Manuel León
Periodista
⏩ Los Lobos, un viejo paraje minero de Cuevas del Almanzora, alberga ya la
primera fábrica de caracoles cocinados de Andalucía. Es una iniciativa de la
Sociedad Agraria de Transformación (SAT) Los Guiraos, que cuenta con más de un
centenar de socios, y ya ha producido en pruebas más de 2.000 latas de un kilo. Una plantilla compuesta por una
treintena de personas trabaja ya en ampliar stock para iniciar la
comercialización a principios de septiembre en el mercado nacional e
internacional.
Ana Belén Guevara y Matías Gómez / La Voz |
La empresa, comandada por Matías Gómez Cervellera, ha realizado
una inversión de más de tres millones de euros para recuperar una meseta
presidida por dos viejas chimeneas de los hornos de fundición del Barranco
Francés y El Jaroso, que han sido restauradas y un viejo matadero que nunca
llegó a funcionar y que ha sido rehabilitado como fábrica para cocinar
gasterópodos en salsa. Se trata de uno de los principales proyectos de
industria conservera que se ha urdido en la provincia de Almería en las últimas
décadas, una tierra poco dada a este tipo de iniciativas monopolizadas por la
vecina Murcia.
Desde ese pequeño macizo al que se la ha
allanado la pendiente se ven las fincas de labor de la SAT, ya con la cosecha
de melón y sandía finalizada, entre canales y balsas para riego; se ven las
pedanías cuevanas diseminadas: Grima,
el Ventorrillo El Largo, El Molino de Tarahal, Los Lobos, Los Guiraos,
Guazamara y hasta el caserío de La Fuente de Pulpí refulge a lo
lejos bajo el sol de julio. “Han sido años de espera, de pruebas, pero
al final vemos que se ha hecho realidad nuestro proyecto”, explica Gómez
Cervellera, entre las máquinas y las marmitas donde se fabrican dos tipos de
salsas dulce y picante llamadas con motes locales como Guazamara y Almagrera.
Han contado con la colaboración de un biólogo, del Ifapa y del Centro
Tecnológico de Murcia. Ana Belén
Guevara es otra responsable de la fábrica quien exterioriza la ilusión que
tiene la empresa por hacer realidad este sueño.
Se está trabajando ya en dos turnos con una capacidad de fabricación de 2.000 latas diarias de caracoles cocinados, sin conservantes ni aditivos
Se está trabajando ya en dos turnos con
una capacidad de fabricación de 2.000 latas diarias de caracoles cocinados, sin
conservantes ni aditivos, solo con tomate,
pimiento, ajo, cebolla, guindilla y las buenas manos de las cocineras.
Los caracoles llegan vivos en camiones de Marruecos en sus variedades de chupaeros, cabrillas o boquinegros y Hella.
Primero se los deja reposar para que expurguen y después se les cuece para
matarlos a 50 grados.
Después se inicia el proceso fabril
con la elaboración de las salsas en las marmitas hasta 400 litros, seleccionando y clasificando los
caracoles por tamaño. Antes se ha lavado y cortado en tacos las hortalizas con
toda la maquinaria encargada en la vecina Murcia. Además de la variedad de
caracol en salsa, la empresa también comercializará caracol en salmuera para
bares y restaurantes que quieran elaborarlo a su manera. El último eslabón del
proceso es la mezcla de los caracoles con la salsa en el autoclave, donde a
presión se eleva a 123 grados para esterilizarlos. El producto no lleva, según
los promotores, ni conservantes ni aditivos. Otra posibilidad de
comercialización con la que se ha experimentado es con el caracol en gajo, sin cáscara,
más selecto, para el mercado francés y belga que conlleva una mayor mano de
obra.
No es el único proyecto, el de los
caracoles en salsa, de la SAT Los Guiraos, en su nueva fábrica. También han
destinado una parte de la nave más oscura a la puesta en marcha de una línea de
crianza de setas y prevén también sondear la viabilidad de estuchar melva y
caballa. El próximo otoño también empezarán con un
nuevo proceso para cocinar en escabeche el brócoli y la coliflor que los socios
producen en los campos cercanos. Almanzora
Gourmet es la marca elegida para salir al mercado con los
caracoles, que se completará también con una selección de vinos y
aceites.
Matías Gómez lleva años
emprendiendo. Ese verbo es para él como la sala de estar de su casa. Emprender
sin miedo, sin tapujos, con ilusión. Es así Matías, desde que hace ya una pila
de años quiso aprovechar el agua termal del pozo de Los Guiraos para promover
un balneario y poder meter en un mismo saco los rentos de agricultura y
turismo; desde que se embarcó junto a otros agricultores en ese reto hercúleo
de trae agua del Negratin en
un trasvase pagado a riñón; desde que ha defendido con uñas y dientes su
territorio, el territorio de sus antepasados, contra una demencial reserva de
tortugas que preveía arrancar 500 hectáreas de cultivo. Ahora son los caracoles
los que planean por la cabeza de Matías, un hombre acostumbrado a eso: a no
aburrirse nunca. La empresa va a iniciar su exportación de aceite ecológico a
Polonia y tiene interés en exportar sus caracoles y el resto de productos de la
conservera a países árabes, Italia, Francia o China. La firma cuenta con más de 65 años de historia y tiene
sus orígenes en la gestión del agua procedente de pozos y los trasvases
Tajo-Segura y del Embalse del Negratín.
Desde el año 2000 empezó a impulsar nuevas líneas de negocio como la producción de arroz (con 1.500 hectáreas cultivadas en Sevilla), los invernaderos de alta tecnología para lechuga baby leaf y pack choi (capaces de producir en una hectárea el equivalente a 30 hectáreas al aire libre). Su red de comercialización está concebida en la venta para su consumo de caracoles envasados al vacío, la recogida y procesamiento de la baba de caracol para la elaboración de cosméticos y la producción de paté y caviar de caracol.
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