José Antonio Martínez Soler
Periodista
⏩⏩⏩ En cuanto salen de la caverna, y cruzan la Plaza Vieja (hoy de la
Constitución), les brota un sarpullido por todo el cuerpo que delata su
proximidad al monumento a Los Coloraos, los Mártires de la Libertad. No lo
pueden remediar. Se les nota. De lejos. Son los mamporreros de Fernando VII, el
rey Felón, que abolió la Constitución de 1812, con la ayuda de los Cien Mil
Hijos de San Luis, y mandó fusilar por la espalda a 22 patriotas liberales, el
24 de agosto de 1824, en Almería. ¿Perdonar?, siempre. ¿Olvidar?, nunca.
Pingurucho de Loa Coloraos (Loa) |
Uno de
esos cavernícolas, conchabado con las tripas de Vox, ha tenido ahora la triste
y estulta idea de demoler, por segunda vez, el Pingurucho de Los Coloraos,
“bien de interés histórico”, nuestro más querido y glorioso vestigio
constitucional. No nos engañemos. Siguen, de tapadillo, la siniestra senda
fernandina contra la Libertad. Ya lo hizo, en 1943, su admirado y cruel
dictador, Francisco Franco. Desde el balcón de nuestro Ayuntamiento, el
genocida golpista no podía soportar su cercanía física al monumento a Los
Coloraos y, para librarse del mismo sarpullido que la libertad produce a los
liberticidas, lo mandó demoler. Muerto el dictador y recuperada la Libertad en
España, por la Constitución del 78, iniciamos el camino de la recuperación del homenaje
que nuestros padres rindieron en silencio a Los Coloraos durante los años de la
ominosa dictadura franquista.
Recuerdo que José Miguel Naveros, Juan Pérez y otros “salmeronianos”, como mi padre, solían recordar a los Mártires de la libertad, sin monumento, cada 24 de agosto, en la Plaza Vieja
Recuerdo que José Miguel Naveros, Juan Pérez y
otros “salmeronianos”, como mi padre, solían recordar a los Mártires de la
libertad, sin monumento, cada 24 de agosto, en la Plaza Vieja. El 24 de agosto
de agosto de 1988, inauguramos el Pingurucho actual construido con mármol de
Macael. Mi amigo Miguel Naveros me pidió que, en el acto inaugural, leyera la
carta que un colega periodista, uno de los fusilados sin juicio por el rey felón, escribió en capilla a sus hijos a los que animó a luchar siempre por la
Libertad. Lo hice con la piel de gallina y la voz quebrada por la emoción.
Inolvidable.
La nueva proyectada demolición del Pingurucho “calentó el corazón”
de Almudena Grandes (¡Que bonito artículo, Almudena!), erizó el cabello de la
ingeniosa Nieves Coscostrina (almeriense consorte) y movilizó a muchos paisanos
míos que nos reclaman agitación ciudadana para impedir la felonía de los
cavernícolas. Recuerdo las primeras palabras de Unamuno contra el grito “¡Muera
la inteligencia y viva la muerte!” del salvaje fascista Millán Astray en
Salamanca: “Hay circunstancias en las que callarse es mentir…” Esta es, para
mí, una de ellas. Sí, señor Quevedo: “No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo. ¿No ha de
haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se
ha de decir lo que se siente?”.
Felizmente jubilado, con mis niños criados y mi
casa pagada, hoy puedo escribir como si fuera libre. No me harán callar estos
bárbaros lobos liberticidas, disfrazados con piel de corderos demócratas. En la
Plaza Vieja no hay un problema estético ni urbanístico. Lo que hay es un
gravísimo problema ideológico, fruto de una injusticia histórica y una
ignorancia aterradora. Son restos, ¡qué lástimica!, de la España negra.
Pobre Megino. Quiso matar un símbolo de nuestra identidad constitucional y ha pasado miserablemente a la letra pequeña de nuestra historia
¿Cómo
olvidar hoy al alcalde Megino, de tan triste memoria? Habrá hecho cosas
importantes por Almería. No lo dudo. Pero los demócratas apenas lo recordamos
como aquel cacique, enemigo de Los Coloraos, que prohibió a la banda municipal
que tocara La Marsellesa en el homenaje a los Mártires de la Libertad. Pobre
Megino. Quiso matar un símbolo de nuestra identidad constitucional y ha pasado
miserablemente a la letra pequeña de nuestra historia. Señalaremos y diremos: “Sí. Megino, aquel enemigo de Los Coloraos que prohibió La Marsellesa en el
homenaje a los Mártires de la Libertad”.
Por eso, me gustaría saber hoy el
nombre y los apellidos (y la foto, si es posible, por favor) del autor de la
nueva idea demoledora del Pingurucho. Aunque solo sea para recordárselo a sus
nietos y a las generaciones venideras de almerienses orgullosos de nuestra
historia. Ya sabemos que la Historia no perdona. Yo, sí. Pero no olvido. Y, en
estas ocasiones, recuerdo a don Quijote: “La libertad, Sancho, es uno de los
más preciosos dones (…). Por ella se puede y se debe aventurar la vida”. Amén.
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