Esperanza
Pérez Felices
Alcaldesa de Níjar
⏩ Algunos y de manera intencionada están
haciendo correr el bulo de que los ayuntamientos empiezan a gestionar supuestas
ayudas sociales, la renta vital de la que se habla desde hace tiempo, y le ha
contado a la población inmigrante sin techo, sin trabajo y sin nada a lo que
acogerse, que esos subsidios se pueden recibir por el mero hecho de estar en el
país. Obviamente estas cosas no se cuentan en cualquier lugar, sino en las
comarcas que hay una especial presión de inmigración que, además, suele estar
relacionada con grandes áreas de cultivo, como ocurre en la provincia de
Almería.
Y por si alguien aún tiene dudas o se ha
tragado el engaño por ingenuidad, ceguera o dejarse llevar lo podemos aclarar
en dos palabras: Es mentira. Yo, por ejemplo, tengo uno de esos
mensajes distribuidos en grupos de whatssap, que ya he puesto en conocimiento
de las autoridades correspondientes, en el que no hay cara ni nombre de persona
emisora tan sólo aparece una bandera de España con un lazo negro. Vamos lo que
viene ser arrastrar la bandera en vez de llevarla a lo más alto.
Esta maniobra que para algunos puede ser
entendida como una brillante estrategia con el fin de generar aglomeraciones en
las puertas de los ayuntamientos, y llamar a la movilización general para
evitar el supuesto saqueo del estado del bienestar, no es la primera que vemos,
porque ya hemos pasado entre otras por las oleadas de peticiones de viviendas a
los ayuntamientos promovidas desde elementos de la ultraderecha para luego
difundir el bulo de que “están dando casas a los inmigrantes”.
Ahora bien, vamos por partes que el asunto
tiene miga. Esas imágenes de aglomeraciones de
inmigrantes en las puertas de los ayuntamientos pidiendo auxilio, no son
obviamente nuestro mejor folleto de promoción de Almería como una zona de
destino turístico para este verano, sobre todo si lo que se busca es un lugar
tranquilo, ajeno a cualquier resto de lo queda de pandemia y cosas por el
estilo.
Obviamente, después de un año en el que se
han hecho correr mil bulos en el terreno agrícola sobre maltrato sistemático de
los inmigrantes, semiesclavitud, chabolismo y todas esas cosas que hemos
desmentido o puesto en sus justos términos a lo largo del año, nuestros
competidores de los países del norte se tienen que estar poniendo las botas.
Vamos que no les hace falta ni contratar estrategas porque ya tenemos
suficientes insensatos por aquí que les hacen el trabajo sucio sin tener que
gastar un euro.
Si a un alemán que sale de hacer la compra
en un Lidl le pones el vídeo del camionero holandés que le grita a su
presidente del gobierno aquello de “¡a los españoles ni un euro!”, le sumas las
fotos o vídeos de las colas de inmigrantes que se difunden en el bulo y lo
aderezas con las imágenes de señores en una manifestación con la bandera española
al cuello, y aporreando una bandeja con una cuchara de plata, está claro que se
pasan del tomate de España al cabrito del Benelux sin pensárselo dos veces.
Vamos, lo que viene a ser el efecto de un bulo de destrucción masiva en el que
la víctima no es un hombre de color en un pueblo de Almería, sino España como
país y emisora de jóvenes emigrantes que buscan aprender idiomas, tener una
primera experiencia laboral en una empresa que valore su carrera aún no
contando con experiencia previa, y esas cosas que aquí no encuentran.
Y es ahí donde está el problema, en la
falta de reflexión, en no pensar las cosas dos veces antes de creernos
cualquier historia y, sobre todo, antes de difundirla. Mientras unos creen que
están haciendo una gracia o luchando contra el Gobierno de cara a la galería,
lo que realmente están haciendo es echarnos tierra encima, pero por toneladas.
Y luego, si quieren, otro día, hablamos de
la variable del honor que hay en engañar a personas que no tienen nada, que no
hablan tu idioma, que huyeron de sus países porque sencillamente tenían hambre
y cruzaron desiertos endeudados hasta las cejas con mafias buscando no un
subsidio, sino dignidad. Pero de eso ya hablamos en otro momento, cuando
volvamos a disparar las alarmas porque hay que recoger cosechas y no
encontramos mano de obra que quiera ese trabajo, en esas condiciones y a ese
precio. Eso ya, lo hablamos otro día.