Un nuevo asedio se cierne sobre Baria. Esta frase bien pudo
decirla algún cartaginés, quizás el mismísimo Aníbal Barca, cuando Publio
Cornelio Escipión, El Africano, conquistó Cartago Nova sin apenas resistencia
allá por el año 209 a. C. Tras la caída de la actual Cartagena, siguió
conquistando todo el levante de Hispania para ir debilitando la amenaza que
había puesto contra las cuerdas al gran Imperio de Roma. Hay poca información
sobre lo sucedido aquellos días en Baria, unas pequeñas referencias por una
disputa menor entre soldados, y la confianza de que para Escipión era un mero
trámite.
Por desgracia, 23 siglos después, son los vecinos de Villaricos
quienes la hacen resonar y se preparan para resistir, para defenderse ante el
poder del imperio, esta vez el del capital, que con su juego sucio, su prepotencia,
sus corruptelas y negligencias, quiere repetir el asedio en el que fracasó hace
quince años. El dinero, como Roma, no olvida, tiene paciencia, teje sus hilos,
prepara el terreno, las alianzas, las traiciones, las ofrendas y espera que
cambie la dirección del viento, las oportunidades, para vengar las ofensas. Y
ese momento ha llegado.
Desde enero de 2019, con la llegada de la derecha al gobierno andaluz, las grúas comenzaron a engrasarse, los especuladores a pasar las facturas de los servicios prestados y algunos expedientes a desempolvarse
Sería injusto por mi parte relacionar la falta de escrúpulos, de
respeto por nuestro patrimonio cultural y ambiental a un solo partido, por
desgracia en todas las casas cuecen habas, pero hay que reconocer que desde
enero de 2019, con la llegada de la derecha al gobierno andaluz, las grúas
comenzaron a engrasarse, los especuladores a pasar las facturas de los
servicios prestados y algunos expedientes a desempolvarse. La aprobación este
verano de la Ley de Impulso para la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía,
fue el pistoletazo de salida. No sé si catalogarlo como irónico, o una señal
del destino, o culpar al subconsciente de los que la redactaron, pero que esta
Ley se conozca como la LISTA, da mucho juego para los memes y chascarrillos.
A mí este nuevo asedio, además de recordarme la Segunda Guerra
Púnica, me ha traído a la memoria a la Bruja Avería con su “Viva el mal, viva
el capital” y a los caminantes blancos intentando saltar el muro para que el
permanente hielo de Invernalia se expandiese por los Siete Reinos. Y ante esas
imágenes, ante ese nuevo ataque de la avaricia, del frio perpetuo, del
beneficio individual, se me han presentado los inconscientes que se enfrentan,
a riesgo de ser aplastados, a la bien engrasada maquinaria del poder.
Estamos indefensos ante los poderes económicos, especulativos, inhumanos, insensibles y poco imaginativos que no respeten ni el frio, ni el hambre de los ciudadanos, ni su historia, ni su patrimonio cultural y ambiental
He visto a los vecinos de Baria ante las legiones romanas, a los Electroduendes
con sus afiladas críticas y a John Nieve
al frente de un dispar ejercito que no las tenía todas consigo. Imágenes que me
evocan a pequeños héroes que pelean por un bien común, por la llegada de la
primavera, por una nueva vida. Historias recurrentes a lo largo de nuestra
historia y que por desgracia cada día se repiten más a menudo. Estamos
indefensos ante los poderes económicos, especulativos, inhumanos, insensibles y
poco imaginativos que no respeten ni el frio, ni el hambre de los ciudadanos,
ni su historia, ni su patrimonio cultural y ambiental. Repiten el mismo modelo
una y otra vez, sin importarle nada que no sea su cuenta de resultados, y ante
eso solo nos queda defendernos, resistir y ganar pequeñas batallas que nos
hagan mantener la esperanza de que otro mundo es posible.
Hay una película que, a mi parecer, resume todo esto muy bien. Se
llama La Estrategia del caracol. Es colombiana, del año 93 y su director es
Sergio Cabrera. En ella, en clave de humor, se cuenta el drama de una comunidad
de vecinos que se enfrenta al acoso del especulador, que quiere echarlos de su
edificio para multiplicar los beneficios sin importarle la situación personal
de cada uno de ellos. Juntos,
solidarios, con imaginación, salvando sus diferencias, se unen para defenderse
de la injusticia, del poderoso caballero que es Don Dinero y pelean por su
libertad y por su dignidad. Al final, y perdonen por el spoiler, con diferentes
estrategias consiguen ganar el tiempo suficiente para llevarse, ladrillo a
ladrillo, su edificio a un nuevo emplazamiento. Una emotiva película que nos
presenta esa utopía en la que muchos creemos, que no es otra que la de remar
todos en la misma dirección, en la de buscar un nuevo modelo de sociedad en la
que el beneficio, y no hablo solo del económico, sea igual para todos.
Defender Baria, los ficus de la Plaza Vieja, la Bahía de Genoveses, el aire de Carboneras, es proteger la utopía, la esperanza, la semilla de una nueva oportunidad.
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