Moisés S. Palmero Aranda
Educador ambiental y escritor
El último viernes del mes de septiembre se celebró en 3.000 ciudades del mundo el Día Global de las Acciones por el Clima. En Almería los jóvenes de Friday For Future organizaron una cadena humana a lo largo del Paseo de Almería. Varios cientos de personas acudieron a la cita para hacer una llamada de atención a las autoridades, y a la ciudadanía, para que pasen a la acción en la lucha contra el Cambio Global en el que estamos inmersos.
Una actividad que pasó desapercibida, sin apenas repercusión en
los medios locales, pero que hay que aplaudir por varios motivos. El primero es
que los jóvenes no han abandonado sus reivindicaciones, a pesar de la crisis
sanitaria, porque son conscientes de lo que nos estamos jugando. Solo piden que
se empiece a actuar en base a la multitud de estudios científicos que llevan
décadas avisando del colapso planetario al que nos vemos abocados.
Es cierto que somos más conscientes de las consecuencias que
tendrá en nuestras sociedades y muchos gobiernos se han puesto manos a la obra
para buscar un nuevo modelo. Pero lo hacen sin convencimiento, esperando un
liderazgo mundial que nunca llega. Las continuas renuncias a los acuerdos
adoptados para reducir las emisiones de gases contaminantes en las Cumbres de
la Tierra por parte de EE.UU, Brasil, India, Rusia y China, han frenado todas
las posibilidades de acelerar el proceso.
Sin embargo una pequeña luz se vislumbra en el horizonte gracias a
los cambios en los movimientos sociopolíticos que estamos viviendo. China,
motor de la economía mundial y uno de los países más contaminados y
contaminantes del planeta, está empezando a darse cuenta de la delicada
situación en la que nos encontramos. Si ellos giran hacia un modelo sostenible,
el mundo lo hará, y parece que es posible. Sería el liderazgo que nos hace
falta, porque hasta ahora se ha seguido el ritmo que marcaban los
norteamericanos y con un pollo descabezado como presidente han perdido el paso y
la cordura.
Pensar en el comunismo como el motor del mundo puede parecer la
llegada del diablo, pero no podemos olvidar que hasta 1850 la economía mundial
estaba liderada por los países asiáticos. Solo la llegada del feroz capitalismo
los pudo derrocar. Ellos no siguieron la inercia del movimiento iniciado por la
vieja Europa y casi dos siglos después vuelven a dominar el mundo, nos guste o
no. Esa es la realidad. Estos grandes cambios en otros momentos de la historia
conllevaron guerras, muertes y destrucción.
Ahora no creo que ocurra porque hemos aprendido el valor de la paz y los
grandes peligros que supondrían para el ser humano un conflicto con la
tecnología con la que contamos en la actualidad. La guerra será comercial,
cultural, silenciosa, supongo que ya estamos inmersos en ella.
Otro motivo para aplaudir, es que la actividad de Almería estaba
convocada, además de los jóvenes, por los colectivos Teachers For Future y las
Madres por el Clima. Los tres pilares básicos de la sociedad civil en los que construir
el futuro, la juventud, la enseñanza y la familia. Todos a una con un mismo
objetivo. Presionando desde abajo para que se produzcan los cambios arriba. En
ese sentido, a mediados de septiembre, varios movimientos ecologistas
presentaron un contencioso- administrativo al Gobierno de España ante el
Supremo por desoír la emergencia climática. Ya no les valen las promesas, ni
las medias tintas, solo le valen que cumplan los compromisos que firmaron en la
COP 25 de Madrid. Ahora serán los jueces los que deban pronunciarse ante la
falta de inacción de nuestro Gobierno. ¿Los hay peores? Por supuesto, pero esa
excusa ya no nos vale, el cambio empieza en nosotros mismo, desde la
ciudadanía.
Otro de los motivos es que el movimiento por el Clima es
motivador, aglutinador, una semilla. Los jóvenes luchan contra un modelo que
perjudica nuestras vidas, el futuro como especie dependiente de la naturaleza.
Y han sido conscientes de que solos no pueden hacer nada, por eso buscan
sinergias, por eso trabajan desde la base, porque el enemigo, esas elites
económicas y políticas que dirigen el mundo a su antojo y contra las que han
luchado varias generaciones a lo largo de la historia, son muy difíciles de
derrocar. Una guerra perdida para muchos, pero necesaria para los jóvenes.
Sus canticos los representan “No hay planeta B”, “Ni un grado más, ni una especie menos”, “Si el planeta fuera un banco, ya lo habrían rescatado”, pero el que gritan con más fuerza porque saben que es fundamental para conseguir su éxito es “No nos mires, únete”. En la unión está la esperanza.
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