Moisés S. Palmero Aranda
Educador ambiental y escritor
La Fiscalía no ve delito penal en el caso de la muerte del Pez Luna de Roquetas de Mar que dio la vuelta al mundo y nos avergonzó este verano. La noticia, aunque esperada, es desmoralizadora, pero el mundo funciona así. Confiemos que la sanción le llegue por vía administrativa por la denuncia que la Guardia Civil interpuso por desacato. No quiero ningún mal para ese hombre, no lo conozco, pero su acción debe ser castigada, porque si ese individuo ha hecho “algo reprochable desde muchos ámbitos”, según Fiscalía, no puede irse de rositas. De todas formas este suceso nos explica como ha sido la historia del mundo en los últimos 500 años.
La triste situación comienza un día que el avezado empresario se
percata de que su negocio no funciona como acostumbraba y tras un somero
análisis de la situación descubre la causa del problema. Un pez que nada
tranquilamente en las mismas aguas que lo llevan haciendo sus antepasados capta
la atención de los bañistas que, unos por curiosidad, otros por miedo a que sea
un tiburón, se agolpan a la orilla de la playa y dejan de alquilar las hamacas
de nuestro protagonista. Ni corto ni perezoso, como un buen capitalista que
mira el por pan de sus hijos, decide cortar por lo sano para salvar su negocio.
Se echa al agua y elimina aquello que interfiere en su cuenta de resultados.
Esta ocasión era un solo pez, en otros casos son la Amazonía entera como está
haciendo Bolsonaro, o la destrucción de los fondos marinos para instalar
empresas petrolíferas. Ejemplos hay muchos, pongo esos por no centrarlos en
Almería, pero piensen un poco y encontraremos más de los que nos gustaría.
Actos deleznables que nos perjudican a todos y ante los que no se
pueden hacer nada. Da igual que este verano hayan ardido y lo sigan haciendo
los bosques tropicales, los de Sibería, los de California. Que la biodiversidad
vaya desapareciendo a pasos agigantados cada día, que el cambio climático
amenace todo lo que hemos ido construyendo en las últimas décadas, que
respiremos aires contaminados, que el agua sea un lujo para muchos seres
humanos, que aparezcan nuevas enfermedades para ponernos en jaque.
La muerte del pez luna es solo un ejemplo más de un sistema que no
ha conseguido crear herramientas para separar lo legal de lo ético. Situación
que nos crea un gran problema de desconfianza a los ciudadanos, de descredito
de nuestras autoridades, de incertidumbre para el futuro del planeta. Díganme
qué pensarán todos aquellos que presenciaron aquel día el macabro espectáculo
en la playa, o los que lo vieron por las redes sociales, por las cadenas a
nivel nacional. ¿Se acordarán del estado de derecho, de las listas de especies
protegidas, de que la justicia es igual para todos? Con cara se les dice a los ciudadanos
que deben cuidar nuestros mares, de proteger los ecosistemas, de invertir
millones para salvar al lince ibérico, a todos los seres vivos. O de que
compren coches eléctricos, de que reciclen en sus casas por el bien planeta, o
que no cojan una bolsa de plástico en el supermercado.
La respuesta es que no se puede decir nada porque las palabras,
los mensajes, las buenas intenciones pierden su poder ante la dura realidad,
ante el ejemplo, el hecho palpable, lo
que perdura en el recuerdo. Todo el trabajo que se hace de sensibilización, de
educación ambiental, de concienciación no sirve de nada. El poder del capital,
de las leyes hechas para beneficiar el libre mercado, de ponderar la economía
por encima del medio ambiente han vuelto a ganar.
Le pedimos a la ciudadanía que despierte, que empuje, que
presione, que no se calle para provocar el cambio, pero ya estamos todos
despiertos y los cambios no llegan. El poder, la avaricia, siguen gobernándonos
y solo podemos cabrearnos. Desde aquí, en días como hoy, nos queda la
sensación, de que no avanzamos nada. Hay que llegar donde están ellos. Es una
pena que sigamos pensando el mundo con un ellos contra los que luchar.
Lo único que espero es que el hamaquero no salga en los medios de
comunicación exigiendo disculpas a todos aquellos que lo acusaron
“injustamente” y anunciando querellas por calumnias e injurias y por atentar
contra su honor por divulgar las imágenes de su día de gloria. Sería el colmo
pero, conociendo cómo funcionan los medios, no tardaremos en verlo.
Estoy seguro de que mañana se me habrá pasado y seguiremos haciendo educación ambiental, desde abajo, con la esperanza, con la ilusión de que todo cambie, de construir un mundo mejor, de equilibrar la sin razón y la cordura pero hoy el futuro se ha fundido a negro.
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