Antonio Felipe Rubio
Periodista
⏩ Hasta ahora, el escenario más visible de la campaña electoral (debate
de la Academia) ha aportado el adoquín de Rivera, el tono frailesco de
Iglesias, el estreno del inédito Abascal, las incontestadas interpelaciones de
Casado y el ademán displicente y pasota de Sánchez. Estas intervenciones y
ademanes han podido aportar conocimiento sobre la actitud y aptitud de cada uno
de los intervinientes en sus aspiraciones para llegar a presidir el Gobierno de
España. Sin embargo, hay aportaciones menos vistosas, y no por ello menos
trascendentes.
Debate a cinco (Foto: RTVE) |
Que un presidente del Gobierno -aunque sea en funciones- asegure
que el Ministerio Fiscal está supeditado a los criterios del Ejecutivo no es
una anécdota. La entrevista en RNE estuvo trufada de una especial insidia por
parte de un presidente que, además de suficiencia, mostró una mala leche de la
que, hasta ahora, sólo daban fe algunos que bien le conocen de cerca.
La entrevista, aun realizada en terreno amigo, mostró un carácter
agrio e irrespetuoso en las reglas más básicas que rigen el juego entre
entrevistador y entrevistado. Un entrevistado no puede devolver las preguntas
para que se las responda el periodista que le interpela; ni puede provocar en
boca del entrevistador la respuesta que, luego, asiente en complicidad. Lástima
que esos “cojones” exhibidos en un medio -ahora sí- controlado por el Gobierno, no se hubiesen
arriesgado ante un Alsina, Herrera o Federico.
Decir que el Ministerio Fiscal está controlado por el Gobierno no
es una chulería del que va de “sobrao” y desliza una imprudencia. El problema
es la acostumbrada praxis que domeña la teoría. Dicho de otra manera, el que
está acostumbrado a pervertir, intervenir, manipular… no tiene empacho algún
día en decirlo.
Recuerden algunos detalles recientes: Pablo Casado dijo que, en
una entrevista privada, Sánchez le aseguró cuándo y cómo iba a resultar la
sentencia de los políticos presos y la exhumación de Franco. Tampoco es una
coincidencia que se retrase la sentencia de los ERE´s hasta después de las
elecciones… y así, hasta una serie de “coincidencias” que, por casualidad, han
venido beneficiando a un candidato que, si se jacta de controlar a la fiscalía,
qué no habrá podido haber hecho en otras instancias y circunstancias. Pero lo
peor no es lo que haya acontecido -quod
factum est -, lo inquietante es lo que puede llegar a hacer cuando pudiese
contar con poder plenipotenciario.
Como bien dice Pablo Casado, un candidato que afirma el control
del gobierno sobre el Ministerio Fiscal, quedaría inhabilitado para continuar
aspirando a la más alta instancia de gobierno. Imaginen un canciller alemán, un
premier británico o un presidente de la República francesa asegurando que el
poder político manda sobre el Ministerio Fiscal.
Aún quedan por delante unas horas que pueden aportar más
sorpresas. Tras las ya conocidas manipulaciones y perversiones en la jornada de
reflexión, habrá que ver lo que sucede en Cataluña; mejor dicho, lo que deja
hacer, impide hacer o la sorpresa inopinada que tiene prevista Sánchez para las
horas previas al 10-N.
Hay algunas opiniones que abundan en un resultado que conduciría a
unas nuevas elecciones, y ese no sería un fracaso de la capacidad negociadora
de los partidos; sería un fracaso de los españoles que permanecemos aferrados
al infructuoso sectarismo dirigido por aquellos que buscan permanentemente
estímulos para alimentar la facción ideológica: Franco, guerracivilismo,
Memoria de la Revancha Histórica, fascismo, comunismo… y las apropiaciones
conceptuales de progresismo y otras acepciones en clave de género,
discriminación positiva y pánfilas o radicales expresiones sobre inmigración
ilegal, okupas y otros sectores obnubilados por la mendacidad progre. Este es
el momento en el que ya conocemos lo que han podido hacer, y lo que no hacen
por intereses partidistas. Además, hemos podido conocer la negativa a responder
sobre asuntos tan trascendentes como fiar el gobierno a pactos con auténticos
enemigos de la unidad nacional y herederos del terrorismo.
Tenemos la oportunidad de clarificar y focalizar un resultado que
evite la dependencia de lo más residual, no por pequeño, sino por indeseable
para respetar la independencia de jueces y fiscales, preservar la propiedad
privada, afianzar la unidad nacional… y erradicar los fantasmas que mantienen
esta absurda e inútil confrontación.
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