Moisés S. Palmero Aranda
Educador ambiental y escritor
⏩ Doña Esperanza
contestó hace unos días a un demoledor articulo de Ecologistas en Acción, en el
que acusaba directamente a todas las Administraciones de no hacer bien su trabajo.
En su texto se la notaba cansada, un poco desbordada por las circunstancias,
pero, por suerte, con esperanzas e ilusión de seguir trabajando por sus vecinos.
Me pareció una buena defensa de un político ante tan graves acusaciones, para
demostrar el arduo e invisible trabajo que hay detrás de su cargo, sobre todo
en estos tiempos donde todos los males se los achacamos a ellos y tan
desprestigiados están de cara a la ciudadanía. Meterlos a todos en el mismo
saco quizás sea injusto, pero cuando la gran mayoría piensa igual, quizás haría
falta hacérselo mirar.
Esperanza Pérez, alcaldesa de Níjar (Loa) |
Lo que no me
gustó de su defensa fue que hiciese lo de siempre; volvió a intentar matar al
mensajero. Reconocía que aún queda mucho trabajo por hacer, que las fotos que
inundan las redes de los residuos arrastrados por las ramblas son ciertas, pero
que no es cuestión de airearlas porque pueden hundir nuestra economía, tanto al
sector agrícola como al turístico. Estaría de acuerdo si se hubiesen dedicado a
falsear la realidad, a buscar ese único rincón sucio de nuestro campo, a
destacar lo inusual, pero una imagen vale más que mil palabras.
Nunca hemos pensado a largo plazo, hemos sido cortoplacistas y negacionistas, ante las previsiones que se hacían desde varios sectores, ante lo que podía pasar con la falta de agua, con el problema de la gestión de residuos, con la contaminación de nuestro entorno
En su situación,
tras la catástrofe, entiendo que se tenga que dedicar a solucionar los
problemas más urgentes, atender a las familias afectadas, garantizar las
cosechas y cuando llegue el momento, y los turistas estén a tiempo de llegar,
adecentar como pueda las ramblas y las playas. Y ahí, ahí es donde radica el
problema y se fundamenta la crítica de los conservacionistas. Llevamos
cincuenta años pensando solo en la próxima cosecha, en salir del paso, en
buscar el parche para contentar al mercado y los hoteles vuelvan a estar
llenos. Nunca hemos pensado a largo plazo, hemos sido cortoplacistas y
negacionistas, ante las previsiones que se hacían desde varios sectores, ante
lo que podía pasar con la falta de agua, con el problema de la gestión de
residuos, con la contaminación de nuestro entorno.
La mortandad de
peces producida en el Mar Menor estos días, achacada también a la feroz DANA,
debería servirnos como ejemplo. Los ecologistas, los conservacionistas, a esos
que se les acusa de catastrofistas, de alarmistas y de avivar las llamas que
prenden de las antorchas de nuestros competidores, advirtieron hace 30 años que, de seguir así, ocurriría lo que está ocurriendo, que el Mar Menor muriese.
La tormenta del
día 13 fue solo la gota que colmó el vaso, para que un ecosistema deteriorado,
al que no se ha dejado regularse por sí mismo, al que hemos acosado y
explotado, al que hemos maltratado e ignorado, nos ofreciese esas imágenes tan
dantescas. Estamos a tiempo de solucionar el problema, posiblemente, pero los
costes han subido exponencialmente frente a lo que hubiese costado de haber
puesto las medidas adecuadas en el momento adecuado.
En nuestra provincia, sobre todo en Nijar, DANA ha hecho lo mismo. Ha vuelto a demostrarnos la falta de gestión de nuestros residuos
En nuestra provincia, sobre todo en Nijar, DANA ha hecho lo
mismo. Ha vuelto a demostrarnos la falta de gestión de nuestros residuos.
Llegarán las ayudas oportunas para limpiar el estropicio, sacaremos la cosecha
adelante, atenderemos a los turistas, pero cuando lleguen de nuevo las lluvias,
que llegarán, volveremos a empezar.
Hay que trabajar a largo plazo, poner soluciones, hacer que se
cumplan las leyes, no mirar a otro lado. Hay que pensar en el futuro, en los
próximos incendios forestales, en la desecación del Río Aguas, en la limpieza
de nuestro campo, porque de lo que estamos seguros es que por desgracia
nuestros acuíferos se agotarán, los bosques arderán, nuestras ramblas llevarán
el agua al mar porque lo llevan haciendo
millones de años, solo que ahora las consecuencias se multiplican por nuestra
falta de visión de futuro, de trabajo en equipo, y de previsión.
Afirma la alcaldesa, casi con resignación, que colaborar no cuesta
tanto, y tiene razón. Pero los conservacionistas están cansados de colaborar,
porque llevan años advirtiendo, estudiando e informando de los graves problemas
que nos acechan a nivel local. Y lo peor de todo es que el tiempo les va dando
la razón, porque todos sus pronósticos se terminan por cumplir.
Colaborar es
exigirles a nuestras Administraciones que nos escuchen, que prevean, que se
adelanten a los problemas, que no se acuerden de Santa Bárbara solo cuando
truene, sino cuando el sol brilla sobre nosotros.
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