Antonio Felipe Rubio
Periodista
⏩⏩⏩⏩ El líder de Vox, Santiago Abascal, ha pedido este pasado martes la
dimisión del Gobierno, con especial mención a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, e
instaurar un gobierno de emergencia nacional con el objetivo de derrotar la
pandemia y “salvar la libertad y la prosperidad de los españoles que se ve
amenazada por la errática gestión del actual Ejecutivo”. Esta iniciativa tiene sus pros y sus contras. En cualquier caso, y
dadas las circunstancias, hubiese sido plausible si se hubiese solicitado antes
de llegar al punto de no retorno.
Se dice que no es acertado cambiar de cabalgadura cuando estás
vadeando el río. Igualmente, hay situaciones que comportan gran riesgo y no
admiten marcha atrás. Es el caso del despegue de un avión afectado por un grave
problema: alcanzada la velocidad crítica (V1), el avión ha de continuar en el
aire, mantenerse en velocidad de rotación (maniobrabilidad) y proceder a tomar
tierra.
Hay muchos casos que no permiten o no es aconsejable cambiar la
tripulación o los criterios de maniobra que podrían desencadenar mayor riesgo
que el que se pretende paliar. Sin embargo, la historia nos ha provisto
innumerables situaciones límite cuando las circunstancias son evidentes y
razonablemente inadmisibles por impericia, soberbia, irresponsabilidad… Amotinamientos
abordo o la fulminante destitución de un consejo de administración ha sido
suficiente y necesario para reconducir situaciones de naufragio y ruina
empresarial.
Estamos acostumbrados a sorprendernos por la alineación inicial de
Zinedine Zidane, dejando en el banquillo a titulares inequívocamente
resolutivos para un encuentro decisivo. Luego, cuando el marcador se pone
cuesta arriba y la afición clama en arameo, incorpora a Isco y Marco Asensio, y
el partido es otro en el centro del campo y en la línea de ataque; resultado:
el Madrid -esta vez, voto a bríos, gana el partido-. Ya ven los pros y los
contras.
Es cierto que el actual gobierno socialcomunista ha improvisado
con inusual impericia en temas que, dice, “desconoce”. En nuestro mundo existen
dos certezas que amenazan sin tregua a la especie: guerras y pandemias. Estamos
mejor preparados para iniciar un destructivo ataque masivo con armas
tremendamente sofisticadas y carísimas (incluida la manipulación genética de
patógenos) que para defendernos de una pandemia galopante. No hay
descubrimiento científico que, enseguida, obtenga su oportuna aplicación para
las tácticas militares de defensa y ataque. El gran logro que revolucionó la
física (E=mc2) tuvo como “premio” la primera bomba atómica “Fat Man”. Si usted
cree que Internet fue un gran descubrimiento tecnológico para el conocimiento y
la comunicación universal, también se equivoca; fue una trama cibernética global
aplicada al control del armamento nuclear. Si usted está muy contento con su
navegador GPS, se equivoca; es un pestiño en precisión, el GPS fetén es el de
los militares. El Sistema de Posicionamiento Global también es un invento
militar que, a diferencia del civil, tiene una precisión de centímetros; algo
necesario para que el misil acierte con plena eficacia. En fin.
Existen planes de emergencia para diversos supuestos; los tienen
militares, Policía, Guardia Civil, bomberos, ayuntamientos, comunidades
autónomas, corporaciones empresariales… y quizá uno de los más conocidos
históricamente, por reiterado y destructivo, es el sanitario. Pestes, plagas,
epidemias y pandemias han jalonado la historia de la humanidad con
horripilantes episodios de padecimiento y muerte. Por ello, hemos procurado precavernos
con investigación, tecnología y soluciones para afrontar las amenazas, que se
podrían derrotar con mayor ahínco en las inversiones para investigación con más
medios técnicos y humanos. El Gobierno tiene técnicos asesores y expertos,
claro que sí, el problema es que la última decisión la toma el político, y lo
hace desoyendo los criterios de los especialistas profesionales.
Mienten y manipulan, y llaman al sacrificio y esfuerzo solidario
de los engañados y manipulados con la esperanza de granjearse el éxito a pesar
del daño infligido. En política la memoria es efímera si se solapa con prédicas
de abundante trigo.
Ya es tarde para pedir que el Gobierno dimita cuando el avión ha
levantado el vuelo. Esto se tenía que haber evitado cuando se descubrió que el
comandante era ciego y el copiloto, loco.
Pero no es sólo la impericia o la ideologización; es la soberbia.
Yo me pregunto. ¿Si viniese alguien con algún atisbo de solución a cambio de
que Pedro y Pablo dimitan, dimitirían? ¡Háganse la misma pregunta! Y, viendo cómo han llegado a dónde han
llegado, respóndanse ustedes mismos.
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