Antonio Felipe Rubio
Periodista
⏩ Negar el cambio climático es como
decir que la Tierra es plana. Otra cosa es hacer de la dinámica climatológica
una nueva religión o secta que nos sumerja en un hábitat de permanente
culpabilidad, haciéndonos protagonistas de todas las desgracias que acaecen en
el planeta. Es necesario, para emplazar el debate, discernir entre dos
conceptos: cambio climático y ámbito medioambiental.
El cambio climático es inexorable, inherente a la dinámica del planeta Tierra (Tendencias 21) |
El cambio climático es
inexorable, inherente a la dinámica del planeta Tierra, y tiene como como actores
únicos la geología y la astronomía. Son argumentos plausibles para hablar de
cambio climático o graves alteraciones globales del clima la tectónica de
placas, dinámica del núcleo interno y externo, movimientos convectivos del
manto, grandes erupciones volcánicas o alteraciones en las corrientes marinas.
De todo lo anterior, nada es consecuencia de la acción humana. Sólo la acción
de los CFC (clorofluorcarbono) ha tenido influencia planetaria, incidiendo este
compuesto gaseoso, utilizado masivamente en máquinas de aire acondicionado y
como propelente de todo tipo de sprays, en la merma de la sutil capa de ozono,
efecto conocido como “agujero de ozono”.
El efecto de cambio climático más
regular en la historia de la Tierra es el conocido como glaciación. El último
episodio acaeció hace unos 12.000 años. La exposición al Sol del planeta
depende de la inclinación de su eje de rotación. Este eje (Norte-Sur) tiene una
inclinación de 23,5 grados, posibilitando las estaciones de primavera y otoño
(equinoccios) y verano e invierno (solsticios).
Pero hemos de tener en cuenta
que este eje no es fijo; se mueve, completando una rotación completa en un “año
platónico” que dura 25.776 años. Así, la Estrella Polar dejará de servirnos
como orientación, y dentro de unos 12.000 años, la nueva Polar será la estrella
alfa de la constelación de la Lira (Vega).
Curiosamente, si recordamos que la
última glaciación acaeció hace 12.000 años y el movimiento de “precesión de los
equinoccios” (año platónico) dura unos 25.000 años, deducimos que nos
encontramos en el tramo más “caliente” entre glaciaciones. O sea, que lo del
calentamiento global estaría justificado al encontrarnos en la equidistancia de
los dos periodos más fríos. El cambio climático no tiene nada que ver con la
degradación medioambiental.
Es innegable que estamos repartiendo basura y
pestilencia por tierra, mar y aire; pero eso no infiere un cambio climático
global, “sólo” hace que vivamos en entornos más degradados e insalubres; y de
eso sí somos totalmente culpables. El fundamentalismo ecologista produce
alarmas infundadas y, por lo general, contrarias a los avances tecnológicos.
Ahora la han tomado con los plásticos. El plástico ha supuesto una gran
solución para evitar esquilmar los bosques o sobrexplotar las minas. Basta
mirar a nuestro entorno para encontrar plástico en todo lo que nos rodea y, que
de no ser por plástico en electrodomésticos, mobiliario, material de
construcción, implantes médicos… y catamaranes ahora estaríamos utilizando
recursos vegetales y minerales en ingentes cantidades.
Por un momento,
inspeccionen la cantidad de plástico que se utiliza en un vehículo. Salvo el
bastidor, algunas partes de la carrocería y el bloque motor, casi todo es
plástico. Y si no queremos utilizar plástico, utilizamos madera y metales, y
entonces sí que tendríamos un serio problema medioambiental.
Otro mantra falso
es el de los vehículos “ecológicos”. Los vehículos eléctricos reciben la
energía de generadores que se nutren de un mix de renovables, fósiles y
nucleares. Pero estos “inocentes” vehículos son grandes consumidores de
energía. Para alcanzar el “nivel 100” de una batería hay que aportarle mínimo
un nivel 120, ya que siempre hay pérdidas de transferencia. Nuestra hipocresía
ecologista es la de no contaminar donde estamos o por donde nos movemos; pero
sepamos que para circular con limpieza, antes hemos contaminado en otras
latitudes allá donde se generó la electricidad que ahora carga nuestra batería
con electricidad generada por algún molino, fotovoltaica o hidráulica, pero
mayormente por fuel, gas, carbón o nuclear de fisión.
Pero eso no lo vemos, y
así tenemos la conciencia tranquila; y sobreactuamos venerando a lo más
parecido a la “niña del exorcista” y escuchamos discursos apocalípticos de
políticos que darán con sus huesos como consejeros de las eléctricas, nucleares
o petroleras. Infundir miedo irracional es muy productivo para desviar la
atención. Antes de extinguir el planeta extinguiremos el género humano. El
planeta Venus –un mundo otrora parecido a la Tierra y actualmente lo más
parecido al Infierno- lo consiguió sin mediar civilización alguna. Pero
continuemos empecinados en no resolver nuestro problema medioambiental con el
argumento del cambio climático. Ya lo dijo A. Einstein: “Hay dos cosas
infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y de lo primero no estoy seguro”.
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