José Fernández
Periodista
⏩⏩⏩ En su “Baladilla de los tres ríos”, Lorca
describe una Andalucía que lleva azahar y olivas a sus mares por las aguas que
la atraviesan entre vientos y torres. Y ahora que estamos celebrando -esta
conmemoración es caudalosa y torrencial- el Día de Andalucía, quizás debiéramos
mirar a las tres maneras de entender el hecho andaluz que tenemos en Almería.
De entrada, la más vehemente: la de la
negación absoluta. Nada que celebrar, etcétera. La aspiración a la
independencia regional sostenida en el matiz diferencial de las hablas y
folclores, y reforzada por la revisión crítica de la componenda política que ligó
a nuestra provincia a la autonomía andaluza en tiempos en los que estábamos más
desinformados y éramos, por tanto, más felices. Hay que escucharlos y hay que
saber procesar ese malestar histórico de un modo más inteligente que el
empleado en otras regiones de España.
Otro cauce sentimental es el de las
lágrimas boabdileras del aparataje socialista desmontado por un pacto. Los
duelos y quebrantos de quienes han ensamblado ahora la mitología del Trifachito
como la del Golem del Sur y como remedio paliativo al destete. Son los de “las
derechas devoran nuestros derechos” etcétera. Unos pelmas.
Y luego finalmente
está una corriente menos tumultuosa pero que a mi juicio podría tener más
recorrido: los que creen que Andalucía ha entrado en los meandros de un cambio
muy beneficioso para una Almería que tiene mucho que decir en un contexto de
potenciación de la periferia. Una Andalucía alejada del modelo clientelar y
centralista de la factoría socialista, capaz de evitar la colonización
partidista y dispuesta a potenciar el talento y la capacidad de trabajo de los
andaluces en beneficio de todos y no de los de la misma sigla.
En la medida que
seamos capaces de pensar en Andalucía de un modo distinto al empleado hasta
ahora, quizás algún día Almería pueda, como decía Lorca, bajar de la nieve al
trigo..
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