato al Senado por Almería, encargado de anunciar -en periodo
electoral- lo que corresponde al Gobierno en funciones; pero no vamos a perder
tiempo en comportamientos antidemocráticos (pervertir y vulnerar las normas en
pre y campaña), ya conocimos infames precedentes después del 11-M y nadie se
sorprende del concepto de democracia que se calzan y acomodan ciertos partidos
“progresistas”. El caso es que Fernando Martínez justificó la paralización de
las obras del paso a nivel de El Puche -primera vez que se reconoce el plante-
debido a un modificado del proyecto.
"La política lo aguanta todo, pero una pellejería, aunque sea de baja intensidad, es demoledora" |
Durante la explicación, en el habitual y solemne tono engolado,
Martínez habló de una reunión técnica que jamás se celebró, así como la
convocatoria del consejo de administración de la sociedad Almería Alta
Velocidad para el día 23; reunión que no se produjo; no se explicó el motivo de
la suspensión y no quedó fijada una nueva fecha. El motivo: no había nada que
decir, nada que explicar y nada que modificar. Sencillamente, la obra se ha
paralizado porque el Gobierno del PSOE no ha pagado la certificación de las
obras en los estribos de la plataforma que sustentará la glorieta (“losa” la
llama Martínez).
Al no pagar, se han llevado las máquinas que hemos visto con
aspecto de grúas verticales de gran porte y que estaban pilotando en la zona de
trinchera por la que ha de circular el tren. Estas máquinas no se trasladan por
sí solas, y habrá que volver a traerlas, con el consiguiente gasto, si es que
la empresa subcontratada recibe el dinero que le debe el Gobierno del PSOE, y
si les ofrece una mínima garantía de seriedad en el cumplimiento de los
compromisos mercantiles.
Es muy difícil confiar en candidatos de un partido que no son
capaces de cumplir en el pago de las certificaciones de una pequeña obra
pública que, además, interrumpe, demora y perjudica a decenas de miles de
ciudadanos que todos los días hacen uso de un angosto y peligroso desvío por el
barrio de El Puche, dando acceso a lugares como el polígono industrial del
Sector 20, Torrecárdenas (Centro Comercial y Hospital) y una zona de amplia
población residencial que ha de padecer por un tiempo adicional la inutilidad
de unos gobernantes que, encima, nos quieren tomar por tontos.
La Mesa del Ferrocarril -supongo muy a su pesar- se ha visto obligada
a denunciar el plante de las obras por el impago de las certificaciones. Entiendo
que haberse visto impelidos a este “fuego amigo” será por tratar de retomar la
senda de la dignidad que se perdió en las sobreactuadas durísimas críticas y
performances contra el PP. Por cierto, el gobierno del PP puso en marcha la
obra que continuó sin incidencias, hasta que llegó el gobierno de Sánchez y se
produjo la paralización.
Esta edificante actuación, válida para un vulgar trapacero, no es
razonable para un plantel de candidatos que, dicho sea de paso, flanqueaban y
guarecían a Fernando Martínez como colaboradores necesarios y silentes en la
manipulación de la realidad. Y estos candidatos son los que dicen que van a
defender, por encima de todo, los intereses de Almería. En fin.
Y llegó el día 24 de octubre de 2019. Un día “histórico”, sin
duda, ya que un político almeriense comete una pellejería y se ve obligado a
dimitir, devolver su acta de parlamentario andaluz e irse a casa. No se
recuerda un caso similar en la reciente historia de la democracia, en la que
políticos díscolos son reticentes y refractarios a devolver el acta y se pasan
al grupo de no adscritos. Andrés Samper ha sido víctima de una “pillada” al
ofrecer en BlaBlaCar rentabilidad adicional en sus viajes a Sevilla para
asistir al Parlamento, aunque la Cámara andaluza ya le estaba “indemnizando”
con 400 euros a la semana; y si no era suficiente, Samper cobraba 24,5 euros a
los viajeros que le acompañaban en el trayecto al “trabajo”. Toda una decepción
para la presidente del Parlamento, Marta Bosquet, que se felicitaba por este
brillante fichaje. Y es que, además de mentir, lo peor es la cutre trapacería.
La política lo aguanta todo, pero una pellejería, aunque sea de baja
intensidad, es demoledora.
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