Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería
⏩ Hay frases que se dicen de forma tan
distendida, tan espontánea, que quedan escritas en el aire y a las que es
preciso volver para valorarlas en su inmenso valor. Eso fue lo que sucedió hace
apenas unos días hablando con Esperanza
Pérez, alcaldesa de Níjar, cuando al recordar el libro de Goytisolo
sobre aquellos campos y del que ahora se alcanzan las seis décadas de su
publicación, Esperanza evocó aquellos paisajes del escritor catalán más
almeriense y, como el que deja volar sin candados el imaginario personal,
dibujó el tiempo transcurrido con un puñado de palabras tan descriptivas como
el cuadro más realista: y pensar, Pedro, que aquellos niños que tanto impresionaron a Goytisolo por su pobreza
desnuda sobre el fondo del blanco encalado de sus viviendas son hoy
excelentes agricultores y empresarios que venden sus productos en todos los
mercados europeos.
Fue entonces cuando caí, una vez más en la
extraordinaria revolución socioeconómica vivida en la provincia desde aquel
tiempo de higueras abiertas con los brazos en cruz como un crucifijo, como las
describió en La Seca el poeta Álvarez
de Sotomayor, y en el que la única salida de la miseria solo podía
recorrerse desde el desgarro de la emigración. Conviene no olvidar nunca el camino recorrido, pero, sobre todo, en
tiempos tan convulsos como los que estamos transitando en estos
últimos meses, en los que las certezas han desaparecido y es la duda la que
recorre los actos que realizamos y el pensamiento que los motiva.
Tenemos la obligación de aprender para que la travesía del futuro siga la misma hoja de ruta que nos ha llevado a este presente, tan inquietante y tumultuoso por la pandemia, pero tan sólido en dos de los tres principales pilares de nuestra estructura socioeconómica
Y conviene no olvidarlo porque es en ese
pasado de innovación, de inteligencia en movimiento, en el que se sustenta la
convicción de que la incerteza del futuro quedará despejada, más temprano que
tarde y que, aunque ya nada
volverá a ser como antes, tenemos la obligación de aprender para
que la travesía del futuro siga la misma hoja de ruta que nos ha llevado a este
presente, tan inquietante y tumultuoso por la pandemia, pero tan sólido en dos
de los tres principales pilares de nuestra estructura socioeconómica.
Estos días se han dado pasos importantes
para acorralar la pandemia desde la trinchera sanitaria y cercar sus efectos
desde las alambradas de la economía. El impacto del virus entre los inmigrantes no debe provocar conclusiones
tan falsas como la imputabilidad de su causa solo a la gestión de
las administraciones publicas, ni, en sentido contrario, la demonización de
quienes conforman ese sector achacándoles culpabilidades xenófobas. Los
inmigrantes forman parte de nuestra estructura demográfica y productiva y, lo
que hay que hacer, es evitar todas aquellas situaciones que faciliten entre sus
integrantes la expansión del Covid.
¿Cómo hacerlo?
No es fácil, nada lo es. Pero lo que si es fácil de alcanzar es el acuerdo de
que esta guerra hay que ganarla desde las dos trincheras. Es imprescindible que
las administraciones, todas, asuman su responsabilidad y adopten las medidas
necesarias para eliminar las contrataciones tercermundistas en rotondas y
plazas que, aunque minoritarias, todavía se producen al amanecer y, a la par,
hay que terminar con los hacinamientos tan humanamente injustos como
sanitariamente facilitadores de los contagios.
Pero también hay que exigir a la otra trinchera que observe el cumplimiento
estricto de las normas asumiendo que un temporero asintomático es
un vector infectivo de consecuencias de alto coste entre quienes les rodean.
Hay que hacer gestión y pedagogía y estas dos vías deben llevarse a la practica
desde la rigurosidad que imponen las leyes y las normas. Algunos ayuntamientos
ya han empezado a hacerlo y ahora lo que hay que demandar es que los demás
sigan su ejemplo.
Se han alcanzado acuerdos de colaboración entre las comercializadoras para que, en caso de verse obligados a cerrar líneas de manipulado, el producto no quede inmovilizado y pueda ser trasladado a otras empresas donde puedan asumir su manipulado sin perturbar la cadena exportadora
Por otra parte, desde la alambrada
empresarial, se han alcanzado acuerdos de colaboración entre las
comercializadoras para que, en
caso de verse obligados a cerrar líneas de manipulado, el producto no
quede inmovilizado y pueda ser trasladado a otras empresas donde puedan asumir
su manipulado sin perturbar la cadena exportadora.
La pandemia ha cambiado tanto el mundo que
nunca se ha cumplido más la literalidad de quien dijo que el problema con el
que nos enfrentamos ha sido descubrir que, cuando ya creíamos que teníamos todas las respuestas, nos hemos dado
cuenta de que la realidad nos ha cambiado todas las preguntas.
Las crisis, en su
descarnada desolación y en la acumulación de incertidumbres, también llevan
implícitas la posibilidad de descubrir nuevas oportunidades. Almería puede y
debe optar por este camino.
Lo dice muy bien la consejera de
Agricultura, Carmen Crespo, en sus respuestas a la subdirectora de este
periódico, Antonia Sánchez
Villanueva, en la entrevista que hoy publica este periódico. La travesía
hecha desde aquellos años en los que Goytisolo
escribió Campos de Níjar, desde aquel desierto de sol y rastrojeras, a
esta realidad que ha convertido ese mismo desierto en un bosque de mas de
treinta mil hectáreas bajo plástico, demuestra que podemos hacerlo.
Ningún mal en calma hizo experto a un
marinero. Y aquí, en navegar en mares embravecidos, tenemos sobrada
experiencia. Lo que tenemos que hacer es cumplir cada uno con su
deber.
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