Marta Álvarez
La periodista Marta Álvarez, del periódico digital Nius, publica un interesante reportaje sobre Adrián Rodríguez, titular de una casa rural en la barriada gergaleña de El Almendral, que por su interés reproducimos
⏩ Adrián Rodríguez tiene fácil cumplir el
estado de alarma. Porque, por mucho que quiera, no puede entrar en contacto con
ninguna persona. No hay nadie alrededor, salvo Estefanía, su mujer. Son
los dos únicos habitantes de El Almendral, una pedanía de Gérgal (Almería). Lo
de esta pareja es el confinamiento, dentro del confinamiento.
Adrián Rodríguez / Foto. Nius |
Vivir en un pueblo abandonado tiene sus
ventajas. Peor sería, nos asegura, estar encerrado en un piso de cincuenta
metros cuadrados. “Ayer mismo, estaba tan aburrido que subí una montaña”,
dice desde el otro lado de un teléfono que, a veces, se corta. Porque tampoco
hay cobertura. Y aunque se ríe, mientras nos relata su hazaña, no está
bromeando.
El único contacto que tienen con personas del exterior es cuando van a Gérgal, a siete kilómetros, para comprar provisiones
Adrián es propietario de un alojamiento rural
y, dentro de los mil trescientos metros cuadrados de la finca, hay
efectivamente, una montaña. Y naturaleza, aire libre y libertad. Aunque, a
pesar de todo, reconoce que lo peor es la soledad y, a veces, “el día se
hace largo”. El único contacto que tienen con personas del exterior es
cuando van a Gérgal, a siete kilómetros, para comprar provisiones. Aunque
tampoco se cruzan con mucha gente, dice, porque es un pueblo pequeño.
Hace ya seis años que se vinieron a este
pequeño paraíso, enclavado entre Cabo de Gata y el desierto de Tabernas, para
levantar el negocio. “Esto era la granja escuela a la que venía de pequeño y,
un día, me encontré el cartel de 'Se vende'. No lo dudaron, pusieron a punto un
terreno que llevaba años abandonado e hicieron realidad su sueño. Ahora,
la crisis del coronavirus les ha obligado a cerrarlo, al igual que un bar que
tienen en una localidad.
“Nuestras diez habitaciones estarían ahora llenas de huéspedes”, se lamenta
Confía en que el bar remonte, una vez que
se levante el estado de alarma, pero teme que esta crisis le pase factura al
alojamiento rural. La Semana Santa es su época fuerte y se ha echado a perder. “Nuestras
diez habitaciones estarían ahora llenas de huéspedes”, se lamenta. El noventa
por ciento de sus clientes son extranjeros y, de cara al verano, el otro
período importante, “¿quién va a querer venir a España?”, se pregunta.
Es el drama de muchos autónomos y
hosteleros a los que la pandemia ha arruinado. “Es difícil ver la luz
ahora mismo”, reconoce. Pero confía en que, poco a poco, las cosas se vayan
arreglando y su casa rural vuelva a dar vida a esta pedanía almeriense.
Si deseas leer el original de este artículo en Nius pincha aquí.
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