Javier Adolfo Iglesias
Profesor de la UAL
⏩ Con
motivo de la concesión del Premio Princesa de Asturias de las Artes 2020 a
Ennio Morricone, compartido con el también compositor de música de cine John
Williams, recuperamos este artículo de Javier Adolfo Iglesias para la 'Guía del
Cine' editada por el Instituto de Estudios Almerienses (IEA) y coordinada por
Juan Gabriel García. Un texto que habla de la relación entre el paisaje de la
tierra del indalo y la obra del músico italiano. La foto que lo acompaña está
dedicada a LA VOZ DE ALMERÍA personalmente por Morricone, dedicatoria que firmó
en Alcala de Henares.
La banda sonora de Almería
la hizo Morricone para la
eternidad. No es una metáfora, Almería tiene su propia música evocadora
como Nueva York tiene la de Gershwin.
Pocos paisajes en el mundo se pueden identificar a través de unas pocas notas,
de una pincelada musical. Lo hace Morricone con Almería desde la primera imagen
en las que el instrumento se convierte en pistola y abre La muerte tenía un precio.
La relación de Almeria con Ennio Morricone es tan intensa que no se explica que jamás haya pisado esta tierra
La relación de Almeria con Ennio Morricone es
tan intensa que no se explica que jamás haya pisado esta tierra. No sólo
este músico romano comenzó a componer bandas sonoras con las películas de
Almería sino que saltó a la fama por ellas. Y no fueron pocas, un total de 21.
Casi en su totalidad fueron westerns, todos menos la última, rodada en 1983,
una versión femenina de Conan titulada Hundra. Además, todos sus
ingredientes musicales personales e inconfundibles que desarrollaría en otras
partituras fílmicas posteriores ya estaban en las películas “almerienses” que
musicó: el uso de las voces
corales y solistas, su lirismo exacerbado, la melodía cautivadora y la
innovación agresiva en sonidos y orquestación. Morricone trajo a la
música de cine nuevos sonidos e instrumentos: silbidos, castañuela, guitarra
eléctrica, flauta, órganos, campanas, arpas, gruñidos, golpes, onomatopeyas…
todos los mezclaba como nadie antes lo había hecho.
Todos los estilos de
Morricone se dieron cita en las dos decenas de películas rodadas en Almería: el
experimentador y abstracto en Cara
a Cara (1967), el pastiche folclórico en Vamos a matar compañeros (1979),
el dramático De hombre a hombre (1967),
el lírico y épico de Hasta que
llegó su hora, el melódico de Y por techo un cielo de estrellas, incluso la comedia Agáchate maldito (1971).
Sergio
Leone llamó la primera vez a Morricone porque era compañero suyo de colegio. Ya
desde Por un puñado de dólares (1964)
ambos innovaron al darle a los títulos de crédito la preponderancia que sólo Hitchcock había plasmado antes con Saul
Bass. No está claro el papel de Leone en el hallazgo por Morricone de su
propia marca y estilo. Antes y casi simultáneamente a su primer trabajo con
Leone, Morricone hizo una partitura para el western Las pistolas no
discuten (1964), de Mario Caiano. Esta banda sonora no destaca en
nada y está llena de tópicos musicales heredados del western norteamericano.
Fue en su primera colaboración con Leone en 1965, en La muerte tenía un precio cuando Morricone comienza a hacerse popular
Fue en su primera
colaboración con Leone en 1965, en La
muerte tenía un precio cuando Morricone comienza a hacerse popular,
su estilo reconocible y sus piezas orquestales se convierten
en “canciones sin letra” que se
venden como singles en España como los de Los Brincos o Los Pekenikes.
Se populariza su tema de arranque de los títulos de crédito con la
inconfundible arpa de boca y el silbido que ya había usado en Por un puñado de dólares. En esta
ocasión se suman los agresivos coros masculinos en un envolvente ‘in crescendo’
que será ya también otro de sus rasgos inconfundibles el resto de su carrera.
Ya también aquí, con el tema del reloj del malo Gian María Volonté, Morricone
anticipa el uso del leit motiv musical dramático recurrente que perfeccionará
en El Bueno, el feo y el malo,
con la famosa pincelada musical que aparece en finales y comienzos de escenas
para presentar e identificar a los personajes. En esta obra cumbre de su
trilogía del dólar las voces femeninas ganan peso en los coros hasta llegar al
paroxismo del tema Extasis del
Oro de su secuencia final.
Morricone tiene varias obras maestras asociadas al paisaje de Almería además de las partituras que hizo para Leone pero ambos comparten una: Hasta que llegó su hora
Morricone tiene varias obras
maestras asociadas al paisaje de Almería además de las partituras que hizo para
Leone pero ambos comparten una: Hasta
que llegó su hora. Como en sus filmes anteriores, Leone explicaba a su amigo músico antes de filmar lo que quería con
detalle de su genio musical. Pero en esta ocasión, hubo una vuelta de
tuerca. Jamás la música de Morricone tuvo tanto peso como en el rodaje de su
cuarta película en Almería. Henry Fonda echaba fría crueldad por sus ojos
azules mientras que el mítico actor de Hollywood y el resto del equipo oían la
partitura de Morricone a través de los altavoces. Jamás estuvo tan cerca Morricone de Almería.
El color y dramatismo de la
música que hizo Morricone para numerosos westerns rodados en Almería y el hecho
de que dividiera sus bandas sonoras en pequeñas piezas o canciones orquestales
independientes ha propiciado que el director norteamericano Quentin Tarantino lo haya utilizado de forma
reiterada en sus últimas tres películas, las dos entregas de Kill Bill y Malditos Bastardos. Morricone ha
vuelto a estar en la cima de la popularidad. Si el músico romano comenzó usando
las guitarras eléctricas tomadas del rock sureño y el estilo de los Shadows, en
los últimos años rockeros como Los Ramones o Metallica hicieron versiones en
sus conciertos de temas del compositor romano, dándole a conocer a audiencias
más jóvenes.
Sólo autores anteriores como Bernard Hermann con Hitchcock habían sabido transformar la imagen en música y la música en imagen
Todo lo dicho se resume
en el uso dramático de la música
como nunca se había hecho antes en el western. Sólo autores anteriores
como Bernard Hermann con Hitchcock habían sabido transformar la imagen en
música y la música en imagen.
La carrera de Leone no está
limitada a Leone, ni siquiera al western, pero no hay duda de que lo mejor, lo
que lo marca y distingue a Morricone de otros grandes compositores en la
historia del cine está ya en su obra “almeriense”. Bandas sonoras posteriores le dieron celebridad y popularidad: tal es el
caso de La Misión o Cinema Paradiso. Sin
embargo, su máximo lirismo ya estaba en el tema cumbre de Hasta que llegó su hora, con el
rostro de Claudia Cardinale y el desierto almeriense y la vecina llanura de
Guadix.
Era normal que Morricone se
repitiera dado lo prolífico de su obra. La bella apertura musical de Y por techo un cielo de estrellas apunta
al tema musical citado anteriormente. Sin embargo, es más la sensación de que
se repite a través de sus muchos alumnos, seguidores e imitadores de segunda y
tercera fila que repitieron hasta la saciedad los guiños, sonidos y trucos de
Morricone. De todos estos
seguidores, los de más calidad, estaban en el entorno del maestro Morricone. El
caso de Bruno Nicolai, que dirigió sus primeras partituras-, Francisco de Massi
y Nicola Rustichelli. Morricone no siempre estuvo a gran altura:
los estridentes coros y percusiones de Navajo Joe o Vamos
a matar compañeros lo recuerdan. Gracias a cineastas posteriores
como Quentin Tarantino, la música de Leone ha vivido una mayor popularización
si cabe, con descubrimiento de sus excelentes partituras en Cara a cara, El halcón y la presa o De hombre a hombre. Así nos recuerda que la banda sonora de
Almería tiene un nombre: Morricone.
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