Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería
⏩ Vox ha comenzado en Almería (como en otras
provincias) a sufrir un proceso de descomposición en
el que todos saben cómo ha comenzado, pero ninguno cómo terminará. El triunfo, sobrevenido desde la emoción
neofalangista en el partido de extrema derecha, o prefabricado
marketinianamente en la yenka vacía de Rivera (izquierda, izquierda; derecha
derecha, ya saben), tiene la luminosidad efímera de la llama, pero no la
consistencia permanente de la brasa vertebrada. Quien pasa una mano sobre la
primera sabe que no quema; quien posa sus dedos sobre la segunda siente el
permanente calor abrasador que encierra.
Luz Belinda Rodríguez (La Voz) |
Vox ha sufrido esta semana su cuarta crisis en apenas unos
meses. Primero fue el deseo, rectificado por la fuerza de ´quien manda, manda´,
de la aspiración de su líder en El Ejido de ser diputado provincial; después el
golpe de estado de la dirección nacional relevando a Juan Francisco Rojas al
frente del partido y sustituyéndola por una junta militar, perdón: una gestora.
Mas tarde se desarrolló el cisma que dejó en el partido a solo uno de los tres
concejales obtenidos en Roquetas y hace apenas unos días, la parlamentaria
autonómica por la provincia, Luz
Belinda Rodriguez, abandonaba el grupo parlamentario andaluz y
pasaba a formar parte de los no adscritos desde el que ya ha comenzado a sufrir
un intensísimo bombardeo de desprestigio personal y político (militar, por
supuesto) por tierra, mar y aire.
Cuatro crisis en poco mas de medio año es un balance estremecedor, sobre todo si se tiene en cuenta que en tan poco tiempo han caído en el campo de batalla el líder provincial y la primera parlamentaria
Cuatro crisis en poco mas de medio año es un
balance estremecedor, sobre todo si se tiene en cuenta que en tan poco tiempo
han caído en el campo de batalla el
líder provincial y la primera parlamentaria que cosecharon en las autonómicas
de 2018. Y sin añadir a lo ya sucedido el folklore que precedió a la
elaboración de alguna de las candidaturas del pasado y a una futura crisis en
otro importante municipio de la provincia de la que ya se oyen tambores no muy
lejanos.
Los desencuentros son habituales dentro de
los partidos y no habría de sorprenderse porque el virus de los enfrentamientos
internos haya llegado hasta Vox. Lo que sí sorprende es que lo esté haciendo
con tanta virulencia y, además, en un momento político en el que el partido se
encuentra instalado en la confortabilidad electoral más absoluta: sube elección
tras elección, impone a PP y Ciudadanos algunos de su postulados y , como no
toma ninguna decisión sobre las cosas que realmente afectan al bienestar real
de los almerienses (¿Quién les ha escuchado alguna vez, no proponer, sino
siquiera hablar con rigor de los grandes y urgentes retos pendientes de la
provincia?) no ve amenazado su potencial electoral. Al contrario: la torpeza
del PP a nivel nacional cada vez les hace más fuertes.
Con la mirada clara y lejos hacia las
montañas nevadas y el ardor guerrero lleno de nostalgia por aquel tiempo que no
volverá cobijados bajo el manto, cuanto más grande mejor, de la bandera, Vox
sigue impasible el ademán, aunque, ¡ay!, sin cumplir el mandamiento de tener
prietas sus filas.
El alpinismo tiene demostrado que cuanto
más próximo estás de la cima, mas cerca estás del abismo. Podemos ha sufrido
esa contradicción al pasar en apenas tres años de 72 a poco mas de 30 escaños y
volverá a sufrirla cuando se dé cuenta de que quien pacta como segunda fuerza
está condenado a la decadencia (salvo que detrás tenga importantes apoyos
financieros y mediáticos de alto voltaje, como le sucedió a Ciudadanos en
Andalucía con el PSOE, con el que no gobernó, solo apoyó, lo que no le sucederá
ahora con el PP).
Vox puede haber llegado su cima (o no), pero lo que está quedando demostrado en estos meses es que, si el PP no comete el error de darle hilo a su cometa ideológica, más temprano que tarde comenzará su decadencia
Vox puede haber llegado su cima (o no),
pero lo que está quedando demostrado en estos meses es que, si el PP no comete el
error de darle hilo a su cometa
ideológica, más temprano que tarde comenzará su decadencia. Lo que
le está ocurriendo en Almería y en otras provincias es la demostración evidente
de que detrás de la marca no hay nada, solo arengas tan llenas de ruido como
vacías de contenido.
Pese a lo que sostiene la Biblia, el mundo
no se hizo en seis días, y un partido no se hace sobre un séptimo de caballería
al que le quitas la trompetería mediática y acaba diluyéndose en el barro
confuso de los intereses personales.
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