Antonio Torres
Periodista
⏩La pregunta sobre el diámetro de un paracaídas
la lanzó, en Turre, Felipe VI cuando era un niño de 12 años, durante las
maniobras militares conjuntas hispano-norteamericanas en 1981. Fue testigo el
autor de este artículo. Todavía se
respiraba la tensión del 23-F de unos meses antes y las figuras importantes de
Suárez, Guitiérrez Mellado y el decisivo comunicado del entonces Rey en la
noche de los transistores. La triste imagen que dimos al mundo de un país sin
civilizar con unos guardias civiles dentro del Congreso que tenían nostalgia de
la dictadura. El embajador de EE.UU. en
España, Terence Todman, presente en las maniobras aquel triste día visitó la
Zarzuela mientras se fraguaba el golpe. Había servicios secretos que temieron
por la vida del monarca.
El príncipe, en el Levante almeriense (Foto: Mullor) |
Juan Carlos
I fue trasladando la preguntita a las autoridades militares, al presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, teniente
general Ignacio Alfaro, y al ministro
Alberto Oliart, que años después fue Director General de RTVE, y no encontró
respuesta la ingeniosa demanda que con 12 años formuló nuestro actual Rey de
España, Felipe VI. Aquellas maniobras del otoño de 1981 se denominaron
“Crisex-81”, y participaron los tres Ejércitos de ambos países. La dirección de
dichas maniobras conjuntas correspondió al almirante Juan Carlos Muñiz Delgado
y Pinto, capitán general de la zona marítima del Mediterráneo. Actuó como
segundo jefe el general de División William E. Brown. Las fuerzas montaron el
campamento con unos 20.000 hombres en la zona situada entre Garrucha y Vera.
Intervinieron 90 aviones y 39 buques de guerra entre los días 29 de octubre y
cinco de noviembre de 1981.
Hasta la entrada en la
OTAN las maniobras y los ejercicios tácticos operativos con Estados Unidos
dominaban el Mediterráneo, y en concreto las localidades de Carboneras,
Mojácar, Garrucha, Turre, Vera y Cuevas del Almanzora. Un lugar estratégico de
la provincia de Almería en la que el entonces Rey Juan Carlos I presidió de
manera muy participativa, según pudo comprobar este periodista que cubrió
ejercicios durante el periodo 1979-1992. La
ingeniosa pregunta se produjo durante dichas maniobras entre las
urbanizaciones de Turre, Loma La Venena y Aguanueva, en Turre.
En otras maniobras
similares, en 1979, me tocaron el hombro para que me apartara por un camino de
tierra, y al ver que era don Juan Carlos saqué mi grabadora de la mochila y
cuando el Rey iba a decirme que si hablaba conmigo lo haría con el resto de
enviados especiales una persona de la seguridad se me echó encima en el pequeño
montículo donde se levanta el Parque Acuático de Puerto Rey. Encontré la
solidaridad con el periodista de RNE, Juan Ramón de la Cuadra, natural de
Mancha Real, voz que forma parte de la historia de la radio por narrar a los
españoles, desde el hemiciclo, la intentona golpista del 23-F de 1981. No
confundir con el aventurero y maestro de reporterismo televisivo Miguel de la
Quadra Salcedo, que también acudió a las maniobras, y con el que viajé en un
helicóptero Chinook, como los de la Guerra de Vietnam, desde Puerto Rey hasta
el desierto de Tabernas, recorriendo toda Sierra Cabrera, para presenciar el
lanzamiento en paracaídas desde otros helicópteros militares. Esa es otra
historia. De ambas incidencias se hizo eco el
responsable de la edición de Ideal en Almería, el periodista Miguel Ángel
Blanco Martín en su columna Almeriense Sur. Me sentí muy horado por el
reconocimiento de un gran periodista como Miguel Ángel Blanco, todo un
referente.
Una de las emociones de esas maniobras me las proporcionó el rescate desde un avión de un teniente norteamericano con un cable o imán por un avión. Como en una película de James Bond. Fue real la valentía de ese soldado y la pericia del piloto para el rescate.
El tabú del rey emérito se rompió con el cambio de siglo. La frivolidad no es propia de una sociedad moderna. La defensa acrítica, tampoco. La gran huella se desdibuja por un afán pesetero.
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