Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería
⏩ Las elecciones han dibujado un paisaje inquietante para el PP en
la provincia. Ocupar la tercera posición ha supuesto para los populares un
terremoto de fuerza diez en la escala Ritcher de su espacio electoral. Perder
la hegemonía en el orden de preferencia política provincial era una
consecuencia irremediable tras la consolidación de Ciudadanos desde 2017 pero,
sobre todo, tras la irrupción de Vox en las autonómicas de diciembre. Lo que
nadie preveía era que quedase relegado a la medalla de bronce.
Resultados de las elecciones generales en Almería |
La soledad es un
sentimiento incómodo en casi todas las situaciones, pero en el espacio tribal de la
política no hay nada más placentero que ocupar sin competidores la parte del
escenario que protagoniza tu argumento ideológico. Durante décadas el PP ha
sido el único ocupante de ese territorio de centro derecha, una realidad que le
ha procurado éxitos electorales históricos. Desde mediados de los 90 el centro
derecha ha dominado, salvo la excepción puntual del 13 M de 2004, la sociología
electoral almeriense. Esta realidad aseguraba victorias indiscutidas de los
populares y el único espacio que quedaba para la duda en cualquier elección
solo era conocer la ventaja que obtendrían sobre los socialistas. En Almería el
PP siempre salía como irresistible caballo vencedor en la carrera.
El PP de Almería, como el de Andalucía y como el de España, ha asistido al avance de Vox desde la indiferencia suicida y la torpeza política. Algunos de entre sus filas llegaron a considerar al partido de Abascal como una extravagancia simpática
Heráclito dejó escrito hace dos mil
quinientos años que “todo fluye,
todo cambia, nada permanece” y no ha pasado ni un solo día desde
entonces en el que la realidad no le haya dado la razón. Pero esta verdad
irremediable no es asumida por quienes protagonizan la política.
He visto pasar tan poca agua bajo los
puentes, pero a tantos políticos ocupando cargos que tengo la convicción de que
solo son excepción los representantes públicos que asumen la transitoriedad
inevitable a la que están condenados. Solo así puede llegar a entenderse que la inmensa mayoría continúe tocando la
lira mientras las llamas de la derrota cada vez se acercan más sin
que ellos hagan nada por acabar con el incendio.
El PP de Almería, como el de Andalucía y
como el de España, ha asistido al avance de Vox desde la indiferencia suicida y la torpeza
política. Algunos de entre sus filas llegaron a considerar al
partido de Abascal como una extravagancia simpática, un refugio sentimental
para nostálgicos del franquismo de bandera y pandereta que acabarían regresando
más temprano que tarde del “puesto que tengo allí” a la casa común de la
derecha de la que un día salieron. El problema es que aquella centuria de
neofalangistas que salieron de excursión hacia las montañas nevadas comprobaron
el 10 N que no solo estaban prietas sus filas, sino que, además, se fortalecían
y en qué medida.
Y esa es una realidad a la que el PP
estará obligado a enfrentarse y sería preferible, para sus intereses, que fuese
más temprano que tarde. Y, para esa batalla que no podrá eludir, solo tiene dos
opciones: o compite o confronta.
Desde el púlpito de las respuestas simples a los problemas complejos, las arengas de Vox siempre llegaran mas lejos que los argumentos del PP
La primera opción le situaría en la
incomodidad insoportable de alejarse de los postulados que ha defendido hasta
ahora situándose en una posición de derecha radical para competir por ese
espacio electoral con Abascal y, por tanto, asumiendo el elevado riesgo de que
los electores acaben comprando el original y no la copia. A Vox no le va a
ganar el PP, no puede ganarle, defendiendo proclamas radicales. Desde el
púlpito de las respuestas simples a los problemas complejos, las arengas de Vox siempre llegaran mas lejos
que los argumentos del PP. Los primeros pueden anunciar la tierra
prometida, los populares no porque sus años de gobierno les han demostrado que
esa pretendida realidad no existe y, en el ruido ensordecedor de la demagogia
populista, siempre se escucha más, mucho más, al que más grita, aunque no diga
nada.
Competir por ser más radical será una
táctica tentadora para quienes opten por la comodidad falsa del cortoplacismo.
La otra opción, confrontar con Vox la consistencia de sus propuestas, se aleja
de esa engañosa comodidad, pero sitúa la batalla en un territorio en el que hay
muchas más posibilidades de victoria. Es una disputa electoral a largo plazo,
llena de desazón (nadie dijo nunca que defender argumentos frente fuese tarea
fácil), pero es, no solo la manera de frenar el avance de los de Abascal, sino
el único camino para no dejarse arrastrar a la impostura de defender
planteamientos en los que no se cree.
El PP se opone a la inmigración descontrolada, pero no ve en el inmigrante un enemigo que roba derechos a los españoles. Porque es total y absolutamente falso
El PP se opone a la inmigración
descontrolada, pero no ve en el inmigrante un enemigo que roba derechos a los
españoles. Porque es total y absolutamente falso; ni considera las estructuras
comerciales de la Unión Europea unas normas que pueden ser soslayadas desde el
capricho puntual- hoy sí las cumplo, mañana no- de este o aquel sector económico;
ni está dispuesto a reducir a violencia intrafamiliar lo que las cifras han
constatado de forma indubitable que es una violencia de género (y para quien lo
dude: desde hace apenas quince años más de mil mujeres han sido asesinadas por
sus parejas o ex parejas. Mas víctimas que todas las causadas por ETA en
cincuenta años y nadie puso nunca en duda que eso no era violencia general,
sino violencia terrorista).
A Gabriel Amat, Javier Aureliano
Garcia o a Paco Góngora la noche del 10 de noviembre les situó en un laberinto endiablado. De su acierto en
la elección de la salida puede depender la recuperación de la hegemonía
electoral del PP y el mantenimiento de las principales alcaldías de la
provincia. Ellos deberán meditar la decisión que toman, pero de sus decisiones
puede depender de que la provincia se convierta en una aldea del populismo
donde las voces se oigan más que las palabras y los ecos acaben por cerrar en
Europa puertas que tanto beneficio nos han dado y nos siguen dando.
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