Pablo Requena
Periodista
Esa máxima del ‘Spain is different’ está hoy más
en boga que nunca. Quizá, lo más apropiado sería cambiarlo por algo así como
“Spanish are differents”, más que nada, por aquello de no convertir en sujeto a
un pedazo de tierra determinado, y sí a las gentes que moran en ella. Pero,
ciertamente, me llama poderosamente la atención el cinismo, la ingratitud y la
nula coherencia de más de un españolito, incluyendo al vicepresidente Iglesias,
también conocido como el marqués de Galapagar, cuando se refiere a la maldita
pandemia que nos asola, y en concreto, a las generosas y variopintas donaciones
que estamos recibiendo estos días ante la alarmante escasez de mascarillas,
trajes de protección, respiradores clínicos, etc. que padece el sistema
sanitario español, desbordado por la pandemia.
No quiero entrar en el absurdo
que supone que todo un vicepresidente, con la que está cayendo estos aciagos
días (mientras escribo estas líneas, se confirman 1.326 muertos y unos 20.000
contagiados en España, eso según cifras oficiales, porque la realidad pinta
mucho más negra) haga un colosal ejercicio de bipolaridad, llamando primero a
la unidad, para acto seguido animar a caceroladas políticas contra el Jefe del
mismo Estado al que representa. El solito se retrata como lo que es; un pedazo
de mierda seca que trata de sacar tajada en plena pandemia de covid-19.
Sí quiero entrar, y de hecho es
el motivo que me anima a escribir este texto, en lo que mencionaba al principio
de las donaciones de material sanitario que estamos observando estos días, y
ante las que se reacciona de manera muy distinta, según quién sea el donante de
turno. Por ejemplo, China ha donado medio millón de mascarillas a España. Chapó
por ellos. Pero seguro que habrá quien se vea tentado a rechazar esa
donación, argumentando, como el marqués de Galapagar argumentó en su día, que
España “no es una república bananera que dependa” de la caridad de nadie, o
quizá poniendo sobre la mesa el hecho de que China es una dictadura, donde no
hay elecciones, sólo existe un partido político (Partido Comunista), régimen
asesino y opresor basado en el mayor genocida de todos los tiempos, Mao Zedong,
graciosa criaturilla con unos 78 millones de muertos a sus espaldas, cifras que
no superan ni Hitler ni Stalin juntos. No, señores. No toca esto, sino
agradecer ese medio millón de mascarillas donadas, amén de equipos médicos
chinos que ya están en España trabajando por paliar los efectos del covid-19 en
nuestro país. Y de hecho, no he visto a nadie hacer una crítica en este
sentido, más bien al contrario; aplauso unánime, como debe de ser..
Turki Al-Sheikh, dueño de la Unión Deportiva Almería, ha anunciado una donación de medio millón de euros para la ciudad almeriense en su lucha contra esta cruel pandemia
Como escribo desde mi
confinamiento en Almería, aprovecho para recordar que Turki Al-Sheikh, dueño de
la Unión Deportiva Almería, además de ministro y mano derecha del
rey de Arabia Saudí, también ha anunciado una donación de medio millón de
euros para la ciudad almeriense en su lucha contra esta cruel pandemia. Y,
nuevamente, aplauso unánime. Como debe ser. A nadie se le ocurrirá salir con el
rancio discurso de la “dignidad” de un país que no requiere ayuda de uno de los
regímenes más opresores y antidemocráticos del planeta, donde la mujer no vale
nada, donde se asesina a periodistas críticos con la aquiescencia del rey
saudí, etc. Que no, joder, que no toca eso ahora; toca agradecer y aplaudir el gesto
hasta que nos duelan las palmas de las manos.
Pero todo cambia radicalmente
(qué adverbio tan premonitorio) si el donante no es un régimen dictatorial
manchado de sangre, sino la principal empresa española, es decir, la Inditex de
Amancio Ortega, ese hombre que empezó limpiando zapatos hasta levantar una de
las empresas más solventes de la Tierra. Porque, si es Amancio Ortega el
donante, buena parte de los seguidores del marqués de Galapagar (y
de la señora marquesa) comenzarán a convulsionar, a echar espuma por cada
uno de sus orificios corporales, en un exagerado ejercicio de cinismo e
ingratitud a raudales, y te saldrán con soflamas panfletarias del tipo “Amancio
explotador”, “Amancio no tributa”, o lo más sangrante, esa de “España no
necesita la caridad de nadie”. De vergüenza ajena, oiga.
Yo ya me despido, no sin antes
subrayar que, con la que nos viene encima, toda ayuda es poca, y que de bien
nacidos es ser agradecidos. Y por último, me gustaría proponer a alguno de los
muchos ricos de izquierdas (créanme, los pijoprogres abundan en este nuestro
país, llámense Bardem, Ferreras, Wyoming, Roures, etc.) a que se animen a donar
parte de sus inmensas fortunas para combatir al maldito coronavirus. Aunque
esto sea, me consta, algo así como clamar en el desierto.
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