Antonio Felipe Rubio
Periodista
⏩ Sodoma y Gomorra, las siete plagas de Egipto, la peste en tiempos
de Justiniano, la gripe “española”, las bubas del Medievo… Los virus y
bacterias son entes biológicos y seres vivos que han poblado el planeta mucho
antes de que se configurara el primer batracio que dio lugar a la cadena
evolutiva que culminó, por ahora, en la humanidad.
Gobierno de España (Composición fotográfica: La Vanguardia) |
La vida en el planeta es una permanente lucha por la pervivencia,
marcada por la inveterada costumbre de trascender. La reproducción,
multiplicación o replicación son instintos que abarcan a todos los reinos;
hasta en el reino mineral se aprecian impresionantes acreciones
cristalográficas en una simple gota de agua salina.
La dinámica evolutiva, aunque es progresiva, parece ser regresiva
en ciertos sectores de la sociedad. Baste mirar las reacciones de algunos
dirigentes ante la gestión de una crisis para albergar pocas esperanzas de
racionalidad.
Es ocioso percutir en la facundia de la oratoria épica, solidaria
y ejemplar. En algunos dirigentes es sencillamente insultante, y en otros, es
de obligada corrección institucional. Ya sabemos que la sociedad se anticipa y se
protege ante los felones gobernantes, pero es su ineptitud la que frustra y
entorpece sobremanera cuando se descubren las miserias de una clase política
que, en los momentos más delicados, se torna repugnante.
Dicen que esto nos ha sobrepasado por inesperado. Es falso.
Existen protocolos para contagios, contaminación radiactiva, crisis
informática, terrorismo, fallout financiero… y hasta para un brote de corona
solar que nos devuelva al Paleolítico o el impacto catastrófico de un
asteroide. Sin embargo, siempre nos sorprende con las defensas bajas una gota
fría (Dana) o una fuerte nevada, y se elogia como inédita heroicidad la llegada
del panadero a las aldeas aisladas o el intrincado acceso para el cartero,
veterinario, médico… y continuarán las inundaciones y el aislamiento, y en los
mismos sitios. Siempre tropezamos en la misma piedra con irracional despropósito
y reincidente desmemoria. Y eso no es óbice para aplaudir a rabiar la
responsabilidad de nuestros profesionales en todas las actividades que se
redoblan durante las crisis.
Existen protocolos específicos, medios humanos especializados y
medios técnicos adecuados. El fallo está en la dirección y administración de
esos medios. La miserable actuación de los gobernantes llegó a anteponer sus
intereses sectarios a la caución, anunciada y recomendada por los expertos para
evitar masivas concentraciones (8-M) que han dirimido en miles de contagios;
los conocidos y los que están por aflorar. Esta caterva, adornada de su
impericia, nos ha hecho exponernos al riesgo cierto y a la pérdida de un tiempo
precioso.
Uno de los efectos producidos por la indecisión (pelea Sánchez/Iglesias
en el dilatado Consejo de Ministros) condujo a la apresurada salida de Madrid
hacia la costa. La consecuencia fue la indignación de alcaldes y propios del
lugar por esta “invasión”. Y es que ya hay que ser irresponsables para anunciar
el estado de alarma -en diferido- con una antelación de 30 horas, otorgando
plena capacidad de movimiento ante la previsión inminente de confinamiento.
El lunes pasado llegaron en patera 72 ilegales. No se sabe en qué
condiciones sanitarias arribaron, pero que a nadie se le ocurra criticar esas
continuadas llegadas -las interceptadas y las que no- de unas personas
indocumentadas y descontroladas. Otra cosa es que un madrileño, propietario de
una vivienda en la costa, que pagó sus impuestos de adquisición, IBI, agua,
luz, teléfono, basura… come en restaurantes, bares y compra en los súper del
pueblo sea tratado como un “invasor” porque ha resuelto trasladarse con su
familia a la vivienda que posee en pleno derecho y con todas las contribuciones
satisfechas. Otra cosa es que vengan con o sin el virus, sintomáticos o
asintomáticos; la mayoría seguro que no lo sabía y lo único que les movía era
la responsabilidad de protección familiar migrando a lugares más seguros. Criticarlos
por ser españoles es gratuito. En otros casos sería la perfecta candidatura
para la acreditarse racismo, xenofobia y facherío.
El problema no está en la reacción de la gente, sino en las diligentes
medidas del Gobierno. Si se hubiese decretado el estado de alarma esa misma
tarde no habrían dado lugar a la dispersión; además, se evitaría colapsar
lugares con menos capacidad y recursos para afrontar una crisis que sí poseen
metrópolis más dotadas. En cualquier caso, los “invasores”, estén donde estén,
han de aplicarse idénticas medidas de confinamiento que los autóctonos. Por
tanto, no veo las críticas alarmistas, salvo las que se merecen estos ineptos
gobernantes.
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