Juan Carlos
Pérez Navas
⏩⏩⏩ Desde que comenzó esta pesadilla de la que estamos logrando salir
con la solidaridad y corresponsabilidad de la mayoría de la sociedad y pese a
las zancadillas de los que no han estado a la altura, soñaba con escribir el
artículo de la última prórroga del estado de alarma, esta que comenzamos,
marcada al final por otro lodazal en el Congreso de los Diputados, justo en un
día en el que el presidente nos pedía concordia para transformar España.
Llegado a esta última fase, me acuerdo mucho –y lo siento por
ellos– de todos los que vociferaban que al presidente del Gobierno lo que le
interesaba era prolongar el estado de alarma para someternos a una especie de
dictadura y no acudir al Congreso a rendir cuentas, entre otras indecencias. Lo
hacían sin ser conscientes, por su odio, de que de esta crisis íbamos a salir y
que el Gobierno, pese a su obstrucción, trabajaba continuamente en dos frentes:
el de la protección y el de avanzar para que la reconstrucción social fuera lo
más sólida y solvente posible.
Tras lo vivido, transformar este país se ha convertido en la tarea más urgente que hay que acometer, para seguir avanzando desde la protección, con más igualdad, más convivencia y más justicia social
Tras lo vivido, transformar este país se ha convertido en la tarea
más urgente que hay que acometer, para seguir avanzando desde la protección,
con más igualdad, más convivencia y más justicia social, porque eso es lo que
esperan los españoles y, en contradicción con su propio partido, lo que piden hasta
las comunidades autónomas y administraciones que gobierna el PP, que, por
ejemplo, aplaudían en líneas generales el reparto de los 16.000 millones a
fondo perdido que van a empezar a recibir, porque sus urgencias son las mismas
que las del Gobierno.
Y es que el cambio de discurso se ha notado. Atrás han quedado
comparecencias como las de Moreno Bonilla cada domingo, llenas de reproches y
exigencias con las que disertaba hasta aburrirnos, con tal de esconder su
responsabilidad. De esas comparecencias hemos pasado a su último discurso, el
de este domingo, que fue bien distinto, con llamadas a la responsabilidad, la
concordia, la unidad, y con una aceptación, con la boca pequeña, del reparto de
fondos, también por población, en un escenario, el de la fase 3, en el que él asume
las decisiones y el mando, algo más difícil, sin duda, que lo que había hecho
hasta ahora, que era echar las culpas a los demás. Ahora parece que sí entiende
que el pacto es necesario.
Y es que ha sido el Gobierno de España, precisamente, el que, pese
a todo ese ruido, odio y confrontación al que ha estado sometido, ha estado tomando
medidas estratégicas que ahora nos pueden salvar de una recesión que habría
sido más profunda si no hubiera actuado con lealtad a su país y no hubiera peleado:
dentro, con todos los ciudadanos, por superar el virus, y fuera de nuestras
fronteras, a la vez, exigiendo fondos europeos que aliviaran y ayudaran a todos
los territorios en la reconstrucción, como son esos 140.000 millones que
podríamos recibir, tras la valiente decisión europea de destinar 750.000
millones de euros para fortalecer las economías de los distintos países.
Esos fondos nos van a ayudar, por ejemplo, con ese Plan de
Reactivación Turística dotado con más de 2.600 millones, de los que Andalucía y
Almería nos podremos beneficiar, en distintos ejes: apoyo económico a
trabajadores y empresas, el observatorio que proporcionará datos sobre el
crecimiento turístico y la campaña de España como destino seguro y sostenible.
La transformación está en marcha y de ella necesitamos que salga
un país con un nuevo crecimiento económico, que aborde la digitalización de
nuestra economía y la transición ecológica y, sobre todo, que pueda hacer gala
de que, en esta crisis, no habrá dejado a nadie atrás.
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