Moisés S. Palmero Aranda
Educador ambiental y escritor
⏩⏩⏩ A veces los políticos deberían ser menos prudentes en sus mensajes
y decirnos la verdad. No andarse con remilgos y mareando la
perdiz, pero las ansias de ganar posiciones de unos y el miedo a ser
castigados en las urnas por otros nos hace perder el tiempo en discusiones
repetitivas y gastar grandes cantidades de dinero en partidas innecesarias que
podríamos estar invirtiendo en otras áreas. El tema de los mosquitos es un ejemplo.
Esta vez lo ha vuelto a poner sobre la mesa la Concejala de
Ciudadanos en El Ejido María Herminia Padial, que, ante las quejas de los vecinos de
Almerimar, ha encontrado la posibilidad de meter el dedo en la llaga. Nada que
objetar, todos los partidos han utilizado los mosquitos para hacer política,
municipal, provincial o autonómica. No hay ninguno que pueda decir lo
contrario, la hemeroteca está ahí. Además, ser críticos con las decisiones que
se toman, proponer alternativas y estar pendiente de en qué gastamos el dinero es parte de su trabajo, que luego pasa lo que pasa y nos encontramos las arcas
vacías y nadie oyó ni vio nada, incluso la justicia deja de ser justicia y se
hace la ciega, la sorda y se vuelve
lenta e inoperante.
A pesar de que el gasto se ha triplicado en los últimos años, no se obtienen resultados contundentes
En esta ocasión el argumento utilizado por la concejala nos da la
respuesta a este problema. A pesar de que el gasto se ha triplicado en los
últimos años, no se obtienen resultados contundentes. El análisis se puede
hacer desde el punto de vista político para dejar en evidencia la gestión
municipal y, por otro lado, postularse para enmendar el errático camino
elegido. Pero también se puede analizar desde el punto de vista de la ecología,
pero las conclusiones a las que nos llevaría no nos interesa conocerlas.
El problema es fácil de entender, y así deberían decírselo los
políticos a los ciudadanos. Primero, año de lluvias, año de mosquitos. Así ha
sido, y seguirá siendo desde que el mundo es mundo. El año pasado se habló
poco de este tema porque llovió menos. Este año la naturaleza ha sido más
benigna y eso implica lo que implica. El tratamiento es el mismo, salvo,
intuyo, lo desconozco, que en los meses donde hay que actuar contra las larvas estábamos confinados.
Segundo. Punta Entinas Sabinar no es el problema. Olvidémonos de
culpabilizar al medio natural de nuestras molestias y empecemos a entender que
somos parte del ecosistema. No podemos dominar la naturaleza a nuestra
conveniencia, para poder tomar el sol y nuestra cervecita sin interferencias,
porque ese pensamiento, de soberbia, de prepotencia, de nuestra comodidad por
encima de todo, es el que nos ha llevado a urbanizar toda la costa, plastificar
nuestro entorno, romper el equilibrio natural y
meternos en la boca del lobo. Evidentemente los humedales del Espacio
Protegido son un foco más, pero si sumamos las superficies someras, donde
proliferan los mosquitos, las urbanizaciones con sus piscinas, los preciosos
jardines, e incluso las balsas de riesgo de nuestros invernaderos, nos daríamos
cuenta que multiplican por decenas las hectáreas de humedales naturales.
Aprendamos de nuestros agricultores, que con el paso de los años han ido abriendo sus invernaderos a la naturaleza para conseguir productos más sanos y más sostenibles
Tercero. Los mosquitos no son una plaga. Son parte fundamental
para mantener los ecosistemas, la biodiversidad que nos alimenta, que nos
permite respirar, que crea los contrastes adecuados de temperatura y humedad
que permiten la vida en el planeta, y otra gran cantidad de servicios
invisibles, y no valorados socialmente, para nuestra supervivencia. Hemos
acabado con las especies que se alimentan de ellos, ya no permitimos que las
golondrinas, los vencejos, los aviones y los murciélagos vivan en nuestras
ciudades. Si mantuviésemos la ecología urbana, si intentásemos naturalizar
nuestra civilización, los problemas serían menores. Aprendamos de nuestros
agricultores, que con el paso de los años han ido abriendo sus invernaderos a
la naturaleza para conseguir productos más sanos y más sostenibles. La lucha
integrada y la creación de setos naturales son algunos ejemplos. El próximo
paso que nos ayudaría a luchar contra los mosquitos sería naturalizar las
balsas, creando ecosistemas que nos permitan utilizar el agua para el riego,
pero que a su vez sean reductos de biodiversidad para devolver el equilibrio
perdido.
Estoy de acuerdo en que hay que hacer los tratamientos, siempre se
reduce el impacto, pero es más importante aprender a convivir con el problema,
y no intentar contentar a los vecinos que compraron su piso sabiendo el
inconveniente que existía. En lo que les prometieron, ya no me meto. También
estoy de acuerdo en que el gasto del tratamiento puede ser elevado, pero no porque se esté haciendo una mala gestión, que lo desconozco, sino porque es
intentar matar moscas a cañonazos. Soy consciente de que el incremento en el
gasto se ha debido a que por fin nuestro Ayuntamiento entendió, los defensores
del Pueblo así se lo hicieron saber, que esto no es un problema ambiental, sino
de salud, y que las competencias por tanto son municipales, así que en su afán
de buscar una solución, por la presión ciudadana, ha empezado a actuar. Por
desgracia contra la naturaleza el dinero no siempre es la mejor opción.
La alteración del equilibrio natural, la pérdida de biodiversidad, elimina nuestras defensas, como individuos y como especie, y nos complica la supervivencia
A modo de conclusión les diré que lo que hemos aprendido durante
esta crisis sanitaria es aplicable a este tema de los mosquitos, en realidad a
todos los males que nos afectan. La alteración del equilibrio natural, la pérdida
de biodiversidad, elimina nuestras defensas, como individuos y como especie, y
nos complica la supervivencia. Trabajando en políticas ambientales nos
ahorraríamos muchísimas dificultades, pero para eso hay que apoyar la ciencia y
creer en sus estudios y resultados. De nada sirve tener tantas universidades si
luego no aplicamos el conocimiento que allí se genera.
Casi siempre la solución a los problemas está en la
responsabilidad individual. Exigimos soluciones rápidas, pero no nos gusta que
nos digan lo que tenemos que hacer. Si cada uno de nosotros fuésemos
responsables en nuestra faceta, la desescalada no parecería el final de la
pandemia, no habría guantes ni mascarillas en la orilla de la playa, ni basura
en los medios de comunicación, ni desconfianza y mentiras en el Congreso de los
Diputados.
Y para terminar, si nuestros políticos, ante problemas para los
que no tienen solución, optasen en colaborar y trabajar en equipo, los
ciudadanos recobraríamos la confianza en ellos. Así cuando nos dijesen que contra
los mosquitos nada se puede hacer, salvo protegerse con repelente y poner
mosquiteras en las ventanas, no dudaríamos en su palabra, aceptaríamos la
realidad y nos ahorraríamos mucho tiempo, dinero y cabreos innecesarios, pero
nadie confía en nadie. Así nos va.
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