Moisés S. Palmero Aranda
Educador ambiental y escritor
⏩ Me preguntaban el otro día si soy futbolero, y la verdad es que
sí, aunque tengo que reconocer que cada vez menos, sobre todo porque siempre me
gustó más jugar que ver los partidos. Y
la pregunta venía a colación del nacimiento, o mejor dicho de la maniobra de
resurrección, del Poli Ejido. La primera impresión fue positiva porque en su nota de prensa
hablan de recuperar el recuerdo, los
valores perdidos, de la importancia de la educación de los niños y niñas.
Bonitas palabras, pero difíciles de creer y de llevar a cabo, porque todo ha
cambiado mucho, algo que también se recoge en sus palabras de presentación, en
los últimos cuarenta años, y más en los tres meses de pandemia. La sociedad no
es la misma, la educación, el mundo del futbol, y por supuesto nuestro pueblo,
nuestra economía, nuestras relaciones sociales son muy distintas a aquel 1.969.
El futbol es solo el reflejo, quizás una caricatura exagerada, de
nuestra sociedad, pero refleja los valores que predominan en nuestro estilo de
vida: las desigualdades económicas que desvirtúan el juego y que
determinan los ganadores, el individuo
como parte prescindible de un modelo que vive por encima de sus posibilidades y
que, por un puñado de admirados que son puestos como ejemplo
social, de voluntad, sacrificio y trabajo, deja millones de cadáveres por el camino. Un modelo que al poner la
victoria por encima de todas las cosas, justifica las trampas, los negocios
sucios y la compra de voluntades. Un modelo donde predomina la hipocresía y los
valores de gabinete, porque en las primeras etapas invita a nuestra infancia a
trabajar en equipo, a saber perder, a reconocer el buen trabajo del ganador,
pero que a la hora de la verdad los hace competir hasta la extenuación, porque
solo puede llegar uno, porque ser segundo es estar el primero en la lista de
perdedores.
Dividir la poca afición, la poca cantera y los inversores, a mi parecer, no es la mejor opción
Partiendo de que cada uno hace con su dinero lo que quiera,
siempre que sea suyo, y viendo la realidad alrededor del mundo del futbol, creo
que no es buena idea tener dos clubs en El Ejido. Dividir la poca afición, la poca cantera y
los inversores, a mi parecer, no es la mejor opción. Además si lo que se quiere
es potenciar los valores de compromiso, de esfuerzo, de camaradería, de estilo
de vida, de salud, de educación de la infancia, de fomentar la cantera, y de
honrar el espíritu del Poli Ejido, que aglutinaba muchas disciplinas, no es
buena idea invertir en el mundo del futbol en nuestro municipio.
Si el objetivo final es el que pone en la nota de prensa, sería
mucho más interesante en crear un verdadero Polideportivo Ejido, que promocione
y de cobertura y respaldo a deportes minoritarios y deportistas que trasmiten
grandes valores, y que han conseguido llevar el nombre del pueblo a podios
nacionales, europeos y mundiales. Grandes victorias absolutas, de las que
deberíamos estar orgullosos y presumir de ellas. Han sido el remo, la gimnasia,
el windsurf los que nos han llevado a esos logros, y no el deporte rey.
Es cierto que el futbol y el futbol sala dieron, y siguen dando en
menor medida, grandes tardes de gloria, pero aquellos ascensos a segunda B,
aquellas victorias en la Copa del Rey, fueron el principio del fin, subir a la
cumbre para morir congelados en ella. Victorias relativas conseguidas a fuerza
de talonario, de vender nuestra alma al diablo, de gastar lo que no se
tenía.
Y si lo que se ama es el futbol, no la visibilidad, notoriedad y
los posibles contratos firmados en palcos, apostaría por la creación de un gran
club comarcal que juntase los esfuerzos de los pequeños equipos, sin perder su
autonomía, que viven al límite todas las temporadas, y que no pueden aspirar a
grandes metas sin poner en peligro su historia. Un club que diese oportunidad
real a sus jóvenes, que apostase realmente por la cantera, que confiase en
ellos hasta el final, para lo bueno y lo malo. Que la victoria no sea la única
opción, que se valore el esfuerzo, que crezca sin prisa, que disfrute del
camino, que los objetivos que se marque sean reales, acordes con los logros
obtenidos por el trabajo bien hecho. Que se respete al socio, que se gane el
corazón de los aficionados, que represente el espíritu de la comarca a la que
representa, que los haga sentirse orgullosos. Como hizo el Poli, hasta que nos
dejamos llevar por los cantos de sirenas.
Como siempre, y en esto del futbol aún más, hay opiniones para
todos los gustos, los que están entusiasmados, los sorprendidos, los
catastrofistas, los resignados y la gran masa que son los indiferentes. Unos hablan
del honor a nuestros mayores, otros defienden que segundas partes nunca fueron
buenas, otros que quien no arriesga no gana, otros que hasta que el árbitro no
pita el final del partido, todo puede pasar. Solo el tiempo, los resultados y
la pizca de suerte, dirá si fue una brillante, mala o pésima idea.
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