Paula Corroto
El Confidencial
⏩ “¿Vas a contar
conmigo?”. La
pregunta se la espetó José Guirao a
Pedro Sánchez el
jueves de la semana pasada, después de que el presidente hubiera obtenido la
confianza del Parlamento. El almeriense Guirao, gestor cultural bastante
conocido en su sector (y aplaudido), quería seguir. Tenía demasiados proyectos
incompletos. Pero Sánchez le daba largas. Hasta que no aguantó más y le
preguntó directamente, casi con la seguridad de
que iba a seguir en su puesto. Sánchez, entonces, no tuvo más remedio que contestar: “No, estoy buscando otro perfil. Más político y más relacionado
con el deporte”. ¿Su nombre? José Manuel Rodríguez Uribes. Se acababa
así la etapa de un ministro con perfil discreto, un ministro sin Twitter, un
ministro que no ha hecho ruido, que ha intentado sacar adelante proyectos
legislativos en funciones y sin presupuesto. Un ministro que, como señaló
Miguel Falomir, director del Museo del Prado, “intentó
ayudar”.
Pedro Sánchez y José Guirao (Loa) |
El jueves pasado, a última hora,
alrededor de las ocho de la tarde, se hizo pública la salida de Guirao. Él lo
sabía desde no hacía demasiadas horas. Fue una sorpresa, porque nadie se esperaba que Sánchez hubiera mostrado la puerta de salida a una persona que
le dio el sí después del batacazo que el Gobierno se llevó casi a primera hora
con el nombramiento estrella de Màxim Huerta. El presentador y periodista había
sido la apuesta personal de Sánchez y cuando se le escurrió entre las manos,
Guirao le salvó los muebles. Hay personas que olvidan rápido. El ya exministro terminó la noche del jueves en el pub Cock, en el barrio de Chueca en
Madrid, rodeado de amigos y colaboradores del ministerio.
Su sucesor
no se conoció hasta el mediodía del
sábado. El
hermetismo en Moncloa era total, lo que dio pie a múltiples especulaciones.
Para algunos, era evidente que Sánchez nombraría a alguien muy ligado a la
cultura y conocido por el gran público. Un gran escritor, una actriz conocida.
Otros pensaban en un perfil más de gestión cultural. Pero ¿por qué, si ya había
tenido a un gestor reconocido en su equipo y se había deshecho de él?
El nombre
elegido fue José Manuel Rodríguez Uribes, alguien que descolocó por completo al
mundo de la cultura y la prensa especializada. Un hombre del PSOE, fajado en la
Universidad Carlos III, del círculo de
Peces-Barba y Alfredo Pérez Rubalcaba. ¿Y la cultura? No figuraba en su
currículo. Lo que sí hay es una cercanía con el baloncesto, la federación y el Real Madrid, según ha podido saber El
Confidencial por fuentes muy cercanas al exministro.
Pedro Sánchez le sugirió a Guirao
que quería potenciar más el
deporte. Al fin
y al cabo, el Ministerio de Cultura también contempla esta cartera. Guirao
intentó poner en marcha la Ley del Deporte y una mayor igualdad en las
actividades deportivas. Pero parece que no fue suficiente. El almeriense se
había enfangado con la SGAE, con la Ley de Propiedad Intelectual —habrá que
adecuar la directiva europea del 'copyright'—, había potenciado una ley para el
Inaem, tenía el deseo de ampliar la Ley de Patrimonio Histórico. Es decir, la
gestión de un Ministerio de Cultura. A Rodríguez Uribes le
gusta el baloncesto —igual
que al presidente—, y eso suma puntos en este Gobierno.
La caída de
Guirao recuerda así a otra célebre destitución de un ministro de Cultura, la
del poeta César Antonio Molina,
fulminado en 2009 por José Luis Rodríguez
Zapatero por no
tener, como relataría más tarde, el 'glamour'
suficiente que sí
desprendía su sucesora: Ángeles
González Sinde.
José Guirao
ya ha puesto rumbo a otra etapa. Algunos de sus asesores en el gabinete de
prensa se mantienen de momento. Su jefe de Gabinete, David Calzado, regresa a
la Fundación Montemadrid, de la que procedía, como ha asegurado él mismo a este
periódico, aunque quedan conversaciones pendientes con el nuevo ministro. Mientras, en
el mundo de la cultura hay resquemor. Guirao caía
bien. Había hecho su trabajo.
(Si deseas leer el original de este artículo en El Confidencial, pincha aquí)
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