Antonio Felipe Rubio
Periodista
⏩⏩ Hace unos pocos días fui testigo de una anodina refriega en las
redes. Uno de los intervinientes se confesaba militante de la formación
populista Unidas Podemos, y daba por zanjado el debate estableciendo el siguiente
“silogismo filosófico”: “la educación, la seguridad ciudadana y la sanidad
pública están regidas por el gobierno de progreso. Por tanto, si se aplaude a
los profesores y profesoras -en lo sucesivo eludo la estupidez lingüística-, si
se aplaude a los policías y se aplaude a los sanitarios se está aplaudiendo a
la buena gestión del Gobierno de España que es quien dirige a estos colectivos
que están realizando una gran labor…” y bla, bla, bla.
Como me consta que la instilación de las consignas que reproduce
la monocorde militancia sectaria viene de “arriba”, estoy persuadido de que el
propio Gobierno de España se relame cada día a las ocho de la tarde con su
parte alícuota de premiación por parte de lo que, ellos entienden, un pastueño
aplauso de la ciudadanía complaciente hacia su diligente gobierno.
Soy partidario de reconocer, felicitar y gratificar a los
esforzados y arriesgados miembros de nuestra sociedad que hacen su trabajo, aun
con el total desprecio de un gobierno socialcomunista que se ha distinguido por
llegar tarde, mal, con mercancía averiada y de dudosa legalidad.
Aplaudir a estos colectivos, sí. Rotundamente, sí. Pero, a renglón
seguido, el más estruendoso y masivo rechazo a los gobernantes inútiles y
perversos que les conducen a una cotidiana contienda en precarias e insultantes
condiciones de trabajo.
Los sanitarios han de ser aplaudidos por su entrega, a la vez que
reconocidos y gratificados con parte de mi sueldo (impuestos que ya maneja este
gobierno), y que entrego gustoso para garantizar su propia seguridad y eficacia
en su labor para preservar la salud y salvar vidas. Pero, inmediatamente, hay
que demostrar que ni un ápice de ese aplauso se destina a este Gobierno de
España que se ha destacado por imponer su agenda ideológica y sectaria antes
que la salvaguarda de nuestra salud y equilibrio socioeconómico.
Pero no todo lo que hace este gobierno es tan aberrante y
deleznable, también lo es su política de mentiras y bulos permanentes. Lo más
relevante de la vacua y soporífera comparecencia en “Aló presidente” son las
evidencias reales. Sánchez dejó para el final (lo que más se recuerda si se
enfatiza con “idea fuerza”) el siguiente lema del marketing monclovita: “Europa
no debe permitir que los lobos del populismo extiendan sus mensajes de odio”.
¡Albricias! Ya puede estar disolviendo el Consejo de Ministros, do mora la
mayor mesnada de populistas que ha conocido nuestra actual democracia. El
mensaje final demuestra la verdadera inquietud de este gobierno: el enemigo
está ahí afuera, en los que critican, se oponen y confrontan. Pero esos “lobos”
no son los que invitaron a la calle a contagiar y contagiarse a cientos de
miles de manifestantes, aficionados al futbol, asistentes a conciertos,
congresos… y todo con las pertinentes y reiteradas llamadas a la contención del
virus por parte de la OMS y expertos ajenos al pesebre socialcomunista.
Nada dijo el recién acicalado Misterbulo, con impecable corte a
navaja, sobre noticias de gran trascendencia económica como la anunciada por la
ministro de Trabajo; por cierto, cada día más candidata al personaje de “La Hierbas”
de “Aquí no hay quien viva”: “la recuperación de turismo, ocio y hostelería se
hará efectiva para final de año”, ¡allá por Navidad! También me pregunto qué le
orbita en las meninges al ministro astronauta para aventurar que “en una semana
España podría tener la vacuna para el SARS-coV-2”. Además, abunda que la
española será la mejor de todas las tres vacunas que se vienen experimentando
en todo el mundo. Yo creía que esto de la búsqueda de la vacuna era cosa de una
investigación interdisciplinar a nivel planetario, intercambiando y compartiendo
todas las experiencias en los laboratorios de investigación de todo el planeta.
Pues no. España va a dar la campanada, y lo hará en ¡una semana! Estos
advenedizos legionarios de los Bulos de Caballerías reinventan el bálsamo de Fierabrás
2020, remedio que calmaba a Don Quijote de las múltiples japuanas que padecía
en sus infaustas correrías.
No se puede continuar con el modelo actual de premiación
(aplausos) desde un confinamiento que excede del Estado de Alarma para
adentrarse, de facto, en prisión domiciliaria y otras actuaciones
desproporcionadas e ilegales como la “valiente” intervención de la Policía
(cuatro efectivos) para desalojar a veinte fieles dentro, insisto, dentro de la
Catedral de Granada. Por otro lado, la Policía Local de El Vendrell permite que
salgan a la calle fieles musulmanes a practicar la oración; insisto, en la vía
pública. Aducen que eran más los musulmanes que los policías. O sea, ante un llenazo del Santiago
Bernabéu sólo podrá intervenir la Policía para reducir un altercado siempre que
alcancen un efectivo de ochenta y un mil cuarenta y cinco agentes (un agente
más que el aforo del coliseo merengue).
Volveré a aplaudir, pero lo haré con la convicción de hacerlo por
los que de verdad lo merecen, y siempre que se secunde el aplauso con el más
rotundo y sonoro rechazo por los que dificultan con humillante desprecio el
trabajo de los esforzados servidores de España.
Que les quede claro. Ni un aplauso para el Gobierno. Merecida
cacerolada tras el justo homenaje a los sanitarios. A cada uno lo que se
merece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario